El marques escribio una carta breve y fue al grano. Su padre sabia mejor que el lo que se tenia que hacer. Pero Elspeth tenia que ser protegida a toda costa. Se freno antes de expresar sus sentimientos. El habito de toda una vida no podia romperse facilmente. Por lo demas, sin embargo, fue muy claro. No podian permitir que Grafton humillara a su esposa. Despues de sellar la carta, el marques se la entrego al ayudante del general.
– De nuevo gracias por informarme de la noticia aparecida en
– No es asunto mio, estoy seguro -dijo el general, con los labios apretados-. Ni de nadie -mascullo-. Pero sea cual sea su decision, puedo decirle que ha sido un placer tenerles aqui, en Gibraltar, a todos ustedes. Quedense todo el tiempo que deseen, por supuesto. Los embrollos londinenses quedan lejos de aqui y no nos afectan.
– Asi parecia durante estas semanas -le dijo Darley con una sonrisa-. Estamos agradecidos por el respiro. Supongo que mi padre se ocupara de Grafton. Si la senora quiere quedarse, nos quedaremos.
– ?Magnifico! ?Excelente! ?Y por que no? -pregunto Eliot con una amplia sonrisa-. Aqui tenemos todo lo que se necesita.
Un punto a tener en cuenta, penso Darley.
Siempre y cuando quisieran ser unos expatriados.
En su paseo de regreso a casa, el marques delibero sus opciones… en un principio reacio a abandonar ese dulce paraiso. No podia recordar cuando habia sido mas feliz. Asi que, opcion primera: no hacer nada… quedarse alli y no hacer nada. No obstante, tambien podrian volver, pedir consejo para Elspeth y tramitar el divorcio… una idea de considerable valor, puesto que liberaria a Elspeth de su marido. En cuanto a la demanda criminal contra el, estaba acostumbrado a las situaciones embarazosas y mas que dispuesto a pagar a Grafton por el placer de llevarse a su esposa.
Pero en ultima instancia no era decision suya.
Era la vida de Elspeth, le correspondia a ella tomar la decision. Ella era la menos capacitada para soportar la atenta e intensa observacion de la que seria objeto. Despues de ser el centro de atraccion de la sociedad durante toda su vida adulta, Darley era, en gran parte, indiferente a la censura publica.
Tendria que decidir ella, concluyo Darley.
Cuando entro en casa un poco mas tarde, Elspeth llego de la biblioteca corriendo, le rodeo con sus brazos y grito de alegria.
– ?No hace mucho que te fuiste! ?Y con todo no puedes imaginarte hasta que punto te he echado de menos!
Quiza se quedarian despues de todo, penso repentinamente, vencido por una embriagadora ola de felicidad.
– No podia estar mas tiempo fuera -murmuro Darley, estrechandola contra el-. Tome dos copas con el general y me fui.
Elspeth sonrio abiertamente.
– Porque me echabas muchisimo de menos.
– Si, por esa razon -le dijo Darley, sonriendo a su vez-. Estoy triste sin ti.
– ?Si, si,
– Nada que objetar -le dijo Darley, reconociendo la pura verdad de su afirmacion.
– Y bien -murmuro ella con una sonrisa traviesa-. ?Que noticias trae de la ciudad nuestro hombre cautivado?
Darley se reprendio.
– Me olvide de la lista.
– ?Las medicinas de Will tambien?
– Lo siento, ire ahora mismo -sus manos soltaron su cintura y retrocedio un paso.
– No, no, puede esperar -y le atrajo hacia si-. Todavia quedan. Iremos manana, cuando no tengas que ir a ver al general. Me podrias llevar a comer a aquella posada turca que esta cerca del puerto. Hacen un
– Muy bien… manana iremos.
– Ahora cuentame lo que queria el general. ?Te ha echado de menos igual que yo?
– No. Tenia algunas noticias para mi. Venga, iremos fuera y te lo contare.
Elspeth fruncio ligeramente el ceno.
– Suena un poco inquietante.
– No -mintio Darley, o tal vez no, segun el punto de vista-. No te preocupes. No es nada de lo que no pueda ocuparme.
– Creo que no me gusta como suena esto -dijo Elspeth, inquieta.
– No es nada. Ya lo veras -Darley sonrio y la tomo de la mano-. Sentemonos en el banco que da a la Punta.
Cuando se lo explico, Elspeth se quedo paralizada, las mejillas se le rineron de un escarlata brillante.
– Estaba convencida de que tomaria represalias -Elspeth tomo aire.
– No importa -le dijo tomando su mano entre las suyas-. El divorcio puede ser la solucion. Piensalo, querida, seras libre -la idea de tener a Elspeth solo para el… sin la trabas de un matrimonio… era indudablemente apetecible. La posibilidad del divorcio era cada vez mas atractiva. La demanda de Grafton en el Parlamento seria un escandalo… pero fugaz, como todos los escandalos-. Te encontraremos un buen abogado, o si prefieres quedarte aqui, hare que mi padre se encargue de todo. Tendras el divorcio antes de que te des cuenta.
–
– Grafton no hara eso. O mejor dicho, nos encargaremos de que no lo haga.
Elspeth respiro hondo, aparto un instante la mirada para abarcar el paisaje escarpado, banado por el sol, deseando que pudieran quedarse en aquel paraiso aislado.
– Siempre tuve claro que no podria irme tranquila -dijo Elspeth en voz baja, soltando su mano de la de Darley, apretandolas fuerte para controlar el miedo.
– No es una catastrofe, mi amor. -Darley hablo calmado, consciente de su agitacion-. Te garantizo que esta situacion se puede solucionar -y cuando los buenos abogados o el dinero no funcionaban, tenian otros medios para meter a Grafton en cintura, penso Darley. El conde era todo menos un santo. No habia necesidad de andarse con miramientos-. Deja que me encargue de todo.
Elspeth hizo una pequena mueca.
– Como con todo lo demas.
– Tu misma dijiste que era mucho mas facil para un hombre abrirse camino en la vida. Dejame ocuparme de todo.
Como cualquier otra mujer, Elspeth tenia escasa proteccion legal. El mundo estaba dirigido por hombres, las leyes las escribieron pensando en ellos… en especial hombres de cierta clase social. Podria contar con el apoyo de Will, pero el podia ejercer todavia menos influencia que ella, ya que no tenia ni un penique. Por otra parte, Darley siempre conseguia que aceptara con facilidad.
– Esto tambien te implicara a ti. ?Lo entiendes? -dijo Elspeth con un leve suspiro.
Darley sonrio.
– Dudo que puedan manchar mas mi reputacion.
Elspeth arqueo ligeramente las cejas.
– No estoy muy segura. A ti tambien te pueden llamar a declarar.
– Dejemos que lo hagan.
Darley estaba completamente desconcertado. Ella admiraba su serenidad. Aunque un titulo y una gran fortuna aliviaban las incertidumbres de la vida. Pero a excepcion de entregarse a la inexistente misericordia de Grafton, no sabia que otra opcion le quedaba. Enfrentarse a una demanda de divorcio costaba mucho dinero.
– Siento como si contrajera una gran deuda contigo…