– ?A quien, maldita sea?

– A… un caballero de Londres. A un traductor. La carta estaba escrita en un idioma extranjero que no podia leer.

Una expresion de sorpresa cruzo las tensas facciones de Geoffrey.

– ?Un idioma extranjero? ?Que tonteria es esa?

– Es cierto. Creo que el idioma podria ser gaelico. -El fruncio el ceno y luego hizo un gesto de asentimiento. -Gaelico. Si, supongo que es posible. -Entrecerro los ojos

– ?Cuando se la diste?

– El dia antes de partir de Londres.

– ?Nombre?

– Smythe. Edward Smythe.

– ?Direccion?

– No estoy segura. -Geoffrey la sacudio con violencia-. No la se-insistio Allie-. Le pedi al mayordomo que me recomendara un traductor y el me dio el nombre del senor Smythe. Yo solo escribi una carta de presentacion, la junte con la nota y se lo di todo al mayordomo para que lo enviara. No se adonde fue.

Los oscuros ojos del hombre se clavaron en los de Allie durante varios segundos. Luego dejo escapar una grunido de frustracion.

– Tengo mas preguntas, pero tendran que esperar. Debemos irnos de aqui.

Allie alzo la barbilla.

– No voy a ir a ninguna parte contigo.

En un instante, Geoffrey la habia soltado y habia sacado una pequena pistola del bolsillo de la chaqueta.

– Vas a venir conmigo y lo vas a hacer en silencio. Si gritas, te juro que sera el ultimo sonido que hagas.

Allie trago saliva.

– Tendrias problemas para explicar dos cadaveres.

– En absoluto. Dire que el mismo rufian que ataco al pobre Redfern regreso y nos vimos obligados a huir. Pero te agarro y, aunque intente salvarte, se te llevo a Dios sabe donde. Me mancho la cara con un poco de barro, actuo como si estuviera horrorizado y digo: «Yo he escapado por los pelos.» -La empujo hacia el caballo. Monto rapidamente y casi le disloco el brazo ya dolorido al subirla y colocarla ante el en la silla. Allie noto la pistola, que habia vuelto a guardar en el bolsillo. Si pudiera escaparse…

Un brazo fuerte y musculoso la rodeo por la cintura, casi asfixiandola, y Geoffrey espoleo el caballo.

Robert se hallaba sentado en el sofa, con los brazos apoyados en las rodillas, y observaba a Michael ir de un lado a otro ante la chimenea.

– El nombre del hombre con quien mi madre se caso era Nigel Hadmore. Era el segundo hijo del conde de Shelbourne.

Robert lo miro anonadado.

– Ese tal Nigel -continuo Michael- fue a Irlanda en uno de sus viajes, y el y madre se enamoraron locamente. Claro que mama no era una dama elegante, solo la hija del tabernero. Nigel decidio quedarse en Irlanda con ella, pero segun mama, su padre, un hombre muy estricto, le ordeno que regresara a su casa. Nigel se nego, y su padre lo dejo sin su sustanciosa pension hasta que recobrara la razon y regresara a Inglaterra.

Hizo una pausa mirando las llamas.

– ?Y regreso? -pregunto Richard.

– No. Al parecer habia ahorrado una suma importante y por lo tanto no le preocupo que dejaran de pasarle la pension. Mama me dijo que, por primera vez, Nigel se habia sentido libre del asfixiante control de su padre y que era feliz. Le pidio a mama que se casaran y ella acepto. Se casaron en Irlanda sin informar a su familia.

Se volvio hacia Robert con los oscuros ojos cargados de furia.

– Despues de la boda, fue cuando ese canalla demostro el tipo de hombre que era en realidad. Oh, al principio era feliz en Irlanda con su esposa e incluso mas feliz cuando mama le dijo que habia un bebe en camino. Pero pasados varios meses, se le acabaron los ahorros. Rapidamente se harto de trabajar en la taberna y empezo a echar de menos la vida lujosa que habia dejado atras. Su hijo acababa de cumplir seis meses cuando el pobre Nigel no pudo mas. -El labio superior de Michael formo una mueca de disgusto.

»Donde antes se habia sentido libre, ahora se sentia encadenado. No podia entender como mama era completamente feliz en su casita en medio de ninguna parte, trabajando un dia tras otro solo para poder comer. No podia ni imaginarse por que mama no queria nada mas para ella o para su hijo. Decia que aun amaba a mama y a su hijo, pero que no estaba hecho para trabajar y vivir en esas condiciones tan rusticas. -El tono de Michael se volvio mas mordaz-. Echaba en falta sus clubes y las brillantes reuniones sociales. La ropa fina. La comida delicada. Los criados. Decidio que haria las paces con su padre y conseguiria recuperar su sustanciosa pension.

– ?Y lo consiguio? -pregunto Robert.

Algo parecido al odio brillo en los ojos de Michael.

– Lo que ocurrio fue que cuando contacto con su padre, este le dijo que regresara. Al parecer el hermano mayor de Nigel habia muerto y ahora el era el heredero del condado. Cuando Nigel regreso a Inglaterra, su padre le informo de que, justo antes de la muerte de su hermano, habian arreglado el matrimonio entre este y la hija de un acaudalado duque. La familia Hadmore se enfrentaba a la bancarrota y necesitaba desesperadamente la gran dote de la hija del duque. El padre de Nigel le ordeno, como nuevo heredero, que cumpliera el compromiso y se casara con la hija del duque para salvar el nombre y las propiedades de la familia.

– Bueno, pues no lo podia hacer -comento Robert-. Ya estaba casado.

Michael le lanzo una mirada indescifrable.

– Si, la mayoria de los hombres consideraria eso un problema, pero no Nigel. No, el decidio que tenia una opcion. Se dio cuenta de que su matrimonio con la hija del duque tendria que realizarse pronto, antes de que el padre de ella considerase otras ofertas. No habria tiempo para conseguir la anulacion de su matrimonio con Brianne, e incluso si hubiera tiempo, no tenia en que basarla. Y claro, el divorcio era imposible. Pero… -Michael hizo una pausa mientras su expresion se endurecia aun mas-. Nadie en Inglaterra sabia que ya estaba casado. - Se miraron el uno al otro en total silencio durante varios segundos.

Robert movio la cabeza.

– No querras decir… No, es imposible.

– Ojala lo fuera, amigo mio.

Geoffrey se forzo a respirar profunda y lentamente para dominar el panico que amenazaba con apoderarse de el. Un dolor cegador le golpeaba los ojos, y necesito toda su fuerza de voluntad para concentrarse en guiar el caballo por el bosque.

Las palabras de Allie le batian en el cerebro. «Le di la carta a un traductor.» De repente se sintio aliviado. Si la nota estaba escrita en un idioma extranjero, las posibilidades de que otra gente la hubiera leido disminuian. Pero ?le estaria diciendo Alberta la verdad? ?O solo estaba intentando salvarse? Apreto los dientes. Pronto lo descubriria.

Avanzaban rapidamente, adentrandose en el bosque, cada vez mas lejos de la casa. Pasado un cuarto de hora, Geoffrey descubrio un claro en el que habia un lago. Un grupo de grandes rocas rodeaba la zona. Perfecto. Exactamente la clase de lugar donde podia decir que el rufian que habia matado a Redfern se habia lanzado sobre ellos mientras intentaban escapar de sus garras. Lo suficientemente lejos de la casa para hacer lo que debia. Detuvo el caballo y bajo de la silla.

– Baja -ordeno.

Allie obedecio en silencio y el caballo fue a beber al lago. Alberta miro directamente a Geoffrey.

– ?Que pretendes hacer ahora? -le pregunto.

El lo penso durante un momento. ?Como podria averiguar si mentia? ?Como conseguir lo que queria? Se le ocurrio una idea y sonrio para sus adentros. Ah, si… apelar a su compasion femenina.

– Lo cierto es que quiero disculparme -dijo, fingiendo una expresion avergonzada- por usar un arma de fuego en tu presencia. Era necesario que partieramos, y me parecio que no cooperarias con la suficiente rapidez sin un… incentivo. Sin embargo, te aseguro que no tengo ninguna intencion de hacerte dano alguno. Lo unico que quiero es la nota que estaba en la caja del anillo. Me pertenece.

Noto una expresion de recelo en el rostro de Allie. Casi podia ver como trabajaba su cerebro en el interior de su bonita cabeza, intentando idear una forma de escaparse de el. Sintio una admiracion involuntaria. No habia

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