El miedo le helo la sangre a Allie. Queria gritarle que se detuviera, pero antes de conseguirlo el cubrio los ultimos pasos que los separaban y se puso ante ella, como escudo entre Allie y Geoffrey.

– Ahora somos dos, Shelbourne -dijo Robert-, y hay mas en camino. No tendras tiempo de recargar la pistola despues de disparar. Se ha acabado. Tira el arma al suelo.

– Esto no te concierne, Jamison. -Los ojos de Geoffrey brillaban de odio. No tienes derecho a inmiscuirte en asuntos de los que no sabes nada.

– Lo se todo -repuso Robert friamente- Todo sobre la carta en la caja del anillo. Todo sobre el hombre muerto en el camino alla detras, y sobre las muchas veces que has intentado acabar con Allie. Tambien se que no eres el conde de Shelbourne.

El rostro de Geoffrey se transformo en una roja mueca de furia.

– La unica prueba es esa nota. Cuando la tenga…

– Te equivocas. Tambien esta el certificado de matrimonio entre tu padre y su esposa irlandesa. Y el registro del bautismo de su hijo. He visto ambos documentos.

Todo el color desaparecio del rostro de Geoffrey.

– Imposible. Estas mintiendo. ?Como puedes haber visto esos documentos?

– Tu medio hermano, el verdadero conde, me los ha ensenado despues de su llegada a Bradford Hall, hace menos de una hora. Los ha conseguido en la iglesia de Irlanda donde su madre se caso con Nigel Hadmore. Se ha acabado. Tira el arma.

Sin duda, Geoffrey se daria cuenta de lo insostenible de su situacion y escucharia a Robert. Pero cuando Allie lo miro por encima del hombro de Robert, sus esperanzas murieron al ver la desesperacion y el odio que crispaban los rasgos de Geoffrey. Dios, un simple movimiento del dedo de aquel loco significaria el fin de Robert.

– ?Quien es? -pregunto Geoffrev en lo que parecio un graznido.

Los hombros de Robert se tensaron.

– No te lo volvere a repetir. Tira el arma.

– Dime quien es -grito Geoffrey.

– Realmente no hace falta, porque te lo encontraras cara a en un momento. Pero ya que insistes, te dire que es Michael Evers, el boxeador. Se que lo conoces, puesto que te he visto en su salon de boxeo.

Un silencio inquietante se cernio sobre el grupo, y durante unos segundos el unico sonido que Allie pudo oir fueron los latidos de su propio corazon y la respiracion jadeante de Geoffrey.

– No es posible -dijo Geoffrey con voz ahogada-. Ese hombre no es nada… es tan vulgar como la basura de la calle.

– Al contrario, es el boxeador mas importante del pais. Y es el conde de Shelbourne.

Un odio como Allie nunca habia visto brillo en los ojos de Geoffrey.

– Te burlas de mi con tus mentiras, canalla. Quiza no consiga ganar, pero al menos puedo asegurarme de que tu boca mentirosa quede en silencio.

Antes de que Allie captara todo el horror de sus intenciones, Geoffrey alzo la pistola y apreto el gatillo.

Robert se lanzo hacia delante y luego cayo a los pies de Allie.

24

El seco sonido de un disparo rasgo el aire, seguido inmediatamente del penetrante grito de socorro de una mujer.

La senora Brown. Sin detener su carrera, Austin se dirigio hacia el sonido.

– El lago -grito a Michael y Miles, que le seguian a poca distancia. El corazon le golpeaba contra el pecho, y se obligo a no imaginar que podia encontrar.

En menos de un minuto, irrumpieron en el pequeno claro, y su peores miedos se hicieron realidad. Robert yacia en el suelo. La senora Brown estaba arrodillada junto a el, con el rostro blanco como la nieve, apretando su corpino contra el hombro de Robert. A poca distancia, se hallaba Shelbourne tirado en el suelo, respirando de manera entrecortada, con el rostro crispado de dolor y el mango de un punal sobresaliendole de la barriga.

– Ocupate de Shelbourne -dijo el duque a Michael, y corrio hacia Robert, seguido de Miles.

– Gracias a Dios que estan aqui -exclamo la senora Brown, mirandolos un segundo antes de volver a dirigir la mirada hacia Robert.

– ?Esta vivo? -pregunto Austin, cayendo de rodillas. El estomago le dio un vuelco al ver la palidez cenicienta de Robert y la oscura mancha que se extendia por su chaqueta.

– Si. Pero esta… sangrando mucho. No se cuan grave es la herida. -Le temblo la voz, pero las manos que apretaban la herida eran firmes. Austin contemplo como el blanco corpino se tenia de rojo-. No… no pude romper el corpino, asi que me lo quite. Necesitamos vendas. Un medico. -Miro a Austin con ojos temerosos-. Me ha salvado la vida. Le lanzo el cuchillo a Geoffrey cuando este le disparo y…

– Comprendo. -Dejando a un lado su propio temor, miro a Miles-. Necesitamos un medico. Cuanto antes.

Con un breve gesto de asentimiento, Miles salio corriendo en direccion a los establos.

– Muy bien -Indico Austin laconicamente-. Apliquemos mas presion para detener la sangre. Luego podremos examinar la herida. -Coloco las manos sobre las de Allie y juntos apretaron. Y rezo por la vida de su hermano.

Michael se agacho junto a Geoffrey Hadmore. El dolor ensombrecia los ojos de este y respiraba trabajosamente. Las manos se le tensaron sobre el estomago, donde la sangre le iba formando una mancha cada vez mayor en la blanca camisa. Con una mirada a la herida, Michael tuvo suficiente para saber que era mortal. Hadmore estaba agonizando, y Dios sabia que un cuchillo en las tripas era una forma muy desagradable de morir. Pero le resultaba dificil sentir compasion por ese hombre. Aun asi, Michael se saco la chaqueta, la enrollo y se la puso bajo la cabeza a Hadmore a modo de almohada.

La dolorida mirada de Hadmore lo enfoco.

– Tu -susurro-. Tu, bastardo.

Michael alzo las cejas.

– Por lo que parece, tu eres el bastardo, Hadmore. -De sus labios salio un seco sonido de desagrado-. Todos estos anos que has estado viniendo a mi salon de boxeo… ?quien habria supuesto que tuvieramos algo mas en comun que la pasion por ese deporte?

Los ojos de Geoffrey se entrecerraron cargados de odio.

– No tenemos nada en comun.

– Tengo que darte la razon. El hombre que fue nuestro padre no era nada. -Su mirada bajo hasta donde sobresalia el mango del cuchillo, y le pregunto con una sensacion de distante curiosidad-: ?Por que? ?Ese titulo realmente valia tu vida?

Geoffrey hizo una mueca de dolor.

– Era mi vida -consiguio decir-. Todo lo que yo era… desde el dia en que naci. -Los ojos se le aclararon durante un instante y brillaron de desprecio-. Tu solo eres basura. Nunca estaras a la altura del titulo. La nobleza… se reira de ti. -Cerro los parpados y su respiracion se hizo mas irregular.

Michael se aproximo a el.

– Al menos yo estare para oir las risas -le susurro-, que es mas de lo que tu puedes decir.

– Espero que… te pudras… en el infierno.

Michael se encogio de hombros.

– Puede ser… algun dia. Pero tu te pudriras alli antes que yo.

Un hilillo se sangre resbalo entre los labios de Geoffrey. Un ultimo aliento salio de sus pulmones, la cabeza se le fue para un lado y se quedo inmovil.

Michael se lo quedo mirando durante varios segundos.

«Mueres por algo que no significa nada para mi. Algo que yo no quiero. Algo que nunca te habria arrebatado.»

Todo lo que le quedaba por hacer era rezar para que Robert no perdiera tambien la vida.

Allie se hallaba ante la chimenea del salon, con la mirada fija en bailoteantes llamas. ?Cuanto tiempo mas?

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