Desde que sufrio el accidente, no habia habido mujeres en su vida. Fox pensaba que el amor y el sexo habian desaparecido de su vida indefinidamente. ?Como iba a saber que esa privacion lo estaba volviendo loco? ?O que lo preocupaba saber si su cuerpo podria seguir funcionando con normalidad?

Asi era.

«Charlie», suelto, se movia como el rabo de un cachorro, empujando contra el abdomen de Phoebe con desinhibido entusiasmo. Ella era bajita. Muy bajita. Si tuviera fuerza, podria haberla tomado en brazos y… pero si lo hacia caerian los dos al suelo.

Tocarla, acariciarla, besarla, lo hacia sentirse como un hombre al que le ofrecieran un vaso de agua clara y fresca despues de semanas en el desierto. Ella era como el agua, liquida, a su alrededor, sus besos ahogando el dolor, cualquier dolor.

No habia tiempo para meter el pie en el agua y probar la temperatura. Asi que se tiro de cabeza, boca, codos, cerebro, corazon… y Charlie, por supuesto.

Ella no dejaba de besarlo. Y emitia una especie de gemidos suaves, tristes, emocionados. Sus pechos se ponian duros, se aplastaban contra el. Se agarraba a el como si no quisiera soltarse nunca.

Muy bien. Fox por fin lo entendia.

No era real. No era normal. Era una bruja. Las mujeres de verdad no respondian asi ante un hombre al que no conocian de nada. Phoebe se portaba como si quisiera que le hiciera de todo, como si hubiera perdido toda inhibicion en cuanto la toco, como si el fuera el hombre mas sexy del mundo. Como si no hubiera vivido hasta que el la beso.

Fox recordo entonces una fantasia de cuando tenia dieciseis anos. Asi era como sonaba que seria con una chica… pero entonces se hizo mayor, claro. Con las mujeres de verdad habia que hacer un esfuerzo. Las mujeres tenian que conocer a un hombre antes de confiar en el y la confianza era necesaria para que el sexo fuera interesante. En fin, el sexo siempre era interesante, pero para que fuera bueno de verdad, merecia la pena esperar.

Con Phoebe era… era como si alguien la hubiera creado solo para el. Sabia como tocarlo, como suspirar para volverlo loco.

Era tan raro. Llevaba meses debil como un gatito y ahora, de repente, se sentia tan poderoso como para mover montanas.

Y la culpa era de aquella maldita pelirroja que lo habia hecho pensar en el amor otra vez. En despertar al lado de alguien cada manana. En enredar los dedos en aquel pelo largo y rojo cada noche.

– Oye…

Parecia su voz, mas ronca que nunca, interrumpiendolos. No la de ella.

Fox levanto la cabeza, ella no. Era el quien queria poner un poco de sensatez en todo aquel asunto.

?Donde estaba el sentido comun de aquella chica? Era sabado por la tarde, por Dios. Las perritas los miraban como intentando comprender el extrano comportamiento de los seres humanos. El sol entraba por las ventanas y le dolia la pierna como el demonio. El dolor no era algo nuevo para el, pero hacia tiempo que no experimentaba el dolor de la frustracion sexual.

– ?Que esta pasando aqui?

– ?Eh? ?No has sido tu el que se me ha echado encima?

– Pero tu no me has parado.

– ?Y eso te hace menos culpable?

– No, pero me confunde… ?por que me has besado?

– Fox… se que lo has pasado muy mal y que sigues sufriendo…

– Ah, ?entonces me has besado porque sientes compasion por mi?

Ella lo abrazo.

– Lo se… ningun hombre quiere la compasion de una mujer.

– Desde luego que no.

– Pero «compasion» no es la palabra. Fergus… es otra cosa.

– ?Que, pena?

– No, es algo mas -rio Phoebe-. Voy a contarte un problema que tengo.

– Dime.

– Los hombres suelen pensar que me gusta el sexo porque soy masajista. Para mi, eso es absurdo. Evidentemente, me importa la gente o no me dedicaria a esto, pero cuando toco a alguien como masajista… como contigo, por ejemplo, siento compasion por su dolor y nada mas. No hay nada sexual en ello.

Fox intentaba no pensar en «Charlie». Notaba que ella intentaba decirle algo importante y tenia que estar concentrado.

– No se lo que quieres decir. ?Estas diciendo que no sientes nada por mi?

– No es nada personal -le aseguro Phoebe-. Solo estoy intentando ser sincera. No soy una persona muy sexual, Fox. Soy mas bien maternal, creo.

– Maternal.

– Y por eso trabajo con ninos.

– Porque eres maternal y no sexual.

– Eso es.

El miercoles por la tarde, Fox no podia dejar de recordar esa conversacion. Tomo un vaso de agua, pero se le olvido beberla, olvido que estaba hablando con sus hermanos, olvido la lasana que su madre estaba sacando del horno…

?Que demonios habia intentado decirle Phoebe? ?Que no le gustaba el sexo? ?Que no era una persona sexual? ?Que solo lo estaba besando por compasion? ?Y que debia hacer el, asentir con la cabeza y decir «si, claro, y las vacas vuelan»?

En realidad, excepto los besos, ella apenas lo habia tocado… pero el habia sentido como si asi fuera. Aunque estaba completamente desnudo y solo lo habia tocado por encima del cuello… sin embargo, parecia tocar sus hormonas, sus emociones.

Ya se habia dado cuenta de que Phoebe Schneider era una mujer aterradora. Complicada. Dificil.

?Pero que no fuera sexual?

?Como podia creer Phoebe eso?

?Y por que querria hacerlo?

– Fergus, ?quieres prestarme atencion? -estaba diciendo su madre.

– Ah, perdona, me he distraido.

– Ya lo veo. Estaba diciendo que una persona con medios economicos no se dedica a la ensenanza. Y como no pareces inclinado a volver al colegio, esta es una oportunidad ideal para considerar otras opciones profesionales.

– Muy bien -dijo Fox, paciente-. ?Y que crees que me iria bien?

Los ojos de su madre se iluminaron.

– Algo en lo que ganes mucho dinero. Y participar mas en la comunidad.

– Mama, la verdad es que ya he ganado una tonelada de dinero. Llevo anos invirtiendo -dijo Fox entonces. Sus hermanos habian dejado de mirar y estaban concentrados en la lasana. «Muy bien, guapos, la proxima vez que vosotros necesiteis ayuda, yo me ire a Tahiti»-. Y en cuanto a participar en la comunidad, yo trabajo directamente con ninos. O eso hacia antes. No se puede participar mas en una comunidad que siendo profesor.

– Podrias ser senador -sugirio su madre.

– ?Eso es lo que quieres para mi, que me dedique a la politica? No, de eso nada.

– Bueno, entonces… si no tienes otros planes, ?estas pensando en volver a dar clases? Que yo sepa, no tienes contrato.

Que lista era. Otras madres eran dulces, encantadoras. La suya era mas lista que el hambre. Queria que volviera a trabajar, que volviera a formar parte del mundo de los vivos. Pero ni siquiera por su madre, y la adoraba, volveria a dar clases.

Cuando no contesto, Georgia Lockwood siguio adelante:

– Ademas, no me has contado nada sobre esta mujer de la que Harry y Ben no dejan de hablar. No entiendo por que tiene que venir aqui y no entiendo por que estas con ella.

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