afirmacion del futuro, ?por que sentia cosquillas por todo el cuerpo? ?Por que hubiera querido enredar los brazos alrededor de su cuello?

Quiza porque el beso duraba mucho, penso, incredula. Duraba mucho mas de lo que deberia durar un beso en el que uno sella un acuerdo con otra persona. ?Por que apretaba sus hombros con tanta fuerza? ?Por que la besaba con tal pasion?

Tammy estaba rigida, aunque hubiera querido contestar. Tanto que… no pudo evitarlo. Aunque fuera absurdo y peligroso, estaba deseando abrir los labios para recibir la caricia, estaba deseando buscar seguridad en aquel hombre que habia puesto su mundo patas arriba.

El beso era maravilloso. Nunca antes habia sentido nada asi. Su fuerza, su altura, su masculinidad…

Cuando por fin Marc se aparto, vio en sus ojos la misma confusion que debia haber en los suyos.

– No deberia haber hecho eso.

– Yo…

– Hoy mismo te has enterado de la muerte de tu hermana -siguio Marc, perplejo, tuteandola por primera vez-. Luego, que eras la tutora de tu sobrino y despues, que ibas a cambiar de pais… Pero yo te cuidare, Tammy. Te lo prometo.

La ternura que habia en su voz era tan inesperada que Tammy se quedo sin aliento. Y, de repente, noto que una lagrima corria por su rostro.

– Estas agotada. Perdoname…

– No, yo…

– Tienes que tomarte esto con calma. Lo siento, de verdad.

?Tomarse que con calma? ?El beso?

Debia solucionar muchas cosas antes de irse del pais. El beso no tenia nada que ver.

?O si?

La ternura era una cualidad desconocida para ella. Quiza porque no dejaba que nadie se acercara demasiado. Nunca.

– No tiene que lamentarlo. No es culpa suya.

– No, pero…

– Tengo que irme a dormir -lo interrumpio Tammy. Necesitaba estar sola. Desesperadamente. Si no se iba, podria caer en sus brazos y no moverse nunca de alli. La tentacion era casi irresistible.

Pero absurda. Su hermana se habia casado con un hombre como el y ?que paso? Que habia muerto.

Ese pensamiento le hizo dar un paso atras.

– Marchese.

– ?Estas bien?

– Si, pero marchese. Y Marc… Alteza… no se como llamarlo.

– Marc -contesto el.

– Marc, no vuelvas a besarme.

– ?Por que no?

– Porque no quiero.

– ?Estas segura?

Menudo arrogante. Era un principe, claro. Realeza. Y ella, una arboricultora que iba descalza.

– Completamente -contesto por fin, acercandose a la puerta-. Y ahora, o te vas o tendre que llamar a mis amigos, los de seguridad.62

– Me voy, me voy.

– Bien.

– Buenas noches.

Marc paso a su lado, pero antes de irse acaricio su cara.

– Siento haber sido yo quien te diera la noticia. Que duermas bien, Tammy Dexter. Manana empieza nuestro futuro.

Entonces acaricio sus labios con un dedo… un beso que no era un beso.

Y luego se marcho.

?Que habia dicho? «Manana empieza nuestro futuro».

Su futuro.

Hasta aquel dia su futuro estaba cuidadosamente planeado, pero ahora… se iba de Australia para vivir en un pais que no conocia, lleno de castillos y princesas

El principe Marc de Broitenburg le ofrecia un futuro que no podria controlar.

– Ten cuidado, Tammy -murmuro, cerrando la puerta-. Ten mucho cuidado.

Quiza no deberia ir. Quiza no tenia eleccion. Y quiza se alegraba de ello.

El recuerdo de aquel beso habia cambiado algo mas que el futuro. Habia destrozado la confianza que tenia en su autocontrol.

?Deberia pedir ayuda?

Los dos dias siguientes fueron de locos. Afortunadamente, tenia el pasaporte en regla y conseguir el visado no fue un problema

– Charles tiene que servir de algo, ademas de para gastarse el dinero de los contribuyentes.

El jefe de Tammy se entero de inmediato. Y su respuesta fue:

– Puedes volver aqui cuando quieras. Yo cuidare del nino si asi consigo que vuelvas a trabajar para mi.

Eso la reconforto. Llevaba tres anos trabajando para Doug y eran como una familia. La idea de que el equipo la echase de menos, que alguien la echase de menos… era inexplicablemente consoladora.

Nadie mas la echaria de menos. Nadie se daria cuenta de que se habia ido de Australia.

Pero tenia que llamar a su madre.

– ?Por que iba a decirte que Lara habia muerto? -replico Isobelle cuando Tammy le pidio explicaciones-. Nunca te has preocupado de ella.

«Que sabras tu», penso Tammy, pero se mordio la lengua.

– Voy a llevarme a Henry a Broitenburg.

Al otro lado del hilo hubo un silencio.

– ?Con el principe regente… como se llama?

– Marc.

– Vaya, vaya -replico su madre, ironica. Y ella se pregunto por enesima vez por que Isobelle la odiaba tanto-. No lo conseguiras.

– ?Perdona?

– Es un buen partido, pero no se casara contigo.

– No se de que estas hablando.

Pero lo sabia. Lo sabia perfectamente. Para su madre, los hombres siempre habian sido un medio para llegar a un fin.

– No eres suficientemente guapa.

– Yo no…

– He oido hablar de tu precioso principe Marc. Es un mujeriego y, ademas, es riquisimo. ?Crees que alguien como el miraria dos veces a una chica como tu?

Muy bien. Ya estaba harta. Habia llamado para pedirle explicaciones, pero no pensaba decirle una palabra mas. De modo que colgo el telefono.

Tenia otras cosas de que preocuparse.

Ropa, por ejemplo. Tenia vaqueros, camisetas, cazadoras… no precisamente un vestuario como para vivir en un palacio.

– Puedo enviar a alguien a tu casa para que embale tus cosas. Las enviaremos a Broitenburg en un container -dijo Marc la ultima tarde.

– ?Un container?

– Si piensas quedarte en Broitenburg…

– Mi «casa» es un estudio de alquiler y los muebles no son mios. Pero no te preocupes, en Broitenburg comprare unos vaqueros nuevos. Si hay pantalones vaqueros en tu pais, claro.

– Si, pero…

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