Y, de nuevo, le entraron ganas de llorar.
– ?El desayuno? ?Me has traido el desayuno?
– Pense que…
– Pensaste que debias hacer algo para compensar que anoche me dejaste solo con Henry. Eres muy amable.
– No estoy siendo amable. Solo he venido para ver como estaba Henry.
– Esta bien -dijo Marc-. ?Lagrimas, Tammy?
– No. ?Por que iba a llorar?
– No lo se.
– No estoy llorando.
– ?Que te pasa? -insistio el.
– Nada, ya te he dicho que he subido para ver como estaba mi sobrino.
– Solo ha dormido un par de horas, asi que no creo que se despierte en mucho rato.
– ?No se durmio hasta tan tarde?
– Se durmio «temprano» en realidad -rio Marc-. Casi estaba amaneciendo… Pero Tam, yo no soy una ninera.
– Lo siento.
El uso de aquel diminutivo la puso aun mas nerviosa.
En Australia penso que Marc no sabria ocuparse de Henry, que lo dejaria al cuidado de las nineras, pero se daba cuenta de que no era asi. Marc necesitaba al nino tanto como el nino a el. Tammy se habia enamorado de Henry a primera vista, pero quererlo significaba querer lo mejor para el.
Y si eso significaba dejarlo…
Marc estaba esperando. ?Que le habia dicho, que lo sentia? Pues no era asi.
– En realidad, no lo siento -se corrigio a si misma-. No lo siento. Dormir pocas horas es algo muy normal cuando uno cuida de un nino. Esta noche me toca a mi.
– Llevatelo ahora -sonrio Marc-. Yo lo he cuidado toda la noche, ahora te toca a ti.
Tammy nego con la cabeza.
– No.
– ?Como que no?
– Cada turno dura veinticuatro horas. Tu cuidas de Henry durante veinticuatro horas y yo hare lo mismo.
– Pero…
– ?Pero que?
Marc se paso una mano por el pelo.
– Le dire a la senora Burchett que se encargue de el.
– Claro, al fin y al cabo eres un principe -replico Tammy, ironica-. Los criados se responsabilizaran de todo, ?no?
– Henry no es mi responsabilidad, Tammy.
– ?Y de quien es entonces?
– Tuya.
– No. Yo he venido a Broitenburg para asegurarme que esta bien cuidado, pero no soy su ninera. Asi que toma tu desayuno, mi trabajo aqui ya esta hecho.
– ?Que quieres decir? ?Como que ya has hecho tu trabajo?
– Deja a Henry con la senora Burchett si te parece. Pero debes saber que el nino quiere estar contigo.
– Tammy…
– Me voy a curar algun arbol. Ese es mi trabajo -lo interrumpio ella-. Tu tienes tu trabajo y yo tengo el mio. Por cierto, ese parece un interesante sistema de riego -anadio, senalando el ordenador-. Puede que no se me de bien la geografia, pero el agua parece estar subiendo por la montana. ?Menudo ingeniero!
Y antes de que Marc pudiera decir nada, Tammy salio de la habitacion, dejandolo perplejo.
Marc tomo el te y las tostadas mientras observaba a Tammy por la ventana adentrandose en el bosque. Llevaba en la mano lo que desde arriba parecia una sierra electrica. Era una maquina demasiado grande para una chica tan delgada, penso. Entonces se imagino a Ingrid con una sierra electrica y le dio la risa. La imagen era inverosimil.
Tammy caminaba contenta, feliz. No parecia alguien que acaba de abandonar a un nino. De verdad parecia decidida a no volver a pensar en Henry.
El no estaba acostumbrado a que las mujeres lo trataran asi. Mujeres con sierras electricas, ademas. Mujeres que lo dejaban solo con ninos de diez meses.
Mujeres que le hacian sonreir.
No estaba acostumbrado a mujeres como Tammy.
A lo mejor no habia mujeres como Tammy…
Quiza podria bajar para ver que estaba haciendo. No, el se iba a casa.
?O no?
A su lado, Henry dormia como un bendito. Y era logico. Por primera vez en su vida era tratado con amor… Cuando Marc toco la manita del nino se le hizo un nudo en la garganta.
Pero tenia que marcharse, tenia que volver a su casa.
Podria llamar a la senora Burchett. Henry estaria de maravilla con Madge.
Pero Henry no era familia de Madge, era su familia. Y el nino parecia feliz estando con el.
?Pero Marc no queria eso!
?Que queria? A Tammy.
Aquello era una locura.
Deberia meterse en la cama, se dijo. Solo habia dormido dos horas y no habia razon para levantarse tan temprano.
Pero Tammy estaba en el bosque, jugando con una sierra electrica…
No pensaba acercarse a ella. Se iria a casa.
Pero cuando miro la manita de Henry rozando la suya supo que no iba a hacerlo; no podia hacerlo. Y tampoco iba a bajar para hablar con Tammy. Era un hombre y tenia su orgullo. Y si ella pensaba…
Ella no pensaba nada, no queria saber nada de el, no se vestia para agradarlo, nunca se maquillaba…
?Se habria dado cuenta de que era un hombre?
Claro que se habia dado cuenta. Si no fuera asi, no le habria devuelto el beso como lo hizo. Y el recuerdo de ese beso lo hacia desear ponerse la almohada sobre la cabeza. El no habia sentido eso jamas.
Cuidaria de Henry, le daria de comer y despues hablaria con Tammy. Tenian que llegar a un acuerdo de una vez por todas. Debia aceptar que su trabajo consistia en cuidar del nino de forma permanente.
Y el tenia que salir de alli antes de que se volviera loco.
El dia le estaba pareciendo largisimo. Mas de una vez Marc miro por la ventana para ver si veia aparecer a Tammy, pero no la vio. Y mas de una vez miro el timbre para llamar a la senora Burchett, pero tampoco lo hizo. Quiza porque le gustaban las risas de Henry o quiza porque tenia miedo al desprecio de Tammy si volvia y encontraba a Henry con la gobernanta.
Pero no era solo ella, reconocio. No queria que Henry sufriera. El nino se le habia metido en el corazon y no sabia que hacer con ese sentimiento.
Cuidaria de Henry durante el dia, pero por la noche se lo daria a Tammy y escaparia de alli. De inmediato. Si a el le resultaba dificil dejar al nino con lo criados, a ella le resultaria imposible.
De modo que se quedaria hasta la hora de la cena y despues… adios.
Era un dia interminable.
Tammy no volvio a palacio para comer. Segun la senora Burchett, se habia llevado con ella unos bocadillos. Y el deseo de bajar con Henry al jardin para ver lo que estaba haciendo era abrumador
Al nino le encantaba el jardin y, asombrado, Marc se descubrio a si mismo hablando con el, como si pudiera entenderlo.
– Esto es lo que heredaras algun dia. Sera tu alegria y tu responsabilidad.
Y habia alegria en el palacio. A el siempre le habia parecido opresivo, pero en aquel momento era diferente. El lago, los jardines, el estanque, las flores, todo le parecia diferente. Seguramente lo estaba mirando con los ojos