Con cuidadosa ternura, le acaricio el hombro. Posiblemente para demostrar que estaba dispuesta, Nicole reacciono al instante frotandole el cuello con la mejilla.

– ?Estas nerviosa? -murmuro Mitch.

– Oh, no.

Era dificil rebatir una mentira susurrada con tanta suavidad.

– ?Ni siquiera un poquito nerviosa?

– Bueno… quiza un poco, si.

El siguio acariciandola, confortandola, pero no conseguia disipar la tension que percibia en sus musculos. Poco a poco, Mitch empezo a sentirse tenso tambien. Habia pensado que llevandola a su casa, a su cama, se sentiria comoda y relajada, pues fue alli donde hicieron el amor por primera vez. Pero, en el fondo, ella no lo recordaba.

– ?Sabes una cosa? -murmuro el finalmente.

– ?Que?

Mitch alargo la mano libre y tomo la de ella.

– Aqui solo estamos tu y yo. Y eso significa que podemos esperar hasta manana, Nik. Hasta cuando sea. Nos queda toda una vida por delante. No tenemos por que seguir mas reglas que las nuestras.

Nicole no dijo nada, pero la tension que la atenazaba se esfumo al instante. Sin embargo, su mano siguio aferrada a la de el, comunicandole un mensaje de amor, de miedo, de soledad. Y cuando por fin se quedo dormida, sus dedos no lo soltaron… como si no pudiera dormir sin temer que la abandonase.

Como si el fuera capaz de abandonarla.

Mitch clavo la mirada en el techo, despierto como un buho, tratando de determinar exactamente por que, de pronto, Nicole habia sentido miedo de hacer el amor con el.

Cuando Nicole se desperto, el sol iluminaba el cobertor color rosa. Antes incluso de abrir los ojos, supo que estaba sola en la cama… y donde estaba Mitch. Oyo el ruido del agua de la ducha, y luego solo silencio durante algunos minutos. Por fin, el pomo de la puerta del cuarto se giro y Nik oyo el ruido de las pisadas de Mitch antes de verlo entrar de puntillas, con el sigilo de un ladron y una toalla alrededor de la cintura. Se agacho para recoger la ropa que habia dejado en el suelo por la noche.

– Buenos dias -susurro ella.

El se incorporo dando un respingo. El agua aun goteaba de su pelo revuelto y del vello rubio de su pecho. La toalla blanca dejaba al descubierto sus musculosas piernas de corredor y su estomago liso. Tenia la piel bronceada. Se notaba que habia tomado el sol en su yate, desnudo.

– Demonios, no queria despertarte -se apresuro a decir Mitch.

– No me has despertado.

– He llevado al cachorro a dar un paseo y despues he tomado una ducha. Aun no he hecho cafe, pero pensaba traertelo a la cama. Este cuarto… -Mitch meneo la cabeza-. En cuanto lo vi, me di cuenta de que iba con tu personalidad. La decoracion del resto de la casa es muy distinta. Pero este cuarto tiene tu esencia.

El comentario sirvio de acicate emocional en la consciencia de Nicole. Por eso se habia quedado paralizada la noche anterior. Por eso habia tenido suenos de culpabilidad que habian turbado su descanso. Temia que Mitch tuviera un concepto idealizado y falso de ella.

– Este cuarto no tiene mi esencia, Mitch -dijo lentamente-. Ven, ?puedes sentarte conmigo un momento?

– ?Seguro que antes no quieres una taza de cafe…?

– Sera solo un momento.

Con una mirada de cautela, Mitch se tumbo en la cama y utilizo una almohada para mantenerse incorporado.

– Anoche deseaba mas que nada en el mundo hacer el amor contigo -dijo Nicole suavemente-. Pero tengo un problema del que deberia haberte hablado. Y, para mi, mi silencio equivalia a mentir. Trate de decirtelo antes, de veras, pero siempre nos interrumpia algo, o… quiza me lo impedia mi cobardia. Pero necesito decirtelo, o el sentimiento de culpa acabara volviendome loca.

– Vamos, Nik. Ya te lo dije antes. Sea lo que sea, no puede ser tan grave. ?Crees que soy dado a condenar a los demas?

– No. Pero te considero una persona sumamente integra. Y mi pasado no es algo de lo que me sienta orgullosa. Se como me ven los demas. Bromean acerca de mi caracter. Dicen que soy mojigata, que soy una santa. Pero eso no es en absoluto cierto. Nunca he sido tan «buena». Ya te dije que estoy enemistada con mis padres, pero no te hable de la gravedad de los hechos. Llevan un par de anos aceptando mis llamadas, pero nada mas. No se si querran conocerte. Hace muchos anos que se desentendieron de mi. Y les di motivos para ello.

– ?Cometiste un asesinato, Nik? ?Atracaste un banco?

Ella exhalo un suspiro.

– Piensas que lo que voy a decirte no es serio, pero te equivocas. Creo que empece a mostrarme rebelde desde muy pequena. Los profesores me tachaban de «incorregible» antes incluso del instituto. Ni siquiera se por que me portaba asi. Siempre estaba enojada con todo. Nada de lo que hacia era lo bastante bueno para mis padres, de modo que simplemente trataba de demostrarles que el mal concepto que tenian de mi era acertado. Me metia en lios continuamente. Y me escape de casa. Vivi en las calles de Seattle a los quince anos.

Mitch se habia girado para mirarla. Al principio, parecia que iba a bromear acerca de su confesion, pero su sonrisa acabo extinguiendose y su expresion se torno grave.

– Gracias a Dios -dijo-, sobreviviste.

Aquella aprobacion sin reservas la confundio.

– Mitch. Estuve en las calles. Seguramente te preguntaras si cai en la droga o en la prostitucion…

El la interrumpio.

– Estas muy cerca de conseguir que me enfade. Aun sigues esperando que me comporte como un juez. Eras una nina de quince anos en una situacion que la desbordaba por completo. Lo unico que importa es que sobreviviste.

– Bueno, te confieso que estuve a punto de no hacerlo. Por fortuna, cuando todo parecia perdido, un policia me sorprendio robando comida y me acogio en su casa. Espero que algun dia conozcas a Sammy y a Leila, su esposa. Ellos consiguieron que volviera al colegio y, mas tarde, que fuera a la universidad. Gracias a ellos, se como quiero educar a mis hijos… Pero empiezo a divagar -Nik se froto las sienes-. La cuestion, Mitch, es que necesitaba que supieras toda la historia. No soy ninguna santa. Por feo que sea mi pasado, no puedo fingir que no forma parte de mi vida.

– Trataste de contarmelo antes -dijo el.

– Si. De verdad. Al principio, no… pero si despues de que surgiera el tema del matrimonio.

Por un momento, Mitch no dijo nada, como si estuviera asimilando toda la historia. Luego cambio de postura y se estiro en la cama cuan largo era.

– No eres la unica que ha cargado con un pecado de omision en la conciencia, Nik.

Ella arqueo las cejas.

– ?Como? ?Tu tambien?

Mitch se froto la mejilla con la mano.

– Te conte lo sucedido la noche de la fiesta.

– Si.

– Te dije que fue increible. Y si, lo fue -Mitch hizo una pausa-. Pero posiblemente no fue tan increible como te he hecho creer.

– ?Por que dices eso?

– Mmm… todo lo que te conte es cierto. Desde mi punto de vista. Pero no puedo jurar que fuese algo del otro mundo. Desde tu punto de vista. Sobre todo, porque lo olvidaste.

Nicole no comprendia nada.

– Ya te dije como me afecta el champan…

– Si, me lo dijiste. Pero me resulta dificil creerlo, porque ninguno de los dos habia bebido tanto. Lo cierto es que… cuando descubri que no recordabas nada, quise que pensaras que la experiencia habia sido maravillosa. Que pensaras en mi como en un amante fabuloso. Que creyeras que el padre de tu hijo era un hombre excepcional. Pero…

Mitch se interrumpio, y Nicole no tenia idea de a donde queria ir a parar.

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