violadores desde el momento en que Spencer no habia bajado del autobus escolar. El Mar Rojo de cuerpos se abrio para dejar salir a una mujer rubia y menuda y volvio a cerrarse inmediatamente alrededor de su hijo. Liz vacilo un momento y luego se acerco a el.

Si un hombre podia parecer solitario en medio de una multitud, era Clay. Con las manos metidas en el cinturon, los hombros erguidos y la mandibula rigida, irradiaba una ira helada. Solo Liz podia leer en sus ojos profundos, angustiados y solitarios.

Se puso de puntillas para besarle.

– Esta bien, Clay. Tienes que creerlo.

– Ya veo que esta bien.

Algo se habia relajado en su interior en cuanto ella le habia tocado. Elizabeth Brady era muy peligrosa para los varones Stewart. Spencer le habia echado un vistazo y la habia adoptado. Clay la miraba y sentia que su cordura se esfumaba.

El vestido que llevaba bajo el abrigo abierto era rojo. Liz nunca vestia de rojo. Y su pelo… La habria matado. Sobre su frente caian unos indisciplinados mechones. Su garganta parecia desnuda.

Ella le hacia sentirse impotente con el vestido rojo y el nuevo peinado, con su necesidad de cambios rapidos y su deseo de experiencias nuevas. El sabia que ella no se le habia declarado en serio. En toda su vida solo le habia importado realmente dos personas. Y al parecer nunca hacia lo conveniente para ambas. A Liz solo habia querido protegerla del tipo erroneo de hombre hasta que hubiera superado el sindrome de recien divorciada. En cambio, su instinto protector se habia convertido en deseo y en un feroz y solitario anhelo que le estaba desgarrando por dentro.

– Yo creia que el habria confiado en mi siempre, sin importar en que lio estuviera metido. ?Que demonios creia que le iba a hacer?

– El no cree que vayas a hacer nada, Clay. Excepto gritarle, y eso no es lo que le da miedo.

– Bueno, ?entonces de que tiene miedo?

Liz le acaricio la mejilla. Al parecer, el no se daba cuenta de que le estaba apretando la mano.

– No lo ha dicho con estas palabras, pero estoy segura de que le aterra desilusionarte.

– ?Esa es la mayor estupidez que he oido!

– Quizas deberias decirselo a el.

– Hare algo mas que decirselo.

Clay se abrio paso entre el grupo y agarro a su hijo. Hombros, espalda, rodillas, pecas… Se convencio de que su hijo estaba bien antes de cerrar los ojos y tomar en brazos a Spencer. Liz comprendio que Clay inhalaba el olor, el sabor, el tacto, la vista de su hijo.

– ?Vas a tener problemas! -le dijo Clay a su hijo.

El chico se separo de los brazos paternos lo suficiente para observar la cara de Clay. En los preocupados ojos castanos aparecio una expresion divertida.

– No estas enfadado.

– Estoy enfadadisimo.

– Vamos, papa, ya veo que no. Bajame en seguida. ?La gente va a pensar que soy un nino!

– Mala suerte.

Clay se coloco a su hijo en un brazo y tomo la mano de Liz. De repente comprendio que estaba en un vestibulo lleno de gente que le sonreia. La sonrisa de Cameron era sencillamente imbecil. Una mujer totalmente desconocida estaba sentada en una maleta con su marido y le sonreia de oreja a oreja. El personal, gente esperando para inscribirse… Tres telefonos sonando y el restaurante abarrotado para la cena.

– ?Es que nadie tiene nada que hacer? -ladro Clay. Todo el mundo se escabullo. Clay llevo a las dos unicas personas que le importaban hasta sus habitaciones. Su hijo tambien sonreia y en sus ojos habia un brillo malicioso, que no duraria mucho. Cuando Spencer no habia bajado del autobus, Clay habia llamado a la escuela.

– Muy bien. ?Donde esta la nota? -quiso saber en cuanto estuvieron en su apartamento.

– ?Que nota?

Spencer echo un vistazo a la cara de su padre y murmuro:

– ?Oh! Esa nota. La que Liz va a explicarte.

– Liz va a estar ocupada quitandose los zapatos y sentandose en ese sofa. Ha tenido una tarde dificil. Tendras que explicarmelo tu mismo. Pero, primero, quiero saber exactamente como llegaste a casa de Liz.

– Cogi el autobus de la escuela. Me baje en su esquina en vez de venir a casa.

Que su padre estuviera preocupado por el transporte no habia pasado por la cabeza de Spencer en ningun momento.

– ?Y el conductor te dejo hacerla?

Spencer estaba atonito.

– ?Y por que habria de importarle?

Liz miro a Clay de reojo y penso que el conductor del autobus se preocuparia a partir de la manana siguiente de donde y cuando dejaba a cada escolar. Spencer no se fijo en la mirada de los ojos de su padre. Estaba demasiado preocupado por la nota que Clay tenia en la mano. Mientras Clay leia, Spencer se saco los zapatos y fue a situarse detras del sofa en el que estaba sentado. Clay acabo de leer la nota y le hizo un gesto a su hijo con los dedos para que se acercara a el.

– Tengo que hacer los deberes.

El indice de Clay le indico que se acercara mas y Spencer empezo a soltar explicaciones a mil por hora. Cuando acabo con la historia, estaba hablando en el regazo de Clay

– Hiciste novillos -dijo Clay suavemente.

– ?Demonios! Eso ya lo se.

– ?Por que no me contaste que lo pasabas mal en clase de matematicas?

– Porque tu querias que fuera a esa clase de matematicas -dijo Spencer pesaroso.

– Lo hice porque crei que a ti te gustaria. Tu profesor decia que te aburrias, que ibas por delante de los demas chicos, que te gustaria un estimulo mayor. Si no te gustaba, solo tenias que decirmelo.

– Pero a ti te gusta que sea listo -dijo Spencer.

– Chico, lo has entendido mal. Me gusta que seas feliz.

– Seria muchisimo mas feliz si no tuviera que ir a sexto grado todos los dias.

– La proxima vez que vayas a sexto grado sera porque sea tu curso. Si esto ha quedado claro, tenemos que hablar de dos cosas mas.

Su hijo se agitaba en su regazo como las hormigas sobre la mermelada.

– Primero, habiamos quedado en que dejarias de maldecir.

– ?Lo intento!

– Segundo… ?Maldita sea, Spencer! ?De verdad te daba miedo hablar conmigo?

– No me daba miedo que me chillaras. Me daba miedo que te pusieras mal por mi culpa.

– Eso no es posible -le informo Clay

– Muy bien, papa. Ahora tengo que dar de comer a mis peces.

Clay le abrazo y le solto. En cuanto Spencer estuvo fuera de su vista, Clay solto un largo suspiro de cansancio y solo entonces vio que Liz estaba recogiendo su abrigo.

– ?Donde vas?

– A casa.

Se colgo el bolso del hombro.

– Has estado maravilloso con tu hijo.

– No. Si supiera tratarle correctamente, habria sabido que podia hablar conmigo.

– Eso son tonterias. ?Nunca has conocido a un nino que quisiera ahorrarse una reganina?

– A veces me temo que esta un poco malcriado.

– Clay que si. Tu tuviste una infancia dificil. Es logico que trates de compensarlo. ?No crees que forma parte de la naturaleza humana?

– Muchas personas de este pueblo creen que un motel no es el sitio adecuado para criar a un nino.

– Muchas personas son tontas. Es un sitio estupendo para que el crezca, Clay. Puedes dedicarle unos momentos, incluso cuando estas mas ocupado, y ademas cuanta con Cam, George y Sussie. Todos lo adoran.

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