persona que podria aconsejarte sobre tus hijas… es muy probable que echen de menos a June -agrego.
Mick no replico. Kat podria tener ganas de hablar de June, pero el no.
– ?Mick?
Era evidente que ella iba a insistir en el tema. Mick suspiro. Se dijo que quiza habia llegado la hora de hablar de su mujer.
– Se que las chicas echan de menos a su madre -dijo-. Trato de convencerme de que estoy haciendo un buen papel como padre. Pero no me hago ilusiones respecto a ocupar el lugar de su madre. Es duro para ellas.
– Tambien para ti. Estoy segura de que la echas de menos. June jamas oculto lo feliz que era -la sonrisa de Kat fue gentil-. Muchas veces me dijo que eras el unico hombre en la tierra con quien pudo haber convivido.
Hizo ese comentario para hacerle sonreir, pero a la luz de la luna vio el semblante austero de su acompanante y como en sus ojos se reflejaba algo que no podia definir a ciencia cierta. ?Acaso era dolor?
– Si; creo que era feliz con lo que habia entre nosotros.
– ?Es que lo dudas? Todo el vecindario sabia que eran una pareja perfecta -Kate se sintio incomoda de repente-. ?No eran… felices?
La voz de Mick fue seca, apacible, tajante.
– Estabamos casados. Y si no hubiera muerto, sin duda seguiriamos juntos.
– Lo cual me indica lo que opinas de la lealtad y la fidelidad en el matrimonio, pero no es eso lo que te he preguntado. ?Eran felices?
– June lo era. Tengo que creerlo, o catorce anos de mi vida carecerian de sentido. Ven aqui, pelirroja -cuando ella no me movio de inmediato, el extendio un brazo y le puso la enorme mano detras de la nuca. La estrecho hasta que sus caderas chocaron mientras andaban-. Te estas volviendo muy descarada ultimamente, me haces preguntas personales, actuas como si tuvieras derecho a saberlo todo sobre mi.
– Tengo derecho a saber…
– Por supuesto. Si quieres saber si he olvidado a June, la respuesta es no. No he olvidado ni espero olvidar a una persona que formo parte de mi vida tantos anos.
– Por supuesto que no.
– Pero lo que realmente quieres saber, lo que estoy seguro que esperas oir, es que aun no me he recuperado de la perdida de mi esposa. Guardo muy buenos recuerdos de June, pero nada que pueda constituir una amenaza para ti. No la veo cuando te estoy mirando. No la deseo a ella cuando te toco. No pienso en lo que tuve. Cuando estoy contigo pienso en lo que puedo tener -recorrio la cara de Kat con la mirada lenta e intensamente y el corazon de ella latio alocado.
– Yo… -Kat se dijo que Mick habia interpretado mal por completo la razon por la que ella habia mencionado a su esposa.
Pero el le sostenia la mirada. Ella temia que Mick la comprendiera demasiado. Temia que pudiera darse cuenta de como una mujer podia mentirse a si misma, por ejemplo.
– ?Ibas a decir algo?
– No me acuerdo -murmuro ella.
– Bien, porque ya basta de temas serios. Hace una noche agradable y el cielo esta cubierto de estrellas. Te apuesto cinco dolares a que llego primero a ese tronco que esta alli, en la playa. Te dare ventaja hasta contar cinco.
– Mick…
– Uno… ?todavia no has salido, pelirroja? Crei que nunca rechazarias un desafio. Dos…
Miro a su acompanante con una sonrisa retadora. Quiza el estaba de humor para hacer una absurda carrera por la playa, pero Kat estaba estupefacta. Nunca se le habia ocurrido que Mick hubiera sido infeliz con June. Mas aun, Kat tenia la impresion de haber tocado un tema que el preferia no tratar.
– Tres…
Kat echo a correr, aceptando el desafio automaticamente.
Mick la alcanzo de pronto, luego aflojo el paso, arrogante y confiado. Kat le devolvio la sonrisa desafiante. La adrenalina corrio por sus venas y las piernas le comenzaron a doler. La euforia se apodero de ella.
Kat jadeaba y se reia con la misma libertad que Mick cuando llego al tronco. El habia ganado la carrera y esperaba su premio.
– Olvidalo, tonto. Nunca acepte esa apuesta.
Mick jadeaba igual que ella. Sus ojos se entrecerraron peligrosamente.
– Has perdido. Me debes un premio.
– Eres un bribon -Kat se esforzo por contener la risa.
– Tienes dos bolsillos. Estoy seguro de que tienes dinero en uno de ellos.
– No tengo nada. Por Dios, dejalo ya, Larson -ella retrocedio, acercandose al mar. Mick avanzo. Ella volvio a retroceder. Mick sonreia y de repente el corazon de Kat comenzo a latir desbocadamente-. Te juro que no tengo dinero en los bolsillos.
– ?Crees que podria confiar en la palabra de una mujer que se niega a reconocer que ha perdido una apuesta?
– Comportate -Kat coloco una mano abierta delante de ella, como quien trata de detener a un toro que quiere embestir.
– Solo quiero ver que tienes en los bolsillos.
– No me toques, Mick Larson. Si te acercas un paso mas lo vas a lamentar. Te…
Kat se dio la vuelta para echar a correr cuando el se abalanzo, pero Mick ya la habia sujetado por la cintura con un brazo y con la otra mano le hurgaba en el bolsillo. Estaba todavia conteniendo la risa cuando los latidos de su corazon alcanzaron una velocidad vertiginosa.
– Diantres. No hay en este bolsillo -dijo Mick con aire inocente y la hizo volverse hacia el.
– Bribon…
El la beso evitando que continuara insultandolo. Kat penso que iba a desmayarse.
Cada vez que sentia los brazos de Mick alrededor de ella, sabia que no debia, que no podia arriesgarse. No tenia excusa para haber ido alli con el ese fin de semana; no tenia excusa para permitir que la besara. Sabia lo que Mick queria, y nada tenia que ver con su amistad o con ayudar a sus hijas, y al responder a su beso, le habia dado razones para que creyera que ella buscaba lo mismo.
Y ahi estaba el meollo de la cuestion, porque en realidad ella queria lo mismo que el. Nunca habia sentido nada mas agradable que las enormes y calidas manos de el deslizandose por su piel. Queria probar su boca; queria acariciarlo y entregarse a el.
Se dijo que no habia aprendido la leccion. Respondia con ardor a las caricias de Mick, porque la atraccion era muy poderosa. Comenzaba a creer que nada podia salir mal si hacia el amor con Mick.
El queria besarla. Y no solo eso, pero ya sabia hasta donde llegaba Kat antes de retroceder asustada y tambien lo que el sentia cuando ella respondia con vehemencia. Habia un punto en el que el escarceo dejaba de ser divertido, donde el deseo podia convertirse en una torturante necesidad fisica. Pero no queria presionarla. Queria que Kat lo deseara y se entregara libremente y de buen agrado, sin miedo. Libre, no insegura. Y Mick no dudaba que podia controlarse cuando fuera necesario.
Pero no habia tenido en cuenta las reacciones de Kat. Siempre, sus besos habian sido agradables, dulces y sensuales; incluso apasionados. Pero nunca desesperados. Siempre, ella le habia hecho saber, de manera sutil, cuando queria que se contuviera.
Le cino la estrecha cintura, acercandose a ella de manera deliberada, sensual.
Kat no se aparto. Se apreto contra el con igual sensualidad.
Se pusieron de rodillas en la arena, sin apartar sus bocas. Sus primeros besos eran apasionados y ella parecia que queria mas que eso.
Pero el se dio cuenta de que estaba asustada aunque lo deseara tanto como el a ella. Los dedos de Kat subieron por los brazos de Mick, se deslizaron por sus hombros y se enredaron en el escaso vello de su pecho. Sus bocas estaban fundidas en un beso profundo, intenso.
Mick trato de mantener el control, aunque habia deseado, ansiado, sonado con que Kat lo tocara asi. Con libertad. Con espontaneidad. Con pasion.
Estaba segura de que ella lo detendria en ese momento.
Pero no lo hizo. Sus delicadas manos se posaron en la cremallera de los pantalones de el. Su boca no se