– No quiero molestar a Su Alteza.

– ?No puede hacerlo Ingrid?

– Es usted la anfitriona, senorita Dexter. ?Que tal codornices estofadas como primer plato?

– Yo creo que seria mejor un caldo de gallina -suspiro Tammy-. Porque asi es como me siento ahora mismo. Como una gallina desplumada.

La senora Burchett disimulo una risita.

– ?Lo dice en serio?

– Bueno, un pollo tampoco estaria mal.

Tammy no queria soportar las ironias de Ingrid otra vez, pero bajo al comedor cuando Dominic anuncio que el almuerzo estaba servido.

Sin embargo, ni Marc ni Ingrid aparecieron por alli.

– Su Alteza y la senorita Ingrid comeran fuera de palacio -le dijo Dominic.

«Mejor», penso ella. Asi podria conocer al mayordomo… e intentar hacerlo su aliado.

Y funciono. Para cuando termino con el postre de fresas silvestres estaba casi segura de que podia contar con un amigo.

De modo que, ?donde estaban Marc e Ingrid?98

– Se han ido al chateau de Su Alteza, en Renouys. Aunque nos gustaria que se quedase aqui, Su Alteza no disfruta en palacio.

– ?Podria convencerlo para que se quedara? -pregunto Tammy.

– No lo se. Pero si usted puede hacer algo…

Si, ya. ?Que podia hacer ella? Lo unico que tenia claro era que si Marc se iba de palacio para hacer lo que le daba la gana, ella tambien podia hacerlo.

De modo que bajo al jardin y busco al jardinero jefe. Otto era mayor que Dominic y apenas hablaba su idioma, pero compartian el mismo amor por las plantas. Por lo visto, llevaba anos intentando remodelar el jardin y el bosque que rodeaba el palacio, pero nadie le daba ordenes precisas. Cuando le mostro los planos de lo que queria hacer, Tammy se quedo boquiabierta.

– Es asombroso -sonrio, admirando una avenida flanqueada por perales de Manchuria-. Una maravilla.

– Si Su Alteza lo permitiera…

– Claro que lo permitira. Tiene que hacerlo.

– ?Que es lo que debe permitir Su Alteza? -oyeron una voz tras ellos.

Marc acababa de aparecer entre los arboles y parecia muy serio.

Pero Tammy no pensaba dejarse intimidar.

– ?Has visto estos planos? Son increibles.

Pero el jardinero estaba guardando los papeles, nervioso.

– Otto quiere hacer muchas cosas -insistio Tammy-. Y no se por que no se lo han permitido antes. Mira esta colina. La mayoria de los arboles sufrieron algun desperfecto despues de una gran tormenta hace anos… pero nadie le ha dado permiso para replantarlos y la erosion empieza a ser un problema. Seria un crimen dejar que el terreno se echara a perder.

– ?Un crimen?

– Si. Y no es un problema de dinero. Otto tiene semillas suficientes para plantar un bosque entero. Solo tenemos que decirle que si.

– ?Tenemos?

Tammy se puso colorada.

– Bueno, tu. Pero yo lo ayudare, claro. En cuanto este instalada del todo…

– ?Vas a quedarte en palacio?

– Yo no. Tu te quedaras en palacio.

– Esto parece una discusion de ninos -replico Marc, irritado-. Yo me quedo, tu te quedas…

– Pues deja de portarte como un nino.

– ?Como dices?

– Dejar tus responsabilidades en manos de una chica inexperta…

– ?Una chica inexperta? No creo que lo fueras ni cuando tenias tres anos -la interrumpio el-. ?Que te parece, Otto? Fantastique, eh

– Oui -contesto el jardinero-. Et belle, tres belle.

– Eso es verdad. Desde luego que si-sonrio Marc.

– Si, guapisima. Despeinada, con los vaqueros manchados de hierba… Estais locos.

– Yo no lo creo. Por cierto, he venido para informarte de que la senora Burchett esta haciendo un souffle, asi que no podemos llegar tarde a cenar. Tambien me ha dicho que pensaba servir codornices para el almuerzo, pero la senora le pidio pollo.

– Yo no… bueno, si, pero…

– Planeando arreglos en el jardin, cambiando el menu… te sentiras como en casa antes de que te des cuenta. Y entonces yo podre vivir mi propia vida -sonrio Marc.

Ah, genial.

Capitulo 8

INGRID no estaba alli. Tammy entro en el salon y se encontro a solas con Marc, que la esperaba frente a la chimenea con una sonrisa en los labios.

– ?Que? Quiero decir, buenas noches, Alteza.

– Buenas noches, senorita -dijo el, inclinando la cabeza.

En otro hombre hubiera resultado ironico, pero en el resultaba tan normal como que le besara la mano. Lo cual no era nada normal para ella… Nunca le habian besado la mano.

?Y cuantos hombres conseguian ponerla nerviosa con una simple sonrisa?

– ?Donde esta Ingrid?

– Ha tenido que volver a su casa urgentemente.

– ?A tu casa?

– A la suya.

– De modo que la senora Burchett tenia razon-la has dejado.

– No.

– ?Entonces volvera?

– No se por que te preocupa tanto.

– Es por el vestido -contesto Tammy, pasando la mano por la falda del vestido azul que habia sacado del armario-. Si a partir de ahora vamos a cenar solos, puedo bajar en vaqueros.

– Ah, muchas gracias. Merci du compliment.

– De nada.

– Pense que las mujeres se vestian para agradar a los hombres.

– Solo si intentan atraerlos. Y yo no lo estoy intentando.

?Seria eso cierto? ?Estaba intentando atraerlo? No… o no mucho. O no estaba dispuesta a admitirlo.

– Las mujeres se visten para impresionar a otras mujeres. Mi madre y mi hermana podian diseccionar el atuendo de una mujer a quinientos metros.

– ?Y a ti no te hacia gracia?

– Ninguna. ?Podemos ir a probar el souffle?

– ?Por que no te gustan las codornices?

– No me han gustado nunca.

– ?Y si a mi me gustan?

– Si yo soy la encargada del menu, nunca comeras codorniz.

– Eres muy dura.

– Lo soy -sonrio Tammy. En realidad, se sentia feliz por la ausencia de Ingrid. Y no queria preguntarse por

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