Miro el reloj de la repisa. Tres horas. Tres horas interminables que parecian una eternidad. Una eternidad durante la cual habian detenido la hemorragia lo suficiente para que el duque y el senor Evers, o mejor, el nuevo conde de Shelbour pudieran llevar a Robert hasta la casa. Una eternidad desde que ha ayudado a Elizabeth y al medico a tratar la herida. El disparo solo habia alcanzado la carne, era una herida profunda, pero podria ha sido mucho peor. Aunque existia el riesgo de infeccion. Y habia perdido tanta sangre…

Lo mas preocupante era que aun no habia vuelto en si. Al principio, Allie se habia sentido casi agradecida, porque como minimo Robert no sentia dolor ni habia notado los numerosos puntos que habian sido necesarios para cerrar la herida. Pero mientras le limpiaba el rostro con un pano humedo, habia descubierto un bulto en el craneo. Sin duda se habia golpeado la cabeza al caer al suelo.

Tres horas interminables. Y todavia no se habia despertado. Un sollozo le subio por la garganta y se mordio los labios para contenerlo. Seguramente Dios no permitiria que sobreviviera al disparo solo para morir de la caida.

Robert le habia salvado la vida. Apreto los parpados, y revivio la imagen de el entrando en el claro como un angel vengador e interponiendose como un escudo entre ella y aquel loco. Un loco al que habia matado para protegerla.

Una imagen de su apuesto rostro, tan ceniciento y aterradoramente inmovil, le vino a la cabeza. El estomago le dio un vuelco y aparto el pensamiento. Pero de inmediato su mente la bombardeo con otras imagenes de el: sus ojos azules brillantes de picardia; sus labios formando una sonrisa burlona; en el parque con las palomas en el sombrero; machacando las teclas del piano y cantando desatinado; riendo con sus sobrinos; y el deseo y el amor que ardian en sus ojos cuando se inclinaba sobre ella para unir sus cuerpos.

?Dios, lo amaba!

Amaba su bondad y su fuerza. Su compasion y su valentia. Lo habia arriesgado todo por ella. Le habia dicho que la amaba, pero incluso aunque no hubiera pronunciado esas palabras, ella lo habria sabido. Sus sentimientos eran evidentes en todas sus acciones. No era nada parecido a David, y se sintio avergonzada por la injusticia que habia cometido con el al creer que se parecian. Le habia dado todo lo que un hombre podia dar a una mujer, y en vez de aceptar su amor y corresponderle con el amor que se merecia, lo habia apartado de su lado. Y creia haber cometido errores antes. Lanzo una carcajada seca y triste. Rechazar el amor de Robert y negarse a reconocer su amor por el era el error mas grande que habia cometido nunca.

Y tenia toda la intencion de rectificarlo.

Solo rogaba que el sobreviviera para tener la oportunidad de hacerlo.

Habia ido de arriba abajo por el pasillo lleno de gente, rogando con el resto de la familia por que recuperara la conciencia. Pero finalmente no pudo soportar el atestado lugar por mas tiempo. Necesitaba aire, espacio para moverse y tranquilidad para pensar, asi que se habia ido al salon. Pero al cabo de un rato, tambien lo sentia como una prision.

– Allie. -Al oir la voz de Elizabeth a su espalda, se volvio con rapidez. Su mirada recorrio el rostro de su amiga, noto las oscuras ojeras.

– ?Como esta? -pregunto, consiguiendo hacer pasar las palabras a traves del nudo que tenia en la garganta.

Elizabeth se acerco a ella y la tomo de las manos.

– Esta despierto.

Sintio un alivio tan intenso que casi se mareo. «Esta despierto.» Un sonido, medio sollozo medio risa, le salio de entre los labios. Podia ser que en la historia de la humanidad se hubieran pronunciado dos palabras mas hermosas que esas, pero no era capaz de imaginarse cuales podrian haber sido.

Robert estaba sentado en la cama, apoyado sobre dos almohadones. Sentia como si en la vendada cabeza tuviera un batallon de diablos aporreandole el craneo con pesados martillos. El brazo y el hombro, inmovilizados por un cabestrillo, le dolian o le palpitaban, alternativamente, con una intensidad que le hacia desear apretar los dientes, solo que enseguida se dio cuenta de que si los apretaba, la cabeza le dolia aun mas.

Toda su familia habia entrado en la habitacion, rodeando la cama como una bandada de palomas arrulladoras. Caroline le habia tomado la mano derecha y su madre le agarraba la izquierda, mientras que Austin, Miles, Elizabeth y el doctor Sattler permanecian a los pies de la cama. Gracias a Dios que Michael se habia ofrecido voluntario para organizar el transporte de los cuerpos, porque si no seguramente tambien estaria alli, mirandolo. La unica que faltaba era Allie, y por mucho que amara a su familia y les agradeciera su preocupacion, ella era a quien, en ese momento, deseaba y necesitaba ver.

Elizabeth habia ido a buscarla, y uno a uno los miembros de la familia habian ido saliendo de la habitacion. Las ultimas en marcharse fueron su madre y Caroline, y ambas lo miraron con una profunda preocupacion e inquietud.

Les sonrio, con la esperanza de tranquilizarlas.

– ?Caspita! Si hubiera sabido que una herida superficial y un bulto en la cabeza me iban a proporcionar tanta atencion femenina, lo habria intentado antes. La proxima vez que me sienta abandonado, igual me golpeo con una roca.

La expresion de preocupacion de las mujeres se relajo un poco. Su madre se inclino y le beso suavemente en la mejilla.

– Querido, si alguna vez vuelves a darme un susto parecido, me vere obligada a adoptar M.M.D. -Le dedico la mirada mas fiera que Robert nunca habia visto en su rostro, usualmente sereno-. Medidas Muy Drasticas.

– Vaya, madre. No tenia ni idea de que fueras una tigresa. ?Te importaria decirme cuales?

– Me quedaria a tu lado en todo momento, preparada para luchar contra todos los malos. Si fuera necesario, les golpearia con el bolso hasta dejarlos inconscientes.

Robert rio, intentando no hacer una mueca cuando un agudo dolor se le clavo en el craneo y en el hombro.

– Ni sonaria con obligarte a hacer una cosa tan poco digna. Y en cuanto a quedarte a mi lado en todo momento… -Fruncio los labios-. Humm. Eso podria ser delicado.

La duquesa madre alzo una ceja.

– Sin duda lo seria. Por lo tanto, mas vale que no me obligues a hacerlo. Pero por ahora te dejare con Caroline. Volvere mas tarde a ver como estas.

– ?Es una amenaza o una promesa?

– Ambas cosas -respondio con una sonrisa. Salio del dormitorio y cerro la puerta.

Robert se volvio hacia Caroline. Vio sus ojos cargados de culpabilidad y le apreto la mano.

– Deja de mirarme asi -ordeno-. Estoy bien. Una gruesa lagrima resbalo por la mejilla de la joven. -Pero podrias haber muerto.

– Pero no ha sido asi.

– Allie podria haber muerto.

– Pero no ha sido asi.

– Todo es culpa mia. Si no la hubiera dejado sola con el…

– Me niego a escuchar esas tonterias. No sabias nada, ninguno de nosotros lo sabia. Ya se ha acabado, y Allie y yo estamos a salvo. Demos gracias por ello y no nos culpemos por cosas que ni podiamos controlar ni podemos cambiar. -Le ofrecio lo que esperaba que fuera una sonrisa tranquilizadora-. Me temo que vas a tener que aguantarme al menos durante las proximas decadas.

Caroline le tomo la mano y se la llevo a la mejilla.

– Gracias a Dios.

– Si quieres sentir pena por alguien, puedes dedicar toda tu lastima a Michael. Lo conozco bien. El de conde de Shelbourne no es un papel que adoptara, disfrutara o al que se adaptara sin dificultad.

Llamaron a la puerta. Caroline le dio un rapido beso en la mejilla.

– Debe de ser Allie. -Le dedico una mirada escrutadora-. Espero que todo vaya… bien.

El no contesto. Despues de todo, ?cuan bien podian ir las cosas? Aunque ya nada amenazaba la seguridad de Allie, entre ellos nada habia cambiado.

Caroline fue hasta la puerta y la abrio.

– Entra -dijo a Allie con una sonrisa.

La mirada inquieta de Allie encontro inmediatamente la de Robert, y el corazon de este se acelero al verla. Se la veia palida y preocupada.

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