La camara de los ancianos estaba alborotada. Todo el mundo hablaba a la vez. Kateb penso que lo unico importante era vencer en el reto.

– No me tomo el reto a la ligera -dijo Kateb en voz alta-, pero no me cabe duda de cual sera el resultado.

Los ancianos asintieron.

– Que asi sea -declaro uno de ellos.

La puerta de la sala se abrio y aparecio Victoria. Kateb no recordaba haber visto nunca a una mujer alli. Todos los hombres retrocedieron, como si les diese miedo. Ella los ignoro a todos, fue directa a hablar con el.

– ?Que le pasa a tu pueblo? -inquirio-. ?Por que no puede haber unas sencillas elecciones?

Tenia lagrimas en las mejillas y preocupacion en la mirada. A Kateb se le olvido que estaba enfadado con ella, que estaba deseando verla marchar. Le tendio los brazos y ella se apreto contra su cuerpo como si no quisiera dejarlo marchar.

– No permitire que lo hagas -murmuro contra su pelo-. Te atare y le golpeare con un palo hasta que accedas a esconderte.

Olia a sol y a flores. Kateb la deseo, como le ocurria siempre. La beso en la cabeza antes de decir:

– No respetarias a un hombre asi.

– Lo superaria.

– No, no lo harias.

Victoria levanto la cabeza y lo miro.

– Kateb, no puedes hacerlo.

– Debo. Y quiero hacerlo.

– Tal vez te gustaria hablar con Victoria a solas -intervino Zayd-. En otro lugar.

Ella miro al otro hombre.

– ?Que ocurre?

– Has violado la santidad de la camara de los ancianos. Las mujeres no pueden entrar

Victoria puso los ojos en blanco y Kateb no.

– Ven -le dijo-. Hablaremos de esto en el haren.

Victoria accedio de buen grado. Queria estar a solas con Kateb. Una vez en el haren, se sentaron en los sofas y le pidio que se lo contase todo.

– ?Por que te han retado? ?De quien se trata? Parece algo personal.

– Tienes razon. Es personal. Se llama Fuad y es el hijo del hombre al que mate.

Ella dio un grito ahogado. Clavo la mirada en la cicatriz de la cara.

– ?Cuando fuiste secuestrado?

– Si. Fue el padre de Fuad quien planeo secuestrarme. Cuando intente escapar, luchamos -se froto la mejilla-. Estuvo a punto de ganarme, pero al final me impuse yo. El murio y los hombres que lo apoyaban, fueron encarcelados.

– Asi que Fuad ha crecido odiando al mundo en general y a ti en particular. Y quiere vengarse.

– Es lo mas probable.

– No puedes luchar contra el. Tiene algo que demostrar.

– No me gustara tener que vencerle. Fuad es solo un muchacho, pero es la ley.

– Una ley estupida. Cambiala.

– Lo hare. Cuando sea lider.

– Lo que significa que antes tendras que matar a Fuad.

«?Pero y si no lo haces?», se pregunto Victoria sin poder evitarlo. «?Y si te mata el a ti?»

– No te preocupes demasiado.

– Tiene que haber un modo de evitar esa lucha. Habla con el rey -le suplico-. Cuentaselo.

– El rey no interferira en nuestras costumbres, ni tu tampoco -volvio a tocarse la mejilla-. No tengas miedo. Se me da bien el sable, y practicare.

– Tienes dos dias.

– Es tiempo suficiente.

?Lo era? Fuad debia de haber estado practicando los ultimos diez anos.

Victoria sintio tanto miedo que le costo respirar. Queria decirle que no luchase, que fuese sensato, pero sabia que Kateb no la escucharia. Era un principe del desierto. No temia a la muerte.

Se acerco a el y lo beso. Necesitaba sentir sus labios, sus caricias. Necesitaba estar con el una ultima vez. Antes de la lucha. Antes de marcharse.

El le devolvio el beso y luego se levanto y la llevo a su dormitorio.

Si vio las maletas abiertas en el suelo, no dijo nada. La dejo a un lado de la cama y volvio a besarla. Le acaricio la espalda y las caderas antes de llevar las manos a sus pechos. La estaba acariciando con ternura, casi con carino.

Enseguida se quitaron la ropa y cayeron juntos sobre la cama. Kateb metio la mano entre sus piernas, pero Victoria lo detuvo.

– Quiero que estes dentro de mi -susurro.

El se puso un preservativo y se arrodillo entre sus piernas. Victoria tomo su ereccion y la guio hasta su interior.

Ya estaba humeda, solo con pensar en hacer el amor con el. Aquel dia, no le interesaba su propio placer, aunque tambien lo estuviese sintiendo. Queria que fuesen un solo cuerpo.

Sin aviso previo, Kateb se retiro, se tumbo de espaldas y la insto a colocarse encima de el para poder asi jugar con sus pechos mientras hacian el amor. Victoria se movio encima de el hasta encontrar el ritmo perfecto.

No dejaron de mirarse a los ojos. Victoria sintio que estaba llegando al climax y se movio con mas rapidez y fuerza, hasta sentir las sacudidas de placer que invadian todo su cuerpo. El llego al orgasmo en ese mismo momento y Victoria penso que aquel habia sido el momento mas intimo de su vida.

Cuando hubieron terminado, se tumbaron de lado, mirandose. Ella le acaricio la cicatriz, tenia los ojos llenos de lagrimas.

– Te quiero-murmuro, luego le acaricio los labios-. No digas nada. No espero nada de ti.

Tambien habia mucha emocion en los ojos de Kateb, pero ella sabia que no queria arriesgarse. Preferia estar solo a volver a perder a su amor. No obstante, jamas lo admitiria. En su lugar, fingiria no fiarse de ella.

– No estoy embarazada -le dijo Victoria-. Me va a venir el periodo en uno o dos dias.

– ?Como lo sabes?

– Porque estoy hinchada y tengo muchas ganas de comer chocolate. Lo se. Pero quiero quedarme hasta despues del reto, luego, me marchare -a no ser que el le pidiese que se quedase.

Pero Kateb se puso en pie y se vistio. Luego, se marcho sin decir nada.

Victoria y Yusra llevaron el enorme y pesado libro hasta las puertas cerradas.

– Yo no puedo entrar -le dijo Yusra, nerviosa-. Es la camara de los ancianos.

– Tienes que ayudarme a meter el libro, luego, si quieres, podras marcharte.

– Esta bien -Yusra miro a su alrededor-. Si los guardias nos ven…

– No haran nada. Soy la amante del principe y tu estas aqui conmigo. No pasara nada.

Victoria sujeto el libro con una sola mano y golpeo la puerta con la otra, tres veces.

Unos segundos mas tarde, alguien abrio una puertecilla a la altura de los ojos.

– ?Quien llama al consejo de ancianos?

– Victoria. Digale a Zayd que se trata del reto. Tengo una solucion al problema.

– Eres una mujer -respondio el hombre indignado.

– ?De verdad? ?Como lo sabe? Mire, este libro pesa mucho. Digale a Zayd que estoy aqui.

La pequena puerta se cerro y segundos mas tardes se abria la grande. Dos guardias salieron y tomaron el libro de sus manos antes de volver a entrar.

– Supongo que deberiamos seguirlos -le dijo Victoria a Yusra.

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