– A la orden, senor -Kat corrio al instante a cumplir con su cometido.
– Ah… Kat.
– ?Dime?
– No debes soltar la ultima amarra hasta que estemos a bordo -se coloco las gafas de sol en la cabeza y sonrio-. Asi que eres una marinera curtida, ?eh?
– ?Vamos a izar velas?
Mick salto a cubierta antes, luego le ofrecio una mano.
– No en este viaje de prueba. Quiero probar los motores, ver como responde en el agua. Tu vas a estar muy ocupada tambien. Necesito que revises todo bajo cubierta y no como lo haria un ingeniero sino como una mujer.
– Si lo que tratas de decirme, Larson, es que mi lugar esta en la cocina.
– No, ahora eres mi grumete -coloco una gorra marinera en la cabeza de Kat y sonrio-. Tendras que aprender la jerga. Al cuarto de bano se le llama letrina; las camas son literas. Luego estan la proa -le toco la punta de los senos con el dedo indice-… la popa -le palmeo el trasero-. Y mientras estemos a bordo deberas llamarme 'capitan'.
– A sus ordenes, mi capitan.
Mick intento besarla, pero ella se escabullo.
Por lo que el pudo comprobar, Kat mostraba hacia el viaje en velero el mismo entusiasmo con que hacia todo lo demas. A los quince minutos Mick dirigia el barco por el rio Ashley hacia la bahia de Charleston. El viento habia arreciado e intensificado los olores marinos y la corriente era impetuosa. Kat andaba por todas partes: inclinada en la barandilla para mirar las imponentes mansiones blancas de la costa de Charleston, luego exploraba la cubierta de proa, donde las olas se estrellaban en el casco salpicandola y haciendo que se riera regocijada. Le pidio al 'capitan' que le explicara para que servian todos los aparatos en la sala de comunicaciones, luego bajo para explorar el camarote. Paso un cuarto de hora alli antes que Mick viera aparecer su cabeza asomando por la escotilla abierta.
– Mas vale que lo sepas, Mick… capitan. Tendras que quedarte con tu bebe. Tendras que decirle al tipo ese de Maine que ha tenido mala suerte.
– Te gusta, ?verdad?
– ?Que si me gusta? ?Que clase de palabra es esa? Estoy hablando de amor; de una gran pasion. Este yate es una belleza.
Todavia hablaba con entusiasmo cuando desaparecio tras la escotilla.
Mick la llamo para que viera algunos delfines. El viento agito el pelo de la joven. Los rizos se arremolinaban por su nuca y frente. Mick le daba alguna que otra orden solo para ver aparecer una sonrisa en la cara de su 'grumete'.
Eso era lo que habia deseado para Kat, lo que habia planeado. Cuando habia ido a buscarla, Kat estaba muy nerviosa, completamente segura de que la esperaba una noche de seduccion. Tenia razones para estar inquieta… pero estaba equivocada.
El queria que se diera cuenta de que formaban una pareja perfecta. Ella estaba contenta con el. Las diferencias entre ellos eran superficiales. El no tenia que entender de encajes y lamparas del siglo diecinueve para admirarla por la forma en la que dirigia su negocio. Ella no tenia que dominar los tecnicismos de la construccion naviera para compartir su amor por su trabajo.
Era cierto que queria seducir a Kat, engatusarla… pero mostrandole la clase de vida de la que disfrutarian juntos.
Mas alla de la bahia, en una ensenada donde las olas se movian con suavidad y el sol comenzaba a ponerse en el horizonte, Mick paro los motores y echo el ancla. Su 'bebe' habia demostrado en su primer viaje por mar que funcionaba a la perfeccion. Cualquier marinero sabia que la paciencia y la experiencia tenian su recompensa en el timon.
Como hombre se habia olvidado del barco al pensar en Kat. Estaba preparado para cuando llegara el momento de la relacion intima. Esa noche, sin embargo, deseaba amarla de manera total, pero no fisica. De muchas formas ella le habia indicado que tenia miedo de la relacion sexual. Necesitaba tiempo y Mick era paciente, podia controlarse y queria demostrarlo a toda costa.
Penso en la boca de Kat, en el brillo de sus ojos y gruno para si antes de bajar al camarote.
Kat tenia problemas y Mick lo supo cuando sirvio la cena. Desde el momento en que fue a buscarla a su casa, Mick habia saboteado su animo cauteloso, inquieto. Kat procuraba mantenerse nerviosa, pero no podia. Mick hacia imposible, con su actitud, que su invitada permaneciera tensa. De cualquier manera, Kat parecia estar algo ansiosa aun cuando llego el momento de cenar.
Pero su ansiedad se desvanecio en el momento, en el que Mick coloco delante de ella un plato con un langostino y luego un delicioso guiso de judias con arroz.
– ?Que quieres para beber? ?Te helado? ?Cerveza?
– Cerveza, por favor. Ire a buscarla yo -abrio las botellas de cerveza y las llevo a la mesa.
Sus temores de tener que soportar cenar con velas y vivir escenas de seduccion le parecian mas tontos cada vez, asi que se sento comodamente y empezo a comer con avidez.
– Hace anos que no comia langostino. Me encanta la cocina de Carolina del Sur.
– Creo que estas equivocada. Este plato es originario de Louisiana Bayou, no de Carolina del Sur.
– ?Para que tanta precision? El sur es el sur. ?Cuanta pimienta roja les pusiste a las judias.
Mick no respondio, se limito a llevar la pimienta a la mesa con una amplia sonrisa en los labios.
– Cuando te quemes la lengua, tendre otra cerveza a mano. Apenas puedo esperar a ver como te las arreglas para comer las patas de langostino.
– La unica regla de etiqueta que se aplica en este caso es el entusiasmo, los modales no importaban.
Kat arranco una cola, rompio la concha con los pulgares y con los dedos saco la suculenta carne blanca del interior. El primer bocado fue maravilloso. El segundo todavia mejor.
Mick dijo, arrastrando las palabras:
– ?Por casualidad hace varias semanas que no comes?
– Mira quien habla. Estas acabando con tu langostino tan rapido como yo.
– Iba a preguntarte como iba la lista de comprobacion de los objetos que has visto en la sala de comunicaciones, pero es evidente que te seria muy dificil comer y hablar al mismo tiempo.
Kat ignoro su broma.
– He comprobado todos los aparatos que aparecian en tu lista, lo cual fue una completa perdida de tiempo. Tu deberias saber que todo esta perfecto. Mas que perfecto.
– ?Lo crees de verdad?
Mientras seguian comiendo, Kat miro el camarote. Todo era orden y pulcritud, elegancia y comodidad.
Los barcos eran el mundo de Mick, no el de ella. Sin embargo, le resulto facil imaginarse una luna de miel en un yate como ese. Haciendo el amor, surcando las aguas, despertando al ritmo del oleaje y haciendo otra vez el amor. Kat cerro de repente los ojos con fuerza.
– ?No te estaras rindiendo tan pronto? -la hostigo Mick.
Ella se forzo a sonreir y aparto su plato.
– Estoy que reviento.
– Pero si solo has comido como tres hombres. Estaba seguro de que tendrias mas apetito.
Kat le tiro la servilleta. No dio en el blanco y los dos se rieron.
– Esta bien, Larson, estas muy cansado de tanto dar ordenes. Cierra los ojos y relajate. Yo me encargare de fregar los platos.
– Los dos lo haremos.
– No hay suficiente espacio para los dos. Ademas, puedo hacer las cosas mas rapido si estoy sola.
Mick no le hizo caso. Cada vez que Kat se daba la vuelta, se topaba con el. Su muslo rozo el de el cuando se inclino para dejar algunos platos en el armario. Cuando Mick alargo el brazo para guardar un vaso, le rozo el hombro. El deseo crepitaba entre los dos tan indefinible como la luz de la luna, tan familiar y poderoso como el creciente amor que Kat sentia por el.
Fuera, la luz de las estrellas se filtraba por las ventanas abiertas. Cuando la luna salio, ceso el viento. El Atlantico estaba alli fuera, la quietud del mar era embriagadora y Kat se decia una y otra vez que debia ser