Era la voz de Ben, no de Harry.
– Estoy aqui.
Esperaba que su hermano mayor no se quedara mucho tiempo. Ben era demasiado protector y se enfadaba por cualquier cosa o con cualquiera que le hiciera dano a sus hermanos.
Fox les habia dicho mil veces que no iba a recuperarse. Las heridas curarian, ya casi estaban curadas, pero por dentro estaba hecho trizas. Y no habia forma de curar eso.
– ?Fox?
– ?Estoy aqui!
Se obligo a si mismo a tomar la toalla del suelo para que Ben no pensara que era un inutil.
– Oye, Fox, he traido…
Oh, no. Habia pensado que era su hermano, pero su hermano media un metro noventa y pesaba cien kilos. La intrusa era bajita, con el pelo largo color canela, casi hasta la cintura. Pequena, de facciones clasicas. Ojos azules, un par de pecas en la nariz y un par de palidas cejas arqueadas en aquel momento. Y una boca suave, de labios generosos.
Recordaba esa boca. En realidad, recordaba cada detalle de su cara. No queria recordarla, pero era una de esas mujeres que un hombre no podia olvidar.
A saber por que. No era ningun angel. Eso seguro.
De nuevo, llevaba un top rojo, casi tan rojo como su pelo. Pero debia de haber comprado los vaqueros en la seccion de ninos porque le quedaban anchos en las rodillas y en el trasero. Luego estaban las botas, de tacon alto. Se mataria si caminaba mucho rato con ellas.
Evidentemente, encontrarlo en el bano la habia parado en seco. Y seguramente no esperaba encontrarselo completamente desnudo.
Ella lo miro a los ojos, luego miro hacia abajo y luego volvio a mirarlo a los ojos a la velocidad del rayo.
– Ay, vaya, lo siento, yo, bueno… -empezo a decir su hermano-. Phoebe, Fox, lo siento. Fox, deberia haberte dicho que venia con Phoebe… no habia oido el ruido de la ducha, pense que estabas en el salon…
Fox se tomo su tiempo para cubrirse con la toalla. En fin, ella ya habia visto todo lo que tenia que ver y no habia forma de esconder todas las cicatrices con una toallita. Ademas, si hacia movimientos rapidos podria acabar de narices en el suelo.
– ?He llamado yo a una fisioterapeuta?
– Fox, tu sabes que la hemos llamado nosotros. Y ya te he dicho que no es como los otros fisioterapeutas. Es mas bien una masajista.
– Ah, claro, una masajista -dijo Fox, mirandola a los ojos-. Estupendo, ya puedes irte a casa. Esa es la unica parte de mi cuerpo que sigue funcionando bien.
La chica suspiro, pero en lugar de ofenderse, como el habia esperado, parecio mas bien divertida.
– El sexo te iria muy bien, pero no has tenido suerte. No tengo entrenamiento para eso. Tengo un titulo de fisioterapeuta y gimnasia sanitaria, reflexologia, gimnasia sueca, shiatsu, PNF…
– ?PNF?
– Facilitacion neuromuscular…
– Dejalo. Hablemos de tu falta de entrenamiento en cuanto al sexo.
– Parece que hoy estas un poquito mas animado -dijo ella. Y eso animo su espiritu como nada.
La cosa era que si podia enganarla a ella, podia enganar a sus hermanos. Incluso podria enganarse a si mismo.
– ?Necesitas un titulo en terapia fisica para dar masajes?
– Lo necesito para poner mis manos sobre hombres desnudos. ?Para que si no?
Fox vio a su hermano haciendole senas freneticamente, pero no le hizo caso. Estaba pendiente de ella.
No le gustaba exactamente. No podia gustarle porque ninguna mujer lo atraia ultimamente. Ademas, las mujeres que le gustaban tenian pecho y trasero. Ella no tenia nada de eso, pero… maldicion.
?Quien iba a pensar que sonreiria cuando el habia querido insultarla?
– Creo que podrias poner tus manos sobre muchos hombres desnudos sin tener que molestar a uno que no esta interesado.
– Que razon tienes. Hacer que los hombres se desnuden es increiblemente facil. Por otro lado, los hombres faciles no me han gustado nunca. No son un reto.
– ?Un reto para ti es entrar en casa de un hombre que no te ha invitado?
Phoebe deberia haberse defendido. Pero solo dijo:
– Normalmente, no. Pero estoy haciendo una excepcion porque tu eres tan adorable… seguramente me saltaria las reglas con tal de meterte mano. ?Que puedo decir? Me pones, guapito.
Fox se quedo sin habla. Y a el nadie, pero nadie, lo dejaba sin habla.
– No te creo.
– ?Por que?
– Porque tu no eres promiscua.
Ni idea de por que se le habia escapado un comentario tan personal. Ademas, no la conocia de nada. A pesar de esa boca lujuriosa y esas botas de tacon, no le parecia una chica facil. Bajo aquella apariencia de seguridad, habia algo muy vulnerable en ella.
Una vez dicho, sin embargo, no podia retirarlo.
– ?Y como sabes que no soy promiscua?
– Muy bien, muy bien, no lo se. No te conozco de nada. Pero me apuesto veinte dolares a que llevas un ano sin acostarte con un hombre.
Entonces vio un brillo de sorpresa en sus ojos. No se habia equivocado.
– No me conoces, es verdad. Podria estar casada y tener relaciones cuatro veces al dia con mi marido.
– ?Estas casada?
Ella levanto los ojos al cielo.
– No, no estoy casada y… ?como demonios hemos acabado hablando de esto? Estabamos hablando de si quieres otro masaje o no. Esta a punto de aparecer el dolor de cabeza, ?verdad?
No solo estaba a punto de aparecer. El principio era como un terremoto calentando su craneo. Pero, por un momento, casi lo habia olvidado. Habia olvidado su cabeza, sus heridas, su depresion, que estaba delante de aquella chica casi desnudo, que su hermano estaba detras de ella. Que la vida que el conocia parecia haberse esfumado porque ya no la reconocia.
Ella lo distraia. Habia algo en ella que lo tocaba, que lo ponia nervioso, que lo afectaba sobremanera.
– Si, tienes razon, el dolor esta a punto de llegar y no necesito ayuda de nadie -le dijo, antes de volverse hacia su hermano-. Ben, dejala en paz.
No sabia por que habia dicho eso, pero tenia la impresion de que sus hermanos estaban presionandola.
Creia recordar que, la primera noche, ella le habia dicho «no tienes que preocuparte por mi, no voy a molestarte» o algo parecido. Como si no se diera importancia, como si no estuviera haciendo algo que no habia conseguido hacer nadie mas que ella. Y eso lo habia molestado. Ridiculo, por supuesto.
Tenia la absurda impresion de que necesitaba que alguien la protegiera, que incluso podria considerarlo a el un protector. Eso si que era completamente ridiculo.
Sin decir una palabra mas, Fox entro en su dormitorio y cerro la puerta. No habia cerradura, pero no hacia falta.
Nadie llamo a la puerta, nadie intento entrar sin su permiso. Su groseria habia dado resultado. Fox sabia que sus hermanos lo hacian con buena intencion, que intentaban ayudarlo. Y el no queria pagar su enfado con ella, pero habia algo en Phoebe que lo turbaba. Era algo raro, incomodo…
Pero solo tenia que alejarse de ella. Era pan comido.
Phoebe apenas levanto la mirada cuando oyo un golpecito en la puerta. El sabado por la manana la mitad del vecindario iba a su casa… una tradicion que habia empezado gracias a un truco que le habia ensenado su madre: dejar en el porche un pastel de cafe con canela para que se enfriara.
Eso era todo. Ni el vecino mas antipatico era capaz de resistir el aroma. Pero, normalmente, los vecinos esperaban hasta las ocho de la manana para llamar a la puerta.
Phoebe estaba con la cara lavada, descalza, los pantalones cortos y la camiseta arrugados cuando Gary