– Aunque le garantizo que Darley estara encantado de lanzar por la borda a esa fulana cuando llegue a Londres -dijo Grafton con resentimiento-. No soporta mucho tiempo a las mujeres.
– Sin duda -respondio con ambiguedad Kenyon. Lo que afirmaba Grafton sobre el comportamiento de Darley se parecia mucho al suyo propio. Sin embargo… su lema era no dar nada por supuesto. Sonrio con frialdad-. ?Por que no nos citamos otra vez despues de que hable con Thurlow?
Grafton blandio su baston al asesor.
– ?Llama a mi lacayo! -ordeno Grafton con brusquedad.
Mr. Eldon se levanto con un gesto de aprobacion y una sonrisa, pero la rudeza de Grafton tenia un precio.
Le disgustaba que alguien le diera ordenes, como a un lacayo.
Y no iba a tolerarlo por menos de quinientas libras. Independientemente de si Grafton ganaba su pleito por conducta criminal o no.
Cuando entro en la antecamara, Eldon hizo una senal con la cabeza a Tom Scott.
– Esta listo para marcharse.
– Le ha sacado de quicio, ?verdad? -le dijo Tom con una gran sonrisa.
El abogado hizo una mueca.
– ?Se nota?
– Bueno… Consigue sacar de quicio a todo el mundo.
– ?Tambien a ti?
– Digamos que estoy ahorrando para mi futuro -sonrio Tom-. Pasa mas tiempo borracho que ebrio, y si no se da cuenta de que de vez en cuando le falta un billete de cinco libras o dos… ?quien se va a enterar?
– Un billete de cinco libras de vez en cuando es poco por aguantarle, amigo mio -dijo Eldon, comprensivo.
La sonrisa de Tom se hizo mas amplia.
– La frecuencia de ese «de vez en cuando», no la he especificado. Solo espero que viva lo suficiente para costearme mi pequena granja.
– Te deseo lo mejor.
– ?No sabra usted por casualidad cuando vuelve Lady Grafton?
– Nadie lo sabe. Esta en Tanger con Lord Darley.
– No permita que Grafton le haga dano.
Eldon suspiro, acosado por un pequeno dilema de conciencia. El dinero que ganaria con la demanda de Grafton era considerable. Por otra parte, cualquier mujer que tuviera que aguantar a Grafton merecia una medalla y no un divorcio publico.
– Creo que Lord Darley, y no digamos ya su padre, el duque, podra ayudar mas a Lady Grafton que tu o yo - dijo Eldon para aplacar su conciencia, asi como la del lacayo que le empujaba la silla de ruedas.
– Darley no es el patron de la felicidad.
– Tal vez en este caso si lo sea. Kenyon parecia haber cambiado de parecer al saber la implicacion de Darley. Quiza no quiera participar en el pleito de Grafton. Un abogado se gana la vida interpretando las acciones de las personas. No hay duda, el presidente del Tribunal quedo estupefacto cuando oyo que Darley se habia ido a Tanger con la dama.
– ?Cree que Grafton arrojara la toalla?
– No necesariamente. Pero sus posibilidades de exito se reducirian considerablemente. Necesita los votos del Parlamento para que prospere el proceso de divorcio y, en ese sentido, Kenyon y Thurlow son poderosos.
– Me gustaria seguir de cerca esta situacion, si no le molesta alguna pregunta de vez en cuando… Espero que volvamos a vernos.
– No, claro que no. Pregunte siempre que quiera -Elton no sentia ninguna lealtad hacia Grafton. No se podia imaginar alguien que la sintiera. E hizo un gesto en direccion al despacho de Kenyon-. Creo que este grito va destinado a usted.
– Tengo la mala suerte de ser el mas joven y fuerte -dijo Tom Scott con serenidad-. Puede gritar todo lo que quiera, pero no puede hacer mucho mas. Que tenga un buen dia -y con una reverencia se dirigio hacia la puerta a un paso no demasiado ligero.
Capitulo 33
Durante la guerra entre Gran Bretana y las colonias americanas, Gibraltar estuvo sitiada por los franceses y los espanoles entre 1779 y 1783, y aunque la ciudad fue destruida, no se dieron por vencidos. Despues de la Paz de Paris, habian iniciado los trabajos de reconstruccion, y a medida que el
Will y su compatriota, el teniente Henry Blythe, fueron transportados a bordo en sendas camillas y despues de un bano, un breve descanso y algunos de los sustanciosos caldos y reconstituyentes tisanas de Sophie, los dos hombres pudieron reunir fuerzas para presenciar como se aproximaban a Gibraltar.
Elspeth estaba junto a su hermano, sujetandole la mano, mientras Darley estaba apoyado a la barandilla de babor a cierta distancia. Hasta que Will no recuperara fuerzas, Darley interpretaria el papel de amigo y anfitrion, en lugar del de amante de Elspeth. El insistio en su ofrecimiento cuando estuvieron a bordo y ella acepto sin pensarselo dos veces, dandole las gracias por su caballerosidad en una situacion tan delicada.
– Apreciare mucho tu caballerosidad hasta que Will no se encuentre mejor y pueda afrontar la cruda realidad.
– Con tu permiso, no sere totalmente desinteresado -le respondio Darley con una sonrisa-. Tengo pensado alquilar para nosotros una casa de campo. Por supuesto, tendras tu propia habitacion para guardar las apariencias, pero me gustaria verte de vez en cuando.
Ella sonrio.
– Por la noche, por ejemplo.
Darley sonrio de forma descarada:
– Eso seria sumamente gratificante.
– Te garantizo que para mi tambien.
– Estoy seguro.
– Que hombre mas arrogante -murmuro Elspeth.
– Digamos simplemente que ahora se lo que te gusta.
– Si -comento con amabilidad-. Desde luego.
– ?Asi que hemos hecho un pacto?
– Si, pero Will es lo primero.
– Lo entiendo.
Y asi dejaron las cosas. El resto del corto viaje lo dedicaron a hablar de temas prosaicos, relacionados con el camarote del enfermo.
Cuando el
– Si es posible encontrar un apacentadero -dijo Darley mientras sus hombres caminaban a grandes pasos por la colina hacia la guarnicion militar-, lo preferiria, sin duda. Los caballos han pasado demasiado tiempo encerrados en una caballeriza de alquiler en Tanger. Necesitan campo abierto.
– Vere lo que puedo hacer.
– Despues de presentarme al comandante, le preguntare si conoce una casa de campo en buen estado, lejos del pueblo.
– ?Por que no nos encontramos en el patio de armas dentro de una hora? -Malcolm arqueo las cejas con