Phoebe tenia un nudo en el estomago cuando entro porque… en fin, habia oido la opinion de la senora Lockwood sobre las masajistas. Georgia no era mala, solo creia en el estereotipo de las masajistas que Phoebe habia oido un millon de veces. Las masajistas estaban bien, pero ninguna madre querria que se casara con su hijo. Uno acudia a ellas para que le quitara un dolor de espalda, pero se ganaban la vida tocando a la gente, de modo que estaban justo en la frontera de la respetabilidad.

Durante dos segundos, le dolio oir lo que decia, pero era una tonteria. Ademas, esa era una de las razones por las que habia querido que toda la familia tomara parte en el plan, para que viera como iba a tratarla su madre.

Tambien habia llevado a Christine deliberadamente. Podria haber dejado a la nina con su sustituta, pero imagino que cuando Fox la viera con ella se llevaria un susto. Los ninos eran una tecnica fabulosa para asustar a un hombre… Por si acaso se le habia ocurrido la idea de tener relaciones sexuales salvajes con ella en el salon.

Porque Phoebe habia abandonado la idea de tener relaciones sexuales salvajes con nadie.

Los besos del otro dia seguian persiguiendola… Pero tenia que olvidarlo. Ya era hora de dejar de pensar en el y concentrarse en su trabajo. No queria saber nada de hombres que pudieran hacerle dano. Su atraccion por Fox, otro hombre que no la valoraria ni querria tener una relacion larga con ella, tenia que desaparecer. Pronto.

Y esa noche era una magnifica oportunidad para hacer que perdiera interes… en caso de que lo tuviera.

– Bueno, los dolores de cabeza que Fox sufre regularmente…

– Estoy aqui -dijo el.

– Ya. No son exactamente migranas -dijo Phoebe-. Si lo fueran, un masaje no las haria desaparecer. De modo que la causa debe de ser el estres, que es lo que sugirio uno de los medicos que lo han tratado.

– Asi es -dijo Ben.

– Por mi trabajo con los ninos, yo tengo una opinion inusual sobre el estres.

– ?Ah, si? -murmuro el.

– Yo creo que Fox sufre el mismo tipo de estres que esos ninos, la misma imposibilidad de relacionarse. Despues de recibir el impacto de la bomba quiere protegerse a si mismo, por eso se ha retirado de todo. Si se queda en casa, con sus dolores de cabeza, se coloca en una posicion en la que no esta expuesto a mas dolor. ?Entienden?

– Si, claro -asintio Georgia.

– Pues yo no -dijo Harry-. ?Quieres decir que se siente mas seguro cuando sufre, que el ha elegido tener esos dolores de cabeza?

– No, claro que no. Nadie querria tener esos dolores… Pero cuando un animal esta herido, se esconde, ?no? Se mete en su escondrijo. Se aleja del riesgo hasta que puede soportarlo de nuevo.

– Ah, eso lo entiendo.

– Y tenemos que sacar a Fox de su escondrijo. Tenemos que motivarlo para que salga a la calle, para que vuelva a vivir.

– ?Como? -pregunto Harry.

– Hay que supervisar sus salidas para que sean agradables y sin riesgo.

– Muy bien, muy bien, esto ha tenido gracia durante diez minutos -intervino el entonces, exasperado-. Pero ya esta bien. Yo no soy uno de tus ninos, Phoebe. No necesito experiencias agradables. Y tampoco soy un animal metido en su escondrijo. Si tienes algun programa para mi, habla conmigo, no con ellos.

Phoebe, a proposito, se dirigio a el como lo haria una hermana.

– No puedo hacer eso, carino, porque entonces te pondrias a discutir y no acabariamos nunca. Harry, Ben, os necesito a mi lado. A usted tambien, senora Lockwood…

– Ah, lo que tu me digas. Y llamame Georgia, por favor. Esto es exactamente lo que Fox necesita, salir mas, recuperar su vida. Ha estado tan deprimido…

– No estoy deprimido-protesto el.

– Bueno, este es el programa -dijo Phoebe-. Dos veces por semana yo le dare un masaje y le ensenare unas tecnicas de relajacion… para evitar los dolores de cabeza.

– Suena bien -dijo Harry.

– Y vosotros teneis que ir con el de pesca una vez por semana.

– ?De pesca?-repitio Ben.

– ?De pesca?-exclamo Fox.

– Quiero que salga de la casa, donde sea. Se que hace frio, pero me gusta la idea de que vaya a pasear, que tome el aire.

– Muy bien -dijo Ben-. Soy tu hombre… en todos los sentidos.

– Gracias -sonrio Phoebe-. Harry, si tu pudieras salir con el una tarde a la semana…

– ?Salir conmigo, como si fuera mi ninera? -protesto Fox.

– Quiero que Fox realice actividades que no le produzcan estres, pero que sean entretenidas… jugar al poquer, por ejemplo. Pero si no jugais a las cartas, puede ser cualquier otra cosa. Siempre que salga de casa.

– Estupendo -exclamo Harry, entusiasmado-, Phoebe, creo que eres un genio.

– Lo soy -rio ella.

– ?Pero a mi no me has dado nada que hacer! -protesto la senora Lockwood.

– Phoebe, estas despedida -dijo Fox entonces.

– No puedes despedirme porque nadie me ha contratado -replico ella-. Ademas, esto solo es un plan. Georgia, me gustaria que pasaras algun tiempo con Fox, ensenandole a cocinar, por ejemplo.

– ?A cocinar? Que idea tan maravillosa. Ahora entiendo que mis chicos esten locos por ti.

Fox levanto una mano.

– Uno de tus chicos no esta loco por ella. De hecho, a uno de tus chicos le gustaria salir un momento con Phoebe para tener una discusion privada. Que nadie llame a la policia si oye gritos. La estare matando, simplemente.

Phoebe se nego a reir, aunque le hacia gracia.

– Deberiamos empezar con el programa inmediatamente. Se que hoy es tarde, pero me gustaria que Fox viniera a mi casa para darle la primera clase de relajacion. A menos que no necesites mi ayuda esta noche, claro.

Lo tenia en sus manos.

Veia el dolor en sus ojos, en la postura rigida de su cuello. No iba a rechazar su ayuda.

– Tengo que llevar a Christine al hospital, pero puedes ir a mi casa dentro de media hora, mas o menos. Pensaba quedarme con la nina toda la noche, pero tengo una sustituia, Ruby. Asi que no sera un problema. Y tenemos que establecer un horario -le dijo a la familia-. Pero me vendria bien verlo los jueves y los lunes por la noche, ?de acuerdo?

Harry y Ben asintieron y, unos minutos despues, la acompanaban a la furgoneta, llevando sus cosas y dandole palmaditas en la espalda. La trataban como si fuera una hermana honorifica y Phoebe no podia evitar quererlos. Eran encantadores. Y su madre tambien.

Era Fox quien la ponia nerviosa.

Fox el que despertaba sus hormonas.

Pero discutir con su familia una posible solucion a los problemas era lo que tenia que hacer. Conocer a su madre, estar con sus hermanos, la habia ayudado a controlar sus emociones, a poner el problema de Fergus en perspectiva. El objetivo era curarlo. Si no se salia de ese camino, no podia meterse en lios.

Fox seguia enfadado cuando sus hermanos volvieron a entrar. Los habia visto acompanarla, darle palmaditas en la espalda, besos en la mejilla…

– Estoy pensando en pedirle que salga conmigo -dijo Ben.

– ?No salias con esa profesora, Heidi como se llame?

– Si, es maja. Pero no siento nada por ella. Phoebe, por otro lado…

– Si tu no se lo pides, se lo pido yo -lo interrumpio Harry.

– Un momento -dijo Fox. Ahora entendia el estres… y no tenia nada que ver con sus heridas. Harry era el ligon de Gold River, iba de flor en flor sin quedarse con ninguna. Ben, por otro lado, estaba buscando esposa-.

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