El vestido negro era enganosamente simple. Tenia el cuello de pico y un frunce en el centro que marcaba la cintura y las caderas de una forma elegante y muy sexy a la vez. Sus largas piernas parecian aun mas largas con unas sandalias de tacon.
Y el resto… los rizos morenos caian por su espalda como una cascada. Se habia puesto sombra de ojos y brillo en los labios. No le hacia falta nada mas. ?Estaba arrebatadora!
– ?Que has hecho con tu ropa? -exclamo Marc. -Vaya, y yo preguntandome si mis modales serian aceptables -sonrio Tammy.
– Perdona. Tammy… te presento a Ingrid, mi… -Novia -termino ella la frase-. Encantada de conocerte, Tammy. ?Como estas, querida? Estabamos diciendo que debes sentirte muy rara aqui… Pero veo que llevas un vestido de tu hermana. Bien hecho. Yo iba a enviarlos a algun albergue, pero si te gustan…
Tammy se puso colorada. Pero aquella mujer le recordaba a su madre y sabia que la rabia no valia de nada con ese tipo de persona. Otros metodos eran mas efectivos.
– Me alegro de que no lo hayas hecho. Aun no he visto el testamento de mi hermana, pero dudo mucho que pudieras disponer de sus cosas. Los asuntos legales son tan fatigosos, ?verdad? -sonrio Tammy, tomando la copa de champan que Marc le ofrecia-. Gracias. Ah, Dom Perignon, mi favorito.
Quince minutos antes estaba diciendo que preferia tomar un sandwich de queso. Marc parpadeo… aunque hubiera parpadeado de todas formas. Hasta entonces sospechaba que Tammy eligio su profesion por un complejo de inferioridad. Lara e Isobelle eran magnificas, criaturas perfectas fisicamente. Si Tammy habia crecido comparandose con ellas… en fin, seguramente cualquiera se habria dedicado a los arboles.
Pero ella era tan guapa como su madre o su hermana. Incluso mas. Llevaba muy poco maquillaje y ninguna joya, pero con aquel sencillo vestido negro hacia que Ingrid pareciese fuera de lugar. Ingrid lo sabia, claro. Por eso estaba enfadada. -Bueno, si te quedan bien… -sonrio, senalando la mesa con un gesto muy estudiado.
Estaba haciendose la anfitriona, por supuesto. El gesto tampoco paso desapercibido para Marc, que levanto los ojos al cielo.
– Por lo que he visto en los armarios, no tendre que comprar ropa nunca mas.
– ?Piensas quedarte mucho tiempo? -pregunto Ingrid.
– Henry necesita una madre -contesto Tammy-. De modo que supongo que si.
– Pero si Marc y yo…
– ?Quieres mas champan? -la interrumpio el. Tammy sonrio, agradecida.
– Si, por favor.
Marc no podia dormir. Por fin, a las dos de la manana, se levanto de la cama y fue a dar un paseo por el jardin. La luna llena se reflejaba en las tranquilas aguas del lago y camino por toda la orilla a grandes zancadas, intentando calmarse.
?Que estaba haciendo?
Hasta que Jean Paul murio, su vida no era complicada. O, al menos, era mucho menos complicada. Vivia alejado de su familia, que era lo que deseaba.
Crecio muy cerca del palacio porque su padre era hermano del principe, pero no lo habian educado para heredar la corona. Ademas, nunca se habia llevado bien con sus primos. La madre de Jean Paul era una cursi de primer orden, para quien ser la esposa del principe de Broitenburg era motivo de satisfaccion, mientras su madre era una mujer encantadora que no tenia nada que ver con la realeza.
Al pensar en su madre, Marc hizo una mueca de dolor. Lo que le habian hecho a ella, a su familia…
Daba igual, era el pasado. Y el habia aprendido que la unica forma de tratar con aquella gente era ser brusco y distante.
Porque amaba a su pais haria lo que tuviera que hacer. Llevaria la corona y mantendria la monarquia por su primo Henry, pero nada mas. Si pudiera persuadir a Tammy para que ocupara su sitio en palacio, el podria apartarse. Que era lo que deseaba. Queria vivir en su casa, alejarse de cierta gente…
?De Tammy tambien?
Si, de Tammy tambien. Ella lo excitaba como ninguna otra mujer, lo ponia nervioso…
Y no entendia por que. A el no le gustaban las mujeres como ella. Le gustaban las mujeres como Ingrid. Ingrid.
Cuando recordaba su comportamiento durante la cena se ponia enfermo. Tenia que librarse de ella lo antes posible. Despues de la cena, cuando esperaba irse con el a la cama, Marc la rechazo con muy poco tacto.
– Estoy cansado, Ingrid. Necesito dormir solo esta noche.
– Puedo quedarme solo un rato, carino. Carino… El termino resultaba casi obsceno en su boca. Era preciosa y elegantisima, pero su relacion no habia durado mas que unos meses. Ninguna de sus relaciones duraba mas que eso.
Y asi era como le gustaba. Las mujeres de su circulo eran todas como su tia e Isobelle. Y como Lara. El sabia muy bien lo que buscaban. Llevar alli a una mujer de otro circulo, exponerla como si fuera un pez en una pecera, seria exponerla al mismo dolor que experimento su madre.
Y Tammy…
?Por que no podia dejar de pensar en Tammy? Tammy mirandolo con sus ojos enormes de color miel. Tammy, durmiendo sobre su hombro en el avion. Tammy, abrazando a Henry, haciendole sonreir, sentada sobre la cama con los pies desnudos.
Tammy con aquel vestido negro…
Estupendo, si mantenia una relacion con ella estaria involucrado con el trono y con la familia real para siempre. Y el no queria eso.
Ademas, no podia casarse con ella…
?Casarse? ?De donde habia salido aquel pensamiento? ?Ridiculo!
– Maldito seas, Jean Paul -murmuro, entre dientes-. Hare lo que tenga que hacer y luego me marchare de aqui.
Tammy…
«No seas ridiculo», se dijo a si mismo. No deberia haberla besado. No sabia por que lo habia hecho, en realidad. Una cosa era segura: no iba a pasar de nuevo. No la deseaba, no queria saber nada de ella.
Capitulo 7
MARC SE desperto al oir risas. Cuando abrio los ojos eran las ocho de la manana… Eso le ensenaria a pasear hasta las tantas por el lago. Tenia la cabeza embotada.
Quiza habia imaginado las risas, penso, muerto de sueno. Una cosa que aquel palacio no despertaba era risas precisamente.
Pero alli estaban otra vez, entrando por la ventana. ?Seria Tammy?
Unos segundos despues, oyo un golpecito en la puerta y Dominic entro con la bandeja del desayuno. Cuando abrio las cortinas y Marc se tapo los ojos, el mayordomo sonrio.
– Lo siento, senor, pero hoy tiene una reunion con el senor Lavac a las nueve.
– ?A las nueve? ?El senor Lavac? -pregunto todavia medio dormido.
– El contable, senor -contesto Dominic.
– Ah, si, claro, el contable ^murmuro Marc-. ?Quien se esta riendo? ?No sera T… la senorita Dexter?
– ?Le ha despertado, senor? ?Quiere que les diga que no hagan ruido?
– ?A quien?
– A la senorita Dexter y al principe Henry -sonrio Dominic, mirando hacia el jardin-. Aunque debo admitir que no me apetece hacerlo. Me gusta verlos reir. Y ella es…
– ?Te gusta la senorita Dexter? -pregunto Marc, levantandose.
Tammy estaba tumbada en la hierba con Henry sobre su estomago, jugando a los caballitos. Una pata y sus polluelos observaban el juego desde el borde del lago, tan sorprendidos como Marc.
En cuanto a el… era increible. Al verla reir asi, sintio una ola de deseo inesperado.
Pero no era un deseo conocido. Era algo diferente. Le habria gustado bajar para jugar con ella. Y con el nino al que estaba empezando a querer.