su vehemencia-. Aunque no estoy en posicion de dar consejos que no me han pedido -anadio, refrenando sus emociones tan atipicas-. Disculpeme.
– ?Podriamos no tocar este tema? -le pidio Elspeth, con voz fria.
– Claro, por supuesto -le contesto tambien con frialdad. La solucion a sus problemas se podia haber solucionado simplemente con una letra de cambio.
– Gracias.
– De nada.
De repente, el ruido de los cascos de los caballos y el crujido apagado de los resortes del faeton adquirieron protagonismo bajo la veteada luz del sol, la tension se palpaba en el ambiente.
– No le conozco -dijo ella finalmente-, pero salgo muy pocas veces, no me gusta discutir en mis dias de fiesta -y le ofrecio una sonrisa conciliadora-. ?Las paces?
El le sonrio a modo de respuesta, perdonandola a la primera.
– Toda la culpa es mia.
– Si, asi es. Es usted muy afortunado, Darley. Ese es su problema. Vaya, no deberia haber dicho eso cuando queria mostrarme…
– ?… docil?
– Le pido disculpas -su mirada azulada se encendio de nuevo.
– Alto, alto, querida… perdoneme… por haberla molestado, por mi fortuna, y por todo lo que le desagrade.
– Podria requerir algo mas que una disculpa -dijo Elspeth con una media sonrisa, volviendo a estar de buen humor despues de aquella concesion-. Algo mas sustancial.
– ?Como de sustancial? -le pregunto alargando las palabras, insinuandose en cada silaba.
– El tema no es como sino cuando -replico con un jugueton parpadeo de pestanas.
–
– Podriamos, si compartiera las mismas tendencias exhibicionistas -apunto ella de forma divertida.
– Entonces me temo que tendra que esperar.
Ella hizo un mohin gracioso.
– Espero que no sea demasiado. ?Le habia dicho que anoche sone con usted?
Casi saco el faeton de la carretera en ese mismo momento. El pensar en sus suenos humedos, en su sexo torrido y dulce que le deseaba, casi irresistible.
– La hierba es estupenda. Le garantizo que nadie nos vera.
– No creo que este comoda -dijo Elspeth, haciendo una mueca.
Con la dilatada experiencia que habia acumulado haciendo que las mujeres se olvidaran de la comodidad en una variada coleccion de lugares, dudo en si discutirselo. Pero ella no era una exhibicionista, ya lo habia dicho. Por otra parte, el no era un monje, ni mucho menos.
– Agarrese -le dijo con decision y restallo el latigo, haciendo que la pareja de caballos galopara impetuosamente.
Cuando el faeton entro a toda velocidad en el camino que daba a la parte trasera de la casa de Darley, vieron un coche. Habian desenganchado a los cuatro caballos que componian el tiro del carruaje y los estaban apartando del camino. Varios criados estaban trasladando baules y paquetes al interior. El marques, al reconocer el escudo de armas del coche, rezongo algo y al instante empezo a trazar un plan alternativo, que no incluia la visita de su hermana y sus dos hijos. De hecho, estaba maniobrando el faeton para dar media vuelta y respondiendo a la pregunta de Elspeth de quien era el propietario del coche, cuando una voz de mujer grito:
– ?Julius, querido, aqui! ?Julius… holaa… holaa… aqui!
Paro el faeton, y repaso silenciosamente todas las posibilidades que se le ocurrieron en aquel momento, sin encontrar ninguna que sirviera para el caso.
– ?Le gustaria conocer a mi hermana? -le pregunto, optando por la naturalidad.
– ?Dios mio, no… no podria! No me mire de esa manera… ?es imposible!
– Betsy es endemoniadamente comprensiva. De verdad. Le dara exactamente lo mismo.
– ?Pero a mi no! ?Dios mio, que bochorno, por no hablar del escandalo!
– A ella no le preocupan los escandalos. Y a usted no deberia.
– Tal vez usted tenga encuentros de este tipo cada dia de la semana, ?pero yo no! No puedo estar conforme con que me presente a alguien que no conozco en estas circunstancias… tan irregulares.
Habia sido una noche muy larga una manana todavia mas larga esperando a que se hicieran las nueve, y, cuando se trataba de jugar una partida, Darley preferia
Por lo general, las visitas de Betsy no interferian en su vida, ya que sus relaciones se desarrollaban fuera de la casa. A excepcion de Amanda, que estaba convencida de que su antigua amistad le daba derecho a entrar sin ser invitada, Julius se cuidaba muy mucho de que sus amantes entendieran que su intimidad era sagrada.
– Tio Julius -declaro una voz aflautada de nina-. ?Estas de vuelta! ?Mira, Harry, te dije que vendria!
– Tio Ju, tio ju -grito una segunda voz infantil-. ?Mirame, mirame!
Al oir los gritos, el marques observo a sus sobrinos. Sus cabecitas le miraban por detras del equipaje que todavia quedaba en el coche.
– Tengo que ir a hablar con Annie y Harry -murmuro-. Vuelvo en seguida.
– Y luego nos marcharemos.
El asintio con la cabeza.
– Volvere en un minuto.
– Y ellos, ?que haran? -Elspeth senalo al fogoso tiro de caballos.
– Estan adiestrados para esperar. Esta a salvo. -Salto al suelo, ato con un lazo las riendas alrededor de la fusta y se alejo.
«Que facil es decirlo», penso Elspeth, nerviosa, escudrinando aquellos energicos bayos, luego la distancia que habia hasta el suelo, deliberando la mejor manera de salvarse en caso de que los caballos se desbocaran. Pero un momento despues, la zozobra respecto a su seguridad se disipo ante un miedo mucho mayor. La hermana de Darley caminaba desde el jardin de rosas y se dirigia directamente al faeton.
Capitulo 13
– Hola -sonrio Betsy-. Pense que era Georgina Blake. Vi su cabello rubio. Soy Betsy, la hermana de Julius. Hace un dia precioso para un paseo, ?verdad?
Tenia la misma sonrisa que Darley. Calida y entranable, incluso para los desconocidos.
– Si, hace un dia precioso -contesto Elspeth y luego se quedo callada, sin estar segura de como conversar con un miembro de la familia de Julius cuando estaba tan lejos del circulo familiar como se podia estar.
– No deje que seamos un estorbo para sus planes. A Julius siempre se le olvida que venimos, se lo toma con calma por lo que respecta a los invitados… aunque estoy segura de que ya lo sabe. Encontraremos el modo de entretenernos. Ah, los ninos te han encontrado -dijo volviendose hacia Julius, que se estaba acercando, con los ninos tirandole de las manos-. Hemos venido pronto -su hermana se rio-. Te olvidaste por completo de que veniamos, ?verdad? -levanto la vista hacia Elspeth-. Como siempre, deberia anadir. -Volviendo a dirigir la mirada hacia su hermano, con el que guardaba un colorido de tez semejante, su forma diminuta y hermosura eran la version femenina del atractivo de d'Abernon, dijo-: No te preocupes, Julius, nos las arreglaremos muy bien aqui sin ti. No dejes que interfiramos en tus planes. -Obviamente andaba embarcado en una aventura ilicita, puesto que la dama no habia dado su nombre. La chica no llevaba sombrero, aunque su vestido era elegante. ?Acaso era una campesina con un vestido comprado de segunda mano? En cualquier caso, era una mujer casada, dado que llevaba un anillo en el dedo.