creer que habia encontrado a su padre.
– Alteza -dijo, con voz tremula-. ?Que hay de los analisis de sangre? ?No crees que deberiamos hacerlos para estar seguros?
– No hace falta, estoy seguro de que eres mi hija.
– De acuerdo, pero no lo digo solo por ti. Tu familia querra estar segura. El gobierno de Bahania querra estar seguro. Tu gente querra saber.
– Mi gente confia en mi -replico el.
– Lo se. Aun asi, me pregunto por que pedirles que confien en ti simplemente en tu instinto cuando podriamos hacer algo para que estuvieran seguros de la verdad.
El rey se quedo pensando en silencio durante algunos segundos y luego asintio.
– Te enviare a mi medico esta tarde. Te extraera sangre y se ocupara de hacer los examenes apropiados. ?Te parece bien?
– Si, gracias.
En aquel momento, a Zara se le hizo un nudo en el estomago. Aunque sabia que confirmar su parentesco con el rey era lo correcto, una parte de ella no queria saberlo: cuando la verdad saliera a la luz, su vida cambiaria para siempre.
– Tambien he estado pensando en tu futuro, Zara. Cuando los analisis prueben lo que ya sabemos, que eres mi sangre, todos sabran que eres mi hija -dijo el rey, con tono solemne-. Sabrina suele reprenderme por la manera en que digo las cosas. Afirma que las hijas son distintas a los hijos y que necesitan argumentaciones diferentes.
Zara no tenia idea de lo que le estaba hablando, pero la ponia nerviosa.
– Solo dilo. Tratare de no ofenderme.
– Eso espero -bromeo Hassan-. Me haria muy feliz encontrarte un marido. Creo que hace tiempo que estas en edad de casarte. No me molesta porque la ausencia de un esposo hace que todo esto sea menos complicado. Pero si solo se trata de que aun no has encontrado al hombre correcto, podria sugerirte varios candidatos.
Zara abrio la boca y despues la cerro. No podia respirar y, definitivamente, no podia hablar. La idea de que su padre pensara que podia encontrarle un marido la trastornaba por completo. De repente, recordo que Hassan era el rey de Bahania y que, sin duda, podia hacer lo que quisiera.
– Agradezco tu oferta, pero creo que soy capaz de encontrar un marido por mi cuenta -dijo, finalmente.
– Sin embargo, todavia no lo has hecho.
– Lo se. Es complicado.
Zara no queria hablar de Jon y de su compromiso roto. Y aunque le habia hablado a Rafe sobre su ex novio homosexual, estaba segura de que el nunca revelaria sus secretos a nadie, ni siquiera al rey.
– En Bahania conoceras a muchos hombres. ?No has ido a cabalgar con el duque de Netherton?
– La verdad es que no estoy buscando a un duque -declaro-. Y ademas, esta el tema de mi vuelta a casa. ?Que voy a hacer con un marido entonces?
Hassan la miro con detenimiento.
– Estas en casa.
Una vez mas, a ella se le hizo un nudo en el estomago.
– ?Que quieres decir?
El rey le acaricio una mejilla.
– Eres mi hija, perteneces a Bahania. Ahora, el palacio es tu casa. Te quedaras aqui hasta que te cases. Asi son las cosas para la hija de un rey.
Antes de que ella pudiera contestar, Hassan se marcho. Zara se sentia confundida y acorralada.
Capitulo 10
NO puedo creer que hable en serio -dijo Zara mientras regresaba a su habitacion-. ?De verdad espera que me quede en el palacio hasta que me case? Tengo una vida, un trabajo, una casa.
– Supongo que el rey no lo ve de esa manera – opino Rafe, tratando de contener la risa.
Zara estaba tan molesta que ni siquiera atendio a la broma.
– ?Te has dado cuenta de que te has pasado la mayor parte del dia protestando? -pregunto el- ?No crees que con el berrinche posterior a la cabalgata con Byron ya tuvimos bastante?
Ella se detuvo para mirarlo.
– No tenia un berrinche entonces ni tengo uno ahora. Para ti es muy facil reirte porque no eres el que esta prisionero en el palacio.
– Sin duda tus condiciones de vida son demenciales -ironizo Rafe.
Zara apreto los labios con rabia.
– No te hagas el gracioso. Sabes a que me refiero. Tengo una vida hecha y el rey cree que deberia dejarla y convertirme en su… No se cual es la palabra correcta.
– Hija -replico el-. Quiere que seas su hija, con todo lo que eso implica: estar con el, conocerse, vivir en su pais.
– Tengo una carrera; he trabajado muy duro para obtener mi doctorado. Tengo amigos, planes, una vida. ?Deberia dejarlo todo de repente?
– No lo se. ?Tanto te gustan las cosas en tu pais? Comprendo que acostumbrarse a la realeza cuesta mucho, pero…
– Mas de lo que supones -refunfuno ella-. Tu puedes entrar y salir cuando te place. Incluso, puedes renunciar al trabajo cuando quieras.
Zara tenia razon y, ademas, Rafe adoraba que fuera tan exigente. Tenia caracter y eso la volvia mucho mas atractiva.
– Piensa en las posibilidades. Quizas te guste estar aqui. Podras ir de compras cuando quieras, lucir joyas, ir a los mejores lugares.
– Prefiero fingir que no te he oido -afirmo ella-. No puedo creer que pienses que soy tan superficial. Es ofensivo.
– De acuerdo. En tal caso, piensa en las posibilidades matrimoniales. Estoy seguro de que Hassan podria encontrar un marido perfecto para ti.
Zara se detuvo y lo miro con irritacion.
– Ja, ja. Me muero de la risa. ?Eres comico o que?
– Soy comico, ?y que? -respondio el, con una sonrisa.
– No te lo estas tomando con la seriedad que requiere -protesto Zara, con los brazos en jarras-. Estoy hablando de que pretenden partir mi vida en trozos y acomodarlos a su antojo. No quiero que nadie me busque un marido.
Rafe tampoco queria pensar en ello. No podia soportar la idea de que Zara se casara aunque, a pesar de lo mucho que la deseaba, sabia que estaba fuera de su alcance.
– No sabes que clase de principe podria proponer el rey. Y hablo de un principe de verdad, no de cuento.
– Sabes que eso no me importa.
– Crei que todas las ninas sonaban con casarse con un principe azul.
– Por si no te has dado cuenta, mi querido guardaespaldas, ya estoy bastante crecidita.
– En algunos aspectos, conservas la inocencia de una nina.
Ella echo un vistazo a su alrededor para asegurarse de que estaban solos y levanto la voz.
– ?Todo esto es porque soy virgen? -dijo, con labios temblorosos-. No puedo creer que mi virginidad se este convirtiendo en algo tan importante. No crei que fuera posible.
– Podria ser peor.
– O podria solucionar el problema. Manana tengo una cena con Jean Paul. Tal vez, aproveche para ocuparme de mi virginidad.
– Zara, no seas imprudente -exclamo Rafe, inquieto.
– ?Debo sumar la imprudencia a mi lista de defectos? ?Hay algo en mi que te guste? No puedo creer que