La mayoria habian perdido a su marido o su mujer y sus parientes parecian tener miedo de sus fragiles huesos. Tenian tanto hambre de unas manos, de un beso, de abrazar a alguien.
El director de la residencia le habia suplicado que trabajase para ellos regularmente. Decia que todos los ancianos se animaban con sus visitas, que para ellos marcaba una diferencia en salud y moral.
Eso era una bobada, claro. Pero durante unas horas Phoebe no paraba. Le lavo el pelo a Willa, no porque en la residencia no hubiera peluquero sino porque Willa adoraba que le diera un masaje capilar. Quien no, claro.
Y eso le recordo a Fox. Los hermanos Lockwood la habian confundido diciendole que no habia forma de llegar a el. Pero el pobre se habia derretido con el masaje.
No podia dejar de pensar en ello… el pelo corto entre sus dedos, su mandibula, su cuello… pero lo mejor habia sido un momento cuando, finalmente, sintio que se dejaba ir, lentamente, cuando por fin desaparecio el dolor en esos ojos oscuros.
– ?Como es que aun no te ha enganchado algun hombre? -le pregunto Martha, como hacia siempre, mientras le frotaba los pies con aceite de bebe-. No lo entiendo. Eres tan guapa, con esa melena roja…
– Una vez estuve a punto de casarme -rio Phoebe-. Pero, afortunadamente, escape de un destino peor que la muerte viniendome a Gold River.
– Deberias haber encontrado al hombre de tu vida. No lo entiendo, los hombres deberian estar haciendo cola en tu puerta.
– No, creo que se ha corrido la voz de que soy una mandona.
Gus, que solo le pedia una cosa cada semana: que se sentara a su lado en la sala de television durante diez minutos, de la mano, intervino tambien:
– Yo me casaria contigo, Phoebe. Puedes quedarte con todo mi dinero.
– Yo me casaria contigo por amor, carino. No quiero tu dinero.
– Una chica tan guapa como tu deberia ser mas ambiciosa. Nadie puede sobrevivir sin ser un poco egoista. Tienes que pensar en ti misma, buscar al numero uno.
Era curioso, penso, lo facil que resultaba enganar a la gente. Ella no haria ese tipo de trabajo si no recibiera una recompensa. En realidad, era una egoista que siempre pensaba en ella misma. Y lo demostro cuando sono el movil de camino a casa.
Era Harry Lockwood.
– ?Podrias venir a darle otro masaje a Fox?
– No puedo -contesto Phoebe.
– Pero ha preguntado por ti…
Phoebe creyo eso como, a los quince anos, creyo a su primer noviete cuando le juro en el cine que iba a parar.
– Mira, si Fox me llama le dare una cita. Pero es domingo por la noche. No he cenado, tengo que lavarme el pelo, colocar mi ropa para la semana, cepillar a mis perros. Los domingos por la noche son sagrados para mi, ?sabes?
– ?Solo porque tienes que lavarte el pelo?
– No, es que no creo que tu hermano haya preguntado por mi.
– Muy bien -dijo Harry antes de colgar.
El movil volvio a sonar cuando estaba aparcando.
– ?Phoebe? ?Te dije la ultima vez que estoy locamente enamorado de ti?
Ella rio al reconocer la voz de Ben.
– Te lo juro, sois tontos. Pero la respuesta es no. No pienso ir a menos que Fox me llame personalmente.
Ben siguio hablando, como si no la hubiera oido:
– Yo nunca habia querido casarme hasta que te conoci. Siempre me han gustado los traseros y el tuyo es el mejor que he visto…
– ?Oye! Eso es jugar sucio.
– Tenemos que jugar sucio, Phoebe. Fox tiene problemas. Estaba bien unos dias despues de que pasaras por aqui, pero creo que no ha dormido nada en cuarenta y ocho horas. Si lo hubieras conocido antes de que pasara esto… Fox no paraba ni un momento. Estaba interesado en todo, en deportes, en la comunidad, en los ninos. Le encantaban los ninos. No te puedes imaginar lo bueno que era con ellos. Asi que verlo aqui, en la oscuridad, sin hacer nada…
– Venga, Ben. Si a vosotros no os hace ni caso, ?por que demonios crees que yo puedo hacer algo? No puedo ir alli y obligarlo…
– Lo hiciste una vez.
– Tenia tal dolor de cabeza que habria dejado entrar al demonio si hubiera podido hacer algo.
– Hemos intentado que viniera el demonio. Lo hemos intentado todo. Pero tu eres la unica que ha podido hacer algo por el -insistio Ben, aclarandose la garganta-. Harry me ha dicho que tenias que lavarte el pelo. Y tambien ha mencionado la posibilidad de un ano de cenas gratis en su restaurante. Y yo estaba pensando, no se donde vives, pero soy el constructor del clan y nunca he conocido a una mujer que no quisiera reformar su cocina…
– Por Dios bendito. Esto es ridiculo.
– Y mientras te reformo la cocina, tu podrias comer en el restaurante de Harry…
– ?Se acabo! ?No quiero oir una palabra mas!
– ?Eso significa que aceptas?
Capitulo 3
Fox cerro los ojos y se quedo completamente quieto bajo la ducha.
Habia dejado de dormir e incluso de comer y no podia recuperar su vida, pero nada podria evitar que se duchase al menos una vez al dia.
Incluso despues de dos meses, aun aparecian trozos de metal en su cuerpo. Los medicos decian que las bombas de metralla eran asi. Algo nuevo aparecia en la superficie de su piel de vez en cuando. Al principio lo horrorizaba, pero ahora encontraba asombroso, incluso hilarante, lo que los terroristas ponian en esas bombas: trozos de plastico, horquillas, clips, de todo.
Algunas cosas dolian. Otras no. Algunas dejaban cicatrices, otras no. Afortunadamente, nada lo habia golpeado en los ojos o la cara… ni por debajo del cinturon, aunque no creia que fuera a mantener relaciones sexuales en el proximo siglo. Tenia que importarte alguien para que se le levantara y a el no le importaba nadie. Aun asi, le importaba mucho que su equipo funcionara perfectamente.
Habia desarrollado una obsesion con las duchas por miedo a una infeccion. No le daba miedo morir, pero no queria ni pensar en volver al hospital ni volver a tener heridas infectadas.
Cuando se quedo sin agua caliente, apago el grifo y alargo la mano para buscar la toalla. Lo hacia todo con cuidado porque a veces la pierna izquierda le fallaba. Tecnicamente, el hueso de la pierna habia curado, pero habia algo dentro que no estaba del todo bien porque podia estar parado y, de repente, le fallaba.
Aquella noche no tenia ese problema, pero en cuanto salio de la ducha se encontro como un anciano, temblando y desorientado. La cara del nino volvio a aparecer en su mente… a veces el nino se convertia en uno de sus antiguos alumnos, a veces era el nino del polvoriento callejon al otro lado del mundo. Fox se apoyo en la pared e intento respirar con tranquilidad.
Se acercaba un dolor de cabeza. El dolor de cabeza siempre aparecia despues de ver al nino. Si algun dia recuperaba el sentido del humor, le pareceria gracioso que un hombre que no tenia miedo de nada tuviera tanto miedo de un dolor de cabeza. Por supuesto, antes de que llegara el dolor tenia que salir del bano.
Entonces oyo algo… el ruido de una puerta. O lo habia imaginado o era Harry, para llenar la nevera con otro monton de fiambreras cuyo contenido no pensaba comer. Fox intento agarrarse al lavabo… La toalla se le habia caido al suelo. Tenia que recuperarla.
– ?Fox?