– ?No?
Liz miro por la ventana el rio gris y las nubes que se movian rapidamente. No habia nada bonito en el rio Ravensport en noviembre. Mientras ella estaba ocupada en Milwaukee destrozando su vida, su pueblo natal habia sufrido cambios economicos. Numerosos negocios se habian instalado en el pueblo y la Camara de la Propiedad habia publicado un anuncio solicitando un relaciones publicas. Trabajo para el que Liz habia pasado una entrevista esa manana. Ravensport nunca seria un puerto importante, pero en verano atraia botes del Lago Michigan. La autopista que iba de Sheboygan a Milwaukee en donde habia triunfado el negocio de Clay todavia admitia mas empresas de servicios. Alguien tendria que atraerlas. Alguien que supiera que los lugarenos detestaban las luces de neon y el oropel y no querian industrias nuevas que pusieran en peligro la esencia y la naturaleza de un pequeno pueblo.
Alguien que no iba a ser Liz. Aquella manana habia sabido que ella no tenia ni la titulacion ni la experiencia en el trato con la gente que se requerian. Ella sabia que podia hacerlo, y deseaba hacerlo. Algunas personas no considerarian muy excitante aquel trabajo, pero la taza de te de un hombre puede ser una copa de champan para otro. Necesitaba desafios y trabajar con gente, un compromiso al que poder hincar el diente, trabajar en algo que la hiciera sentirse util…
– He oido que has vuelto a salir con Clay.
El senor Nealy no dejaba de refregar los mostradores.
– Si.
La sonrisa de Liz fue ironica. Negar su relacion con Clay seria absurdo. Cuando alguien de Ravensport queria alguna informacion, recurria a la biblioteca, al periodico o al senor Nealy. Los habitantes del pueblo seguian cotilleando sobre el comportamiento de Clay. Se decia que se habia visto comprometido con una mujer casada dos anos atras, que habia financiado las mejoras de su local con dinero dudoso, que el padre de cierto chico habia intentado hacer pedazos el restaurante porque Clay habia animado a su hijo a probar drogas. El senor Nealy la miro largamente, como si esperara algun comentario. Liz le conocia desde hacia mucho tiempo.
– Yo no se si es cierto o no. Solo repito lo que he oido, pero tambien he oido que tiene una habitacion en ese motel para chicos con problemas. Drogas, fugas, lo que sea… Los chicos tienen un sitio al que ir. Y puede que Lancer, el del banco, lamente no haberle hecho un prestamo en su momento. Y en cuanto a la mujer casada… Tonterias. Ese escandalo procede de Hester McKee. Creere lo que diga Hester McKee cuando la luna se vuelva verde. Ahora, en mi opinion…
El senor Nealy le dio a Liz tiempo suficiente para que le interrumpiera, pero Liz no se sentia inclinada a hacerlo.
– En mi opinion -repitio el senor Nealy-, Clay Stewart no le ha replicado a nadie desde que tenia cuatro anos y sigue sin hacerlo. El infierno se helara antes de que se defienda a si mismo y nadie le va a decir a ese hombre lo que tiene que hacer ni como.
– Lo se -murmuro Liz.
– Tiene un talon de Aquiles: ese chico suyo. Si alguien le hace pasar un mal rato a ese chico, no quisiera estar cerca para recoger los pedazos cuando Clay acabe con el.
– Tambien lo se.
– Le he visto tomar una cerveza de vez en cuando. Una cerveza, nunca dos. Su madre murio hace unos anos, ?lo sabias?
– Me lo dijeron.
– Cuando los ricos tienen un problema con la bebida, los llaman alcoholicos. A los pobres los llaman borrachos. La madre de Clay podria haber sido millonaria y nunca habria sido mas que una borracha. Se aseguro de que ese chico creyera que nadie le queria. ?Te vas a quedar con ese muchacho esta vez, Elizabeth, o vas a echarle el lazo como hiciste la ultima vez para luego abandonar el barco?
Ella abrio la boca debido a la sorpresa.
– ?Que cosas dice! Yo nunca abandone a Clay, senor Nealy.
– ?No?
– Por supuesto que no. Me fui de casa… porque no queria estar alli cuando mis padres se separaron. Andy no me necesitaba, y tenia que ir a la universidad y vivir mi vida.
– ?Y eso fue todo? Yo habria jurado que te fuiste porque Clay queria que te fueras. Siempre pense que tu no querias irte. No puedo imaginar por que te fuiste. El creia que el sol salia y se ponia por ti. Tu debias saberlo.
– Usted esta equivocado. ?O ha olvidado que hace diez anos yo solo era una cria? Una cria que tenia la costumbre de perseguirle, como usted solia decir. El no se interesa por mi, senor Nealy, del modo que usted insinua.
– ?No?
Liz llevo su copa al fregadero y la enjuago.
– Evidentemente no.
– Coge el bolso para pagarme esa soda y te dare un manotazo, Elizabeth Brady.
Ella le dio al senor Nealy un sonoro beso en la mejilla que le puso las orejas rojas y se fue. Ya habia escuchado bastante. Durante demasiado tiempo.
Durante la hora transcurrida el cielo habia ennegrecido amenazadoramente. Ella apenas lo noto. Recorrio las tres manzanas hasta su coche con la cabeza baja. El senor Nealy tenia buena intencion. Pero lo habia malinterpretado todo. Ella no habia dejado Ravensport por Clay. En cuanto a que Clay creyera que el sol salia y se ponia por ella… Bueno, el senor Nealy debia haberles visto durante los ultimos ocho dias. Ella habia pensado que al decirle a Clay que le amaba podria provocar una reaccion en el. Desde luego asi habia sido. Durante toda la semana anterior, el habia aparecido dos veces al dia en vez de una, con su hijo, normalmente. Baloncesto, futbol, paseos en bici, excursiones. Liz habia dejado de preocuparse de que Spencer se hiciera ilusiones por pasar tanto tiempo con ella. Los partidos de futbol a tres podian destruir las ilusiones de cualquier chico de que su padre estuviera interesado romanticamente en alguien. Clay jamas eludia los problemas. La estaba tratando con maravillosa paciencia y amabilidad, del mismo modo que trataria a alguien que hubiera visto un OVNI. No hay que intentar razonar con los locos. Hay que agotados fisicamente para mantener sus mentes alejadas de sus desvarios.
Liz estaba agotada. El senor Nealy estaba totalmente equivocado. «Y tu sigues siendo una mentirosa». Su corazon seguia susurrando que el necesitaba a alguien, que nadie habia estado a su lado cuando las cosas se pusieron dificiles, que de entre todas las mujeres de su vida ninguna habia obligado a aquel hombre a aceptar amor, carino, afecto. A toda la poblacion femenina de Ravensport debia pasarle algo ya que ninguna habia comprendido todavia lo que necesitaba aquel hombre. Una mujer fuerte y generosa. Una mujer que no permitiera que el orgullo se interpusiera en lo que sabia, en lo que sentia, en lo que queria para ella misma. Y para el. «?Que ha sido de tu fe en ti misma, Elizabeth Brady?››, penso mientras su paso vacilaba delante del letrero en que ponia «Kaiser's››. Sintio un fuerte impulso de abrir la puerta. «?Vas a creerle, Liz? ?O vas a creer en lo que siente cada vez que os tocais?››
Cavilar era cansado. Lo que ella necesitaba era un cambio de estado de animo. El mismo sistema para cambiar de animo que habian utilizado las mujeres desde el principio del tiempo. Cambio, impulso, riesgo. ?No era lo que habia ido a buscar en su hogar? Dejando a un lado una docena de razonamientos, Liz se armo de coraje y abrio la puerta.
Capitulo Siete
– ?Te gusta? -pregunto Janet Kaiser desde detras de ella-. Creo que es un estilo perfecto para ti. Mucho cuerpo, facil de cuidar.
La peluquera desato la bata de plastico del cuello de Liz. Mechones de pelo rubio claro cayeron al suelo. Muchos mechones. Sin querer mirar al espejo, Liz se levanto del sillon. El nuevo estilo era frances, juvenil y corto. Algunos mechones le caian sobre la frente. Un movimiento de la cabeza y todo el pelo se movia. El resultado era femenino y sexy, el estilo que elegiria una mujer atrevida y segura de si misma. O el aspecto que elegiria una mujer que quisiera llegar a ser atrevida y segura de si misma.
– Te gusta, ?verdad?