No, imposible, pero estaba dispuesta a intentarlo. Annie lo golpeo en el brazo sin mucha fuerza, pero tampoco con suavidad.
– Venga, dame fuerte. No me he enterado siquiera.
– Muy gracioso.
– Intentalo y esta vez dame con todas tus fuerzas, no como una chica.
– Soy una chica.
Annie lo golpeo con mas fuerza esta vez y sintio el impacto en su propio hombro. Pero Duncan ni siquiera parpadeo.
– A lo mejor lo mio es el tenis.
– Dobla las rodillas y manten la barbilla siempre bajada -le indico el-. Cuando lances el golpe piensa en un sacacorchos -le dijo, demostrandolo como a camara lenta-. Asi tendra mas fuerza. Apoya el peso de todo tu cuerpo en el brazo.
Seguro que lo que decia tenia sentido, pero Annie no podia concentrarse teniendolo tan cerca. Habia tantas responsabilidades en su vida, tanta gente dependia de ella… tal vez por eso la necesidad de relajarse, de jugar, era muy poderosa.
De modo que lanzo el puno hacia delante… y esta vez sintio el impacto por todo el brazo.
– ?Te he hecho dano?
– No, pero ha estado mucho mejor. ?Has notado la diferencia?
– Si, pero no me gustaria nada ser boxeadora.
– Probablemente sea lo mejor. Te romperian la nariz.
Annie bajo los brazos.
– ?A ti no te han roto la nariz?
– Un par de veces.
– Pues no se nota.
– He tenido suerte.
Annie puso un dedo en su barbilla para mirar su perfil. Tenia un bulto en el puente de la nariz, pero no era algo que se viera a simple vista.
– ?Y no podias haber jugado al tenis en lugar de boxear?
Duncan rio. Estaban muy cerca y las rodillas que le habia dicho que doblase se doblaron por voluntad propia. Temblaba ligeramente, pero no de frio.
Los ojos de Duncan se oscurecieron y, por primera vez en su vida, Annie entendio la expresion «perderse en los ojos de alguien».
Y cuando miro sus labios tuvo que tragar saliva.
– Annie…
No era mas que un suspiro, pero el deseo en su voz era innegable. Habia mil razones para salir corriendo y ni una sola para quedarse. Sabia que era ella quien arriesgaba el corazon, sabia que Duncan no estaba buscando nada permanente, pero la tentacion era demasiado grande. Estar con el era la mejor parte del dia.
Tal vez por eso cuando la tomo por la cintura, Annie lo dejo hacer. Duncan la beso profunda, apasionadamente, y ella respondio abriendo los labios, deseando lo que el le ofrecia, sintiendo un escalofrio al notar sus manos por todas partes; en su espalda, en sus caderas, en sus nalgas.
Duncan Patrick era un hombre muy seguro de si mismo y le gustaria rendirse, dejar de pensar, porque estando con el se sentia segura.
Annie acaricio su cuello, enredando timidamente los dedos en su pelo. Pero cuando el deslizo las manos por sus costados, rozando sus pechos, de repente se puso tensa.
Duncan movio el pulgar para rozar sus pezones y Annie empezo a temblar. Le costaba trabajo respirar, pero seguia besandolo, acariciandolo. Al tocar su espalda noto que habia musculos por todas partes. Tal vez deberia tener miedo, pero no era asi. No podia tener miedo de Duncan.
El tiro de la cremallera del vestido y Annie se aparto lo suficiente como para que pudiera quitarselo. La prenda cayo al suelo y quedo frente a el con las braguitas y el sujetador, mirandolo a los ojos.
Ella siempre habia sido una amante timida que preferia las luces apagadas y hablar poco. En realidad, el sexo nunca le habia parecido algo mas que… agradable.
Pero el deseo que veia en los ojos de Duncan le daba un valor que no creia poseer. De modo que echo los brazos hacia atras para quitarse el sujetador. Cuando cayo al suelo vio que Duncan apretaba los dientes pero, sin dudar un segundo, tomo sus manos y las puso sobre sus pechos.
El roce de las manos masculinas sobre su piel hizo que contuviera un gemido. Duncan se inclino para tomar un pezon entre los labios, chupando y tirando de el hasta que Annie sintio un rio de lava entre las piernas.
Cada centimetro de su piel estaba ardiendo. Queria hacer el amor con el, en el salon, en el sofa, en la encimera de la cocina. En aquel momento le daba igual. Cualquier sitio serviria.
Como si hubiera leido sus pensamientos, Duncan tiro hacia abajo del elastico de las braguitas. La pieza de tela se deslizo por sus muslos y Annie levanto los pies para librarse de ella.
Desnuda, salvo por los zapatos, esperaba que la llevase al dormitorio, pero en lugar de hacerlo Duncan la sorprendio poniendose de rodillas para besarla intimamente.
Era un beso que no se parecia a ningun otro, penso, cerrando los ojos. La ardiente friccion de su lengua en una zona tan sensible la hacia temblar y tenia que sujetarse a sus hombros para no caer al suelo. Pasaba la lengua por el mismo sitio una y otra vez hasta que un gemido ahogado escapo de su garganta. Parecia saber exactamente donde y como acariciarla, con la presion justa.
Annie tenia problemas para respirar. Queria abrir las piernas y apretarse contra su cara, pero se dijo a si misma que debia mantener el control. Aunque le parecia imposible.
Y, por fin, se dejo llevar, agarrandose a su pelo cuando el deslizo un dedo entre sus piernas, moviendolo al ritmo de su lengua.
El orgasmo exploto sin previo aviso y Annie abrio las piernas un poco mas, deseando sentirlo todo. El placer era tan abrumador que apenas podia mantenerse en pie y murmuro su nombre, agarrandose a el mientras volvia a la tierra.
Apenas lo habia hecho cuando Duncan la tomo en brazos. Nadie la habia llevado en brazos antes, pero estaba demasiado tremula como para hacer algo mas que sujetarse.
La llevo al otro lado del duplex, al dormitorio principal. No encendio la luz, pero gracias a la del pasillo Annie pudo ver una cama, una chimenea y un ventanal tapado por una cortina.
Duncan la dejo sobre la cama. Annie habia perdido los zapatos por el camino y se sento para verlo desnudarse, para admirar los musculos que solo habia sentido hasta entonces bajo los dedos. Aunque su ereccion era impresionante y daba un poco de miedo.
Duncan saco una caja de preservativos de la mesilla y se tumbo a su lado. Pero, en lugar de abrazarlo, Annie deslizo una mano por su torso, por su estomago, por sus muslos… sonriendo cuando su miembro se movio un poco sin que ella lo tocara.
Mirandolo a los ojos, acaricio su ereccion de arriba abajo y Duncan sonrio, una sonrisa de masculina satisfaccion.
– ?Quieres ponerte encima?
– La proxima vez.
Lo que de verdad queria era sentirlo moviendose dentro de ella. Queria pasar los dedos por sus hombros, por sus biceps…
Duncan saco un preservativo de la caja y, despues de ponerselo, se coloco de rodillas sobre ella. Annie bajo la mano para guiarlo, despacio, sintiendo como la ensanchaba, como la llenaba hasta que la presion era exquisita.
Y se entrego por completo, envolviendo las piernas en su cintura, suspirando. Queria ver su cara mientras se acercaba al orgasmo, pero sus ojos se cerraron cuando el placer de hacer el amor con Duncan la envolvio, llevandola a un sitio en el que no habia estado nunca.
Capitulo Siete