Darley sonrio.
– Da la impresion de que vas a estar ocupado. Francois, ya de por si, es muy temperamental. Te deseo suerte. Aunque no soy excesivamente optimista con dos
Darley abandono el camarote de su secretario y se dirigio a la cubierta. Despues de que el capitan y Darley intercambiaran unos cumplidos, Darley fue directamente al grano.
– Me gustaria llegar a Tanger en un tiempo record -afirmo Darley-. Y para que asi sea, me gustaria ofrecer una gratificacion a cada oficial y miembro de la tripulacion. Por ejemplo, el triple de la paga. Y una cantidad similar si el viaje de vuelta es igual de veloz.
– Si, senor -respondio el capitan Tarleton, haciendo de inmediato una senal a su primer oficial-. A toda vela, senor Ashton -le dijo a su teniente-. Este barco puede volar, senor. Le llevaremos a su destino en un abrir y cerrar de ojos -le dijo a Darley dandose la vuelta.
– Gracias. Lady Grafton esta preocupada por la salud de su hermano y cada dia es de vital importancia.
– Lo entiendo.
– Espera poder encontrarle -Darley hizo una pausa-… a tiempo.
– Si, senor, lo entiendo, mi senor. Es un clima peligroso para los extranjeros. Por favor, exprese mi apoyo a Lady Grafton. Digale que pondremos todo lo que este de nuestra parte.
Un buen numero de hombres trepaban por los obenques y se situaban por encima de las vergas, desplegaban las velas que bajaban, se agitaban, se henchian produciendo un chasquido fuerte y seco.
– La senora estara contenta. Y no tendremos que preocuparnos de los piratas durante unos cuantos dias. -El
– No rondan tan al norte, pero una vez lleguemos a la ruta maritima africana tendremos que estrechar la vigilancia. Pero no creo que nos atrapen, senor -anadio el capitan con una sonrisa-. Esta belleza va a la velocidad del rayo.
– Yo no mencionaria la palabra pirata cerca de las mujeres.
– No, senor. No hay necesidad de alarmarlas.
– Muy bien… todo en orden, pues. Mi enhorabuena -dijo Darley, con una ligera inclinacion de la cabeza-. Se que estamos en buenas manos.
El capitan Tarleton tenia un buen salario, tan buen salario que vivia como todo un caballero cuando volvia a su casa de Sussex. Llevaria al marques hasta el infierno y luego de vuelta sin pedir gratificacion.
– Es un placer tenerle a bordo, mi senor. Y no tiene que preocuparse. Si el viento sigue asi, tendremos a Lady Grafton en Tanger en menos de dos semanas.
– Gracias, se lo dire.
Darley alcanzo de un salto la escalera de camara en direccion a la cubierta principal y camino a grandes pasos hasta la escotilla, encontrandose de un excelente buen humor. Habia tomado la decision acertada abandonando Londres y acompanandoles en el viaje. No se habia sentido asi de bien… en verdad… desde Newmarket.
Una cosa habia que decir acerca del calor humano.
Era increiblemente enriquecedor.
Capitulo 30
Los dias que siguieron solo podrian haber sido mas idilicos si la misma Arcadia y sus bucolicos paisajes hubieran formado parte del cargamento del
Darley se ocupo de todos los antojos de Elspeth con un encanto amable y considerado -ese primer dia con el encanto de un eunuco-, sin atreverse a besarla al principio. Ella habia hablado de orgullo y dignidad. Y el no era un hombre obtuso. Pero despues de ese primer te, Darley no tuvo que prolongar su temor a que a partir de ese momento su destino fuera el celibato. Despues de tomar dos botellas del champan de su padre y haber charlado ociosamente de cualquier tema durante una hora mas o menos, Elspeth le pregunto:
– ?Cuanto tiempo mas vas a pasarte sentado tan lejos?
– Solo el necesario -dijo Darley, escurriendose en la silla y dedicandole una sonrisa desde el otro lado de la mesita de te-. Me dijiste que no me acercara. No estaba seguro.
Elspeth estaba reclinada contra el respaldo de la silla, relajada despues del te, agradecida por la distraida conversacion con Darley.
– ?Siempre eres tan solicito?
– Normalmente no. Tu eres un caso especial. Lo estas comprobando -y se senalo el pecho con el dedo-. Estoy aqui contigo, no en Londres.
Ella sonrio.
– ?A pesar tuyo?
Darley nego con la cabeza.
– A pesar de ciertas costumbres arraigadas… que es muy diferente -expreso Darley con una gran sonrisa-. Infinitamente diferente, diria. La brisa marina me sentara bien. Alejarme de Londres tambien me sentara bien.
– Preferiria no pensar en Inglaterra, si puedo evitarlo -murmuro Elspeth-, y menos aun en Tanger.
– Puedo ayudarte a olvidar -le dijo, con voz suave.
– Lo se.
Darley se inclino hacia delante sin levantarse. Preferia que fuera ella quien decidiera.
– Tenemos tiempo.
– ?Dias?
– Si… ocho o diez… tal vez mas.
– Y estas dispuesto a interpretar el papel de caballero…
– Siempre y cuando tu lo quieras. No tengo prisa.
Ella sonrio.
– Tal vez yo si.
Darley se rio.
– ?No me preguntas por que no me sorprende?
– Entonces, mi senor -se descalzo las zapatillas, le hizo un movimiento con el dedo para que se acercara y le sonrio dulce y provocativamente-. Ensename ese olvido que me has prometido.
Y asi lo hizo. Mientras el
Hasta que la manana del noveno dia, uno de los multiples vigias que habian estado encaramados en los dos mastiles desde que rebasaron la costa de Portugal, a babor, a estribor, a proa y a popa, grito:
– ?Tanger a babor! ?A cuatro o cinco leguas!
Para cuando embarco el piloto a bordo y navegaban a traves de aguas menos profundas y los guijarros de la gran bahia, Elspeth y Darley estaban vestidos y de pie en la barandilla.
– Es mas grande de lo que yo pensaba -le comento Elspeth, abarcando con la mirada la ciudad que crecia, extendiendose ante sus ojos como un anfiteatro. Las colinas que se erguian con suavidad estaban cubiertas de construcciones blancas que relucian a la luz del sol-. ?Como encontraremos a Will?
– Primero visitaremos al consul. El deberia de tener alguna idea de donde alojaron a los hombres que estaban enfermos.