– ?Ahora? -pregunto, atreviendose a moverse con sumo cuidado.
– Ummm…
Reconocio ese suspiro embelesado, se deslizo un poco mas, retirandose solo una distancia insignificante antes de deslizarse de nuevo. Durante los momentos siguientes aumento el alcance de sus movimientos en incrementos infinitesimales, finalmente escurriendose dentro y fuera todo el rato, esforzandose todavia en penetrar mas y mas profundo, hasta hundirse en su humedad perlada, hasta que ella sintio un calor resbaladizo alrededor de el.
Hasta que se puso a gritar sin saber el porque.
El si sabia el porque, estaba de sobras familiarizado con esa suplica, estridente y aguda.
Se encontraba casi en el punto algido.
Solto las manos de su trasero, la alzo para realizar su siguiente movimiento descendente, deseando que ella pudiera sentir toda la extension de su verga. Ella se quedo sin aliento, cerro los ojos ante un placer tan increible.
La volvio a penetrar lentamente, sumergiendose en las profundidades mas insondables, aguantando con firmeza su vara contra su sexo, apretando fuerte su trasero y, levantandola mas alto, le entrego lo que buscaba.
Su grito reverbero por la habitacion, una sensacion salvaje, angustiosa, estallaba en su interior mientras su primer orgasmo surcaba veloz su cuerpo.
Como si aquel grito salvaje le diera licencia, Darley se encontro con su orgasmo, vertiendo un rio aparentemente interminable de semen en su concha caliente y deliciosa, ya nunca mas virginal. De hecho, habia pasado dos dias deseando eyacular, eso explicaria tal vez la prodigiosa cantidad. O quizas aquel vasto manantial de esperma solo lo inspiro una virgen joven y nubil que nunca antes habia sido besada.
Despues se tumbaron jadeantes, el descanso ligeramente sobre los antebrazos, ella totalmente desplomada debajo de el.
Despues de haber experimentado la sensacion ultima, el equivalente sibarita de deleitarse de placer, que ella pudiera respirar o no era poco importante.
– Si… me dice… que siempre… sera… asi, no pienso… volver… a casa -le dijo sin aliento, su sonrisa brillaba radiante.
– Si, siempre es asi… quedese pues -le dijo, extranamente, con una sonrisa.
Ella le guino el ojo.
– Ojala…
El miro el reloj.
– Hay tiempo de sobras… Aun puedes correrte una docena de veces mas.
Ella casi se corrio alli mismo otra vez… con el todavia dentro de ella, sintiendo una intensificacion mientras el hablaba:
– Usted es… el hombre mas encantador… del mundo -dijo con una exhalacion.
– Y usted… la belleza mas ardiente… que jamas he visto. -Y no estaba mintiendo. Le habia excitado como ninguna mujer nunca antes. Y no es que estuviera predispuesto a la introspeccion mas alla de las ventajas obvias del momento.
– ?Como se siente? -le murmuro, probando los limites de su vagina.
– Oh, oh, oh… siiiii. -Sus ojos se cerraron ante aquella sensacion exquisita, sus caderas se movian debajo, deseando mas, y al poco, como animales en celo, volvieron a tener un orgasmo.
Despues la desnudo. Habia desaparecido cualquier inhibicion respecto a quitarse la combinacion y que la llevara afuera para hacerle el amor sobre la hierba fresca y verde, bajo la pergola cubierta de rosas.
La fragancia de la hierba aplastada le hizo cosquillas en la nariz, el picor del sol les calento la piel, el placer voluptuoso del juego amoroso y el sexo apasionado les regocijaba y cautivaba.
Cuando estuvieron demasiado pegajosos del semen y de los jugos suculentos de ella, Darley, haciendo caso omiso a sus protestas, la condujo a la habitacion. La llevo en brazos a traves de los pasillos silenciosos -ningun criado a la vista, tal como el habia ordenado- hasta sus aposentos, donde habia agua caliente, toallas y te encima de la mesa, esperandoles.
– ?Como lo sabia? -le pregunto, cuando la dejo de pie dentro de la habitacion.
– No estaba seguro. Era solo por si acaso -le mintio. Desde la adolescencia le habian perseguido las mujeres-. Dejeme que la lave para que deje de estar pegajosa y tomaremos te y jerez.
– Y fresas -anadio ella, examinando la mesa esteticamente puesta, con manteleria bordada, flores y tazones con fresas.
– Y fresas -asintio.
Darley aporto un nuevo componente de encanto a una tarea tan mundana como la del aseo personal, lavandole con dulzura su sexo henchido, besandolo para que se sintiera mejor.
Asombrosamente, besos era exactamente lo que ella necesitaba, aunque desconocia que existiera aquella satisfaccion.
– Me mima demasiado -le murmuro ella poco despues, enredando las manos en su cabello, con su lengua acariciandole el clitoris con suavidad.
El miro hacia arriba, le guino un ojo y, poco despues, volvio a entregarse a los mimos.
No era que no hubiera cumplido con su cuota de orgasmos ese dia, penso el mientras levantaba las piernas de ella de sus hombros para despues salir de la cama, ponerse de pie y estirarse con cierta pereza. Y no era como si no tuviera planeado tener otro orgasmo, penso, contemplando aquella belleza adormecida en su cama.
Sonrio. Inmediatamente despues se enjuago la boca con un poco de brandy.
Unos momentos mas tarde, mientras llevaba el brandy y las fresas hasta la cama, ella lo miro, y sus pestanas casi ocultaban el azul brillante de sus ojos. Por suerte, ocultaban tambien la adoracion que el le inspiraba. No es que no comprendiera lo insensato que era enamorarse de un hombre como Darley, un hombre cuyo nombre era sinonimo de vicio. Y con todo… que vulnerable se sentia antes sus seductores encantos.
– ?Abra! -le murmuro el cuando llego a la cama.
Su cuerpo, adicto a el, le respondio de inmediato.
Entonces se dio cuenta de la fresa que el llevaba en la mano y tambien abrio la boca. El no tenia mas que dar ordenes, ordenes que ella cumpliria con sumo gusto, el placer que le ofrecia era incomparable.
Le dio de comer las fresas y la crema de una manera tambien diferente, recompensandola por cada cucharada que tomaba con otra embestida hasta que las fresas se acabaron, habia llegado al orgasmo infinidad de veces y escogieron otro juego. Aquella tarde tambien se sentaron a la mesa, bebieron te y jerez, charlaron de tonterias y de caballos y disfrutaron del placer de estar juntos, mas alla de las intimidades del sexo.
Pero, sobre todo porque habian jugado al amor en todas sus infinitas variedades, satisfaciendo sus deseos carnales con deleite desvergonzado.
Lord Darley encontro el papel de maestro verdaderamente edificante despues de todo, aunque su alumna, bella y atractiva, siempre dispuesta a agradarle, contribuia en no poca medida a su satisfaccion.
Todo tenia que ver con el placer sexual… reiterado, ininterrumpido, infatigable.
Y solo el final de las carreras en Newmarket llevaria aquel idilio a su fin.
Capitulo 9
– Por favor, no lo haga -Elspeth empujaba el pecho de Darley-. Me ha despeinado, y todavia no me he arreglado. Grafton tal vez este en casa. ?Le bastaria un minuto para descubrirme si me ve asi de desalinada! ?No lo haga, se lo ruego!
– Un ultimo beso -le pidio Darley con una sonrisa-. No la tocare.
– No deberia, no deberia… no, no mas. -Trato de alcanzar el picaporte de la puerta del carruaje, nerviosa e inquieta, pero tambien desesperadamente enamorada, como una joven doncella inexperta que ha encontrado la verdadera dicha en los brazos de un apuesto joven.