biologica… se trataba de volver a tener a Victoria. De acariciarla y probarla. De dar y recibir placer.
Se puso detras del escritorio para no descubrirse.
– ?Como has llegado hasta aqui?
– Tapandome con una capa. Es preciosa. El problema son los zapatos -dijo levantando un pie y ensenandole las sandalias de tacon alto.
El las miro y deseo no haberlo hecho, ya que no pudo evitar que sus ojos recorriesen aquella pierna hasta llegar al muslo. Bajo enseguida la mirada al informe que tenia encima de la mesa.
– No hace falta que te vistas asi para la ceremonia. Puedes ir vestida normal. De hecho, no tienes que venir.
– Habia pensado que seria interesante. Nunca he estado en una. Pero si no quieres que vaya, no pasara nada.
Habia algo en su manera de hablar, como si estuviese protegiendose de algo.
– ?Quieres asistir? -le pregunto Kateb.
Ella se encogio de hombros.
– ?Victoria?
Suspiro.
– Mira, estoy sola. Los unicos que hablais conmigo sois Yusra y tu. Rasha es muy agradable, pero tiene que trabajar. Yo tambien he estado trabajando en el plan de negocio, que me ha parecido mas duro de lo que dicen en las clases, y he progresado mucho, pero eso solo me lleva entre ocho y diez horas al dia. No tengo nada que hacer. Todo me lo hacen. Es aburrido.
– Pense que querias una vida de ocio.
– No vuelvas a empezar con eso -dijo ella poniendose en jarras.
La accion no lo intimido lo mas minimo. Era dificil tomarse a alguien en serio con ese traje.
– Queria seguridad, no pasarme el dia comiendo bombones. He trabajado toda mi vida. Estoy acostumbrada a hacer cosas. A ver gente. Necesito sentirme util.
– ?Que te gustaria hacer?
– Bueno, depende. Si no estoy embarazada, me marchare de aqui dentro de un par de semanas. Si consigo que apruebes la propuesta del negocio de joyas, sera suficiente. Pero si tengo que quedarme mas, habia pensado en catalogar todas las obras de arte del palacio.
Victoria no dejaba de sorprenderlo.
– Ya hablaremos de ello cuando llegue el momento. Ahora, si deseas asistir a la ceremonia, tendras que cambiarte de ropa.
Ella se miro y sonrio.
– ?Estas seguro?
El la preferia desnuda, pero eso no era posible. Se habia jurado a si mismo que no volveria a tomarla, aunque en esos momentos no tenia muy claros los motivos.
– Ve a cambiarte -insistio-. Tienes una hora. Si llegas tarde…
– Ya lo se, ya lo se. Estare lista.
Hizo un ademan y se marcho, asi que no lo vio sonreir.
Victoria estudio su armario. No sabia que debia ponerse para una ceremonia oficial. Eligio un vestido sencillo y elegante, azul claro, con escote barco. Se puso unos zapatos y una cartera a juego.
Se recogio el pelo, se puso unos pendientes de perlas y una pequena pulsera de oro. Y llego a la entrada del palacio cinco minutos antes de la hora.
Kateb estaba hablando con varios hombres. Victoria supuso que serian los ancianos. El estaba muy guapo, como un principe, a pesar de ir vestido de manera sencilla. Hiciese lo que hiciese, siempre tenia un aire real. Estudio su perfil. Desde donde estaba, veia la cicatriz, pero ya no la molestaba. Formaba parte de el. Nada mas.
Espero sin dejar de observarlo. No habia pretendido admitir que se sentia sola, se le habia escapado.
El levanto la mirada y la vio, le hizo un gesto para que se acercase.
La presento a los otros hombres y luego fueron hacia la parte delantera del palacio, donde habia aparcados varios Land Rover.
– ?Adonde vamos? -le pregunto a Kateb mientras este le abria la puerta del asiento trasero.
– No esta lejos. La ceremonia tiene lugar en el ruedo.
– ?Que tipo de ruedo? Es como un polideportivo o mas bien como el Coliseo de Roma.
– Mas bien lo segundo.
– Estoy deseando verlo.
El Land Rover se puso en marcha. Habia muy pocas personas por el pueblo. Algunas los saludaron y otras tiraron flores a su paso.
– Asi que van a elegirte como lider -comento Victoria-. ?Lo sabe el rey?
– He hablado con mi padre esta manana. No esta contento.
«No me sorprende», penso ella. Kateb estaba en la linea de sucesion al trono de El Deharia. Si aceptaba al nombramiento de lider, tendria que rechazar su herencia.
– ?Le has explicado que esto es lo que quieres? -le pregunto.
El la miro.
– Al rey no le interesa que es lo que yo quiero.
– Esta decepcionado. Seguro que piensa que, aceptando el nombramiento, lo rechazas a el, y lo que el puede ofrecerte. Que piensas que el trono de El Deharia no es suficiente para ti. No obstante, seguro que en el fondo quiere que seas feliz. Eres su hijo.
– A tu padre le da igual si eres feliz o no.
– Ya lo se, pero el no es como los otros padres. Su corazon pertenece a las cartas y a nadie mas. El rey te quiere -le toco el brazo-. Lo superara.
– Pareces muy segura.
– Lo estoy. Le he oido hablar de ti. Habia orgullo y amor en su voz.
– Gracias.
– De nada.
Victoria se dio cuenta de que seguia con la mano en su brazo y la retiro. Habia tension en el ambiente, asi que decidio cambiar de tema de conversacion.
– Cuando seas lider, ?vas a hacer algun cambio importante? ?Vas a traer un centro comercial? ?Alguna cadena de restaurantes?
El sonrio de medio lado.
– No lo tenia planeado.
– ?Y el haren? ?Vas a mantenerlo abierto? Podrias llenarlo de bellezas.
– Con una mujer tengo suficiente. Cualquier hombre que quiera mas es que esta loco.
– Cierto.
Una mujer. Una esposa. Kateb se casaria y tendria una familia.
Eso tenia sentido. Querria tener hijos, probablemente varones. Asi era la vida. Tendria que casarse para que su pueblo estuviese contento. Se alegraba por el. Ella ya no estaria alli.
Durante las dos ultimas semanas, casi no se habian visto. Ni siquiera eran amigos. No lo echaria de menos. Pensar lo contrario habria sido una locura. El no la recordaria. Cuando se marchase, todo habria terminado. Para siempre.
Llegaron al ruedo, que era mas grande de lo que Victoria habia imaginado. Salieron del coche y oyo rugir a la multitud.
– ?Cuanta gente hay? -pregunto.
– Esta casi todo el pueblo -le respondio Kateb.
Le puso la mano en la espalda y la guio hacia la entrada. Alguien la empujo y Victoria estuvo a punto de perder el equilibrio, pero Kateb la sujeto contra su cuerpo.
Ella sabia que solo estaba siendo educado, pero le gusto que entrelazase los dedos con los suyos.