voy a la cama. ?Duermo yo en el sofa o lo haces tu?

– Puedes quedarte en la cama.

– Muy bien -Rose se dirigio al dormitorio y cerro la puerta, dejandolo pasmado.

Rose no pego ojo en toda la noche. ?Como podria hacerlo? Estaba en la enorme cama de Marcus, observando como la luz de la luna se reflejaba en su vestido de novia, colgado cuidadosamente en una percha.

Habia tenido una boda. Habia habido fotografos, penso, muchas camaras pendientes de ella. Tal vez dentro de muchos anos se encontrara con una foto en una vieja revista. La foto de un cuento de hadas. Con Marcus, su principe. ?Los principes ordenaban vacas? Por supuesto que no. De hecho, Marcus habia puesto esa condicion.

El pensamiento le hizo soltar una risita. Deberia dormir, se dijo, pero Marcus estaba al otro lado de la pared. Y habia querido llevarla a la cama.

«Se ha casado conmigo», penso. «Soy su mujer». ?Tenia que acostarse con el para pagar la deuda? No, pero…

«Si me acuesto con el es porque hace que el pulso se me acelere». Hizo una mueca e intento calmar los latidos de su corazon.

«Seria un desastre», le dijo la parte sensata del cerebro. Le debia mucho, pero no le debia su corazon.

Pero tal vez tener a un hombre en su cama no seria tan malo. Tal vez tener a Marcus…

«Vete a casa, Rose», se dijo. «Vuelve con tus perros si quieres compania, vuelve a la realidad».

Se dijo que la realidad era buena, era su futuro. Pero en ese momento… Miro su vestido de novia y penso en Marcus. La realidad parecia muy lejana.

Marcus preferia la fantasia. Estaba tumbado mirando al techo, un techo sin ningun interes, aburrido. Igual que el.

Pero aquel dia se habia sentido transformado. Habia sentido que la vida merecia la pena… Que pensamiento tan estupido.

Se recosto en las almohadas y penso en todas las bodas de su madre. Ella siempre le decia que aquella vez iba a ser la definitiva, que por fin empezarian una hueva vida. Pura fantasia.

Y alli estaba el, atrapado en la misma fantasia que habia usado su madre para hacer de la vida algo mas soportable. Bodas glamorosas. Un cuento de hadas…

Menos mal que Rose habia tenido algo de sentido comun; si no, en ese momento estaria en sus brazos, penso. Casarse con ella estaba bien, pero hacer el amor con ella… ?No!

?Como demonios se habia metido en aquel lio? ?Una mujer? ?Australia? El futuro inmediato le parecia ridiculo.

– Yo no soy de los que creen en finales felices -le dijo al techo-. Mi vida esta aqui.

Rose se arrellano en su asiento de primera clase y se esforzo por sentirse indignada. ?Como habia descubierto Marcus que su billete era de clase turista? ?Como se habia atrevido a cambiarlo por aquel?

Pero podia extender las piernas. De hecho, podia tumbarse como en una cama. Habia mantas, mullidas almohadas y podia escuchar musica suave en su equipo personal de entretenimiento.

Iba de vuelta a la realidad, con sus vacas y el trabajo duro. Pero su marido estaba echado a su lado, y aquello no parecia real. Pero si estiraba la mano y… No, no queria estirar la mano. Rose O'Shannassy sabia muy bien cual era la realidad. Mas o menos.

Marcus podria haber usado su jet privado, pero Ruby se lo impidio.

– Ya sabes como reacciono con la ropa. Con esto reaccionara exactamente igual -habia dicho su ayudante. – Pero accedio a comprarse un vestido de novia.

– Eso fue fantasia. Un jet privado, a ojos de Rose, seria ridiculo.

– Pero, ?demonios! Esperar en los aeropuertos…

– Como todos los mortales. Solo van a ser dos semanas.

Asi que alli estaba el, en un vuelo comercial camino de una escala de cuatro horas en Tokio.

Y, sin embargo, se sentia bastante comodo. Las miradas sorprendidas de Rose eran una delicia, aunque Marcus tenia la sensacion de que estaba controlando su indignacion ante tal despilfarro de dinero.

Rose. Su mujer.

Fantasia… realidad. Las fronteras estaban empezando a difuminarse.

Capitulo 7

En cuanto aterrizaron, Rose se transformo. Se volvio hacia Marcus con determinacion y dijo: -Muchas gracias. Ahora ya puedes dejar de fingir.

– ?Dejar de fingir?

– Quiero decir… -se ruborizo un poco, pero su decision aumento aun mas-. Con todo esto de la boda. Hacerme viajar en primera clase, comprarme ropa, tratarme como tu mujer… Ya no necesitas hacerlo, aqui a nadie le importa.

– ?Como dices?

– Lo siento, creo que me he expresado mal. Es que… aqui casi nadie habra oido hablar de ti, y no les importara si estamos casados o no.

– ?Me estas diciendo que me vaya? -pregunto Marcus.

– ?Crees que Charles va a comprobar si estamos juntos?

– Seguro que lo hara.

– Pero, ?como puede hacerlo? -dijo Rose con incredulidad.

– Los detectives privados son relativamente baratos cuando hay una gran cantidad de dinero en juego.

Rose penso en ello y asintio con la cabeza.

– Muy bien, puede que tengas razon. Pero te quedaras en la casa de Hattie. Mi tia vivia separada de nosotros, aunque la casa tambien esta en la granja.

– ?No quieres que me quede contigo?

– No tengo habitacion de invitados.

– Pero tienes cuatro hermanos. Si tres de ellos no estan ahora en casa, ?como no puedes tener una habitacion libre?

Rose abrio la boca para contestar, pero volvio a cerrarla. Despues sonrio.

– Puedes quedarte en la casa de Hattie -repitio-. ?Quien va a encontramos aqui?

Los encontro todo el mundo. En cuanto atravesaron la puerta de las aduanas, Rose desaparecio entre un monton de cabezas pelirrojas. Sus hermanos, que estaban ansiosos por verla, la envolvieron en un fuerte abrazo, rodeandola, hasta que Marcus la perdio de vista.

Cuando por fin la liberaron, Rose los miro a todos con afecto. Tres de ellos ya median mas de un metro ochenta, y el cuarto era un muchachito lleno de pecas que prometia ser tan alto como sus hermanos.

– Os he echado mucho de menos a todos -les dijo-. Venid a conocer a Marcus.

El mayor, que acababa de salir de la adolescencia, se tenso al oir esas palabras. Tenia la misma mirada que habia tenido Rose cuando vio a Marcus por primera vez: de desafio y vulnerabilidad. El chico dio un paso adelante y estrecho la mano de Marcus con fuerza.

– Soy Daniel. Rose llamo y nos conto lo que has hecho por nosotros. Te estamos muy agradecidos.

Y Marcus, un hombre de mundo, sofisticado, enrojecio ante la muestra de gratitud. La de todos, que lo miraban como si fuera su hada madrina.

– Solamente me he casado con vuestra hermana. No ha sido un sacrificio tan grande.

– Bueno, Rose es una mandona -dijo Daniel-. Y tambien es muy desordenada y no sabe cocinar.

– ?Oye!-protesto ella.

– Pero es muy buena con la obstetricia animal -intervino Christopher-. Aunque Daniel estudia veterinaria, no querria contar con nadie mas que con ella en un parto complicado.

– Estos son mis hermanos -dijo Rose debilmente-. Daniel, Christopher, William y Harry. Ya te han hecho una lista de todos mis defectos y virtudes -se agacho un poco y volvio a abrazar a su hermano mas pequeno-. ?Me has echado de menos?

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