– No puedo creerlo… -murmuro Marc, atonito.

– Alguien tiene que decirtelo. Si quieres que me quede aqui, tendras que buscarme una casa.

– El palacio es tuyo. Y no hace falta que te pongas histerica. Soy yo el que se marcha.

Silencio.

Un jardinero estaba limpiando las hojas que habian caido en el jardin y un par de jilgueros cantaban en la rama de un arbol.

– ?Te marchas? -pregunto Tammy por fin.

– Si. En cuanto estes instalada.

– ?Y vas a dejarme sola aqui?

– Sola no, con el servicio.

– Con el servicio -repitio ella-. ?Quieres decir que te escapas, dejandome a mi sola con la responsabilidad de todo esto?

Ninguna mujer le habia hablado asi. Ninguna.

– No te hago responsable de nada.

– ?Donde vas a ir?

– Ya te dije que vivo en Renouys, a diez kilometros de aqui.

– Ah, claro. Se me habia olvidado que no eres un principe de verdad. Asi que te marchas y haras de principe desde otro sitio.

– En realidad, soy ingeniero -replico el, con los dientes apretados-. Diseno tuberias y sistemas de irrigacion y me apetece volver a trabajar.

– Fascinante. Y yo te recuerdo que soy arboricultora ademas de la tia de Henry. ?Por que no puedo volver a mi trabajo?

– Puedes hacerlo.

– ?Y tu no puedes disenar tuberias desde aqui? -le pregunto.

– No hace falta…

– ?Como que no? Yo no se como dirigir un palacio.

– No hace falta. El palacio se lleva solo.

– Si, como en los ultimos diez anos, ?no? La senora Burchett me ha contado que esto era un desastre.

– Parece que la senora Burchett te ha contado muchas cosas.

– Me ha contado lo mal que estaban todos, lo irresponsables que fueron Franz y Jean Paul. Y ahora tu te quieres marchar y dejarme a mi con…

– No dejare mis obligaciones como gobernante. No voy a nacerte responsable de nada.

– ?Y Henry?

– Es tu sobrino.

– Y tu heredero.

– No es mi heredero, es el heredero del trono de Broitenburg. ?No sabes nada sobre las monarquias?

– Se lo necesario. Se que tienes una responsabilidad para con este pais y que te vas a tu casa para jugar a los ingenieros.

– Mira, yo nunca he querido…

– ?Que, responsabilidad, compromiso? La senora Burchett me ha dicho que nunca has querido saber nada de eso. Me ha hablado de tu madre…

– ?Que demonios sabes tu de mi madre? -la interrumpio Marc.

– Que murio cuanto tu tenias doce anos y que fue entonces cuando tu padre empezo a beber hasta matarse. Y que tu culpas a la familia de Jean Paul, a la familia real, por destrozar tu infancia.

– No me lo puedo creer… -murmuro el, atonito.

?Como se atrevia la senora Burchett a contarle esas cosas? Deberia entrar en palacio y despedirla de inmediato.

Pero… solo estaba diciendo lo que decian las revistas. Le gustase o no, era de dominio publico.

Tammy se mordio los labios. Por la expresion de Marc, se daba cuenta de que habia hablado de mas.

– Se que todo eso no es asunto mio, pero solo llevo aqui unas horas y ya he visto que el servicio esta desesperado. Ellos quieren que te quedes, Marc. Supongo que intuian que ibas a marcharte… Y siento lo que he dicho, se que no deberia habertelo recordado, pero…

– Esto no tiene nada que ver con los cotilleos. No tiene nada que ver con el pasado. No soy un principe, soy un ingeniero.

Tammy se lo penso un momento. No ya por ella, sino por Henry. Henry lo necesitaba a su lado, necesitaba una figura masculina que le ensenase cuales serian sus obligaciones.

– Eres el jefe de Estado.

– El jefe de Estado en realidad es Henry.

– Ya, claro -sonrio ella, acariciando la cabecita del nino-. ?Quieres que firme algun papel? ?Quieres que redacte alguna ley?

– Ya te he dicho que estare solo a diez kilometros de aqui. Puedo venir en menos de media hora si me necesitas.

– Tu sitio esta aqui.

– No, tu sitio esta aqui.

– Tu me has traido y no pienso dejar que te escabullas.

– No tengo intencion de escabullirme…

– ?Marc?

No se habian dado cuenta, pero Ingrid estaba en las escaleras, observando la discusion con cara de sorpresa. Con un cardigan de cachemir y una faldita de tweed beige, sin un pelo fuera de su sitio, estaba preciosa.

– Buenos dias, Ingrid.

– ?Que haces ahi? ?Descalzo?

Marc no sabia que la ofendia mas, verlo hablando con Tammy o que estuviera descalzo.

– Jugando con la grava -sonrio por fin-. Pero no te lo aconsejo. Los pies de Tammy deben ser de cuero.

– Pense que desayunariamos juntos.

– *Y yo pense que ibas a desayunar en la cama.

– Yo nunca desayuno en la cama. Los criados lo saben -replico ella.96

– ?Ah, si? ?Y por que lo saben?

– Porque llevo aqui tres dias.

– ?Y por que llevas aqui tanto tiempo? -siguio preguntando.

– Alguien tiene que controlar el palacio. Ahora es tu responsabilidad, Marc. No puedes dejar que lo controle el servicio.

– Eso es lo que yo le estaba diciendo -intervino Tammy-. ?Sabes que piensa volver a su casita en cuanto pueda?

– ?Como dices? -replico Ingrid, mirandola como se mira a un gusano.

– Piensa dejarme aqui.

– ?Sola?

– Con Henry. Intenta convencerlo, por favor -sonrio Tammy, volviendose hacia Marc-. Pero si no quieres que empiece a buscar casa, sera mejor que te lo pienses. Lo siento, Alteza, tengo que poner a esta otra Alteza en la cuna.

Y luego paso a su lado muy digna, con gesto de gran dama, descalza y todo.

A pesar de su aparente confianza, Tammy estaba nerviosa. El palacio era una maravilla, el pais era magnifico, pero ella no queria responsabilidades.

?Debia aceptar su destino como responsable del heredero al trono?

Seguramente si, penso, mirando al nino dormido en la cuna. Y, en realidad, la culpa no era de Marc, sino de su hermana.

Muy bien. Podia cuidar de Henry, pero controlar un palacio y explicarle al nino cual seria su futuro papel en Broitenburg era algo que no podia hacer sola.

– ?Quiere aprobar el menu del almuerzo, senorita Dexter? -le pregunto la senora Burchett.

– ?Yo?

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