mucho tiempo juntos.
No era algo que Annie quisiera recordar precisamente, penso mientras tomaba una carpeta con un cuestionario. Duncan queria que lo rellenase para fingir que lo sabia todo sobre ella…
?Como se le habia ocurrido decir que si? Aquello era una locura.
Pero antes de que pudiera pensar en echarse atras, Cameron las habia llevado a las cuatro hasta la limusina. Y cinco horas despues, Annie estaba agotada. Se habia probado docenas de vestidos, blusas, pantalones, faldas, chaquetas y zapatos. Habia fruncido el ceno ante bolsitos diminutos de todas las formas posibles y soportado que una senora muy seria le tomase las medidas para el sujetador.
Ahora estaba en la peluqueria, con el pelo envuelto en papel de plata, esperando que se le secasen las unas.
Cuando por fin terminaron con las compras habia sido un alivio llegar al salon de belleza porque al menos alli podia sentarse.
Cameron aparecio con un vaso de agua mineral y un plato de fruta y queso.
– ?Cansada? -le pregunto.
– Mas que cansada. No habia comprado tantas cosas en toda mi vida.
– La gente subestima la energia que hace falta para ir de compras -sonrio el, sentandose a su lado-. Hacerlo bien requiere mucho esfuerzo.
– Aparentemente.
Aunque a ella le habia parecido que todos los vestidos le quedaban bien, Cameron habia insistido en que las costureras los metieran de aqui y alla para que quedasen «perfectos».
Y tambien le dio un papel con la lista de los vestidos y trajes, seguida de la de los zapatos y bolsos que combinaban con cada uno. Annie solto una carcajada.
– Debes pensar que soy tonta. Aunque la verdad es que no se si podria recordar todo esto.
– Estar estupenda no es facil. Por eso los estilistas ganamos tanto dinero.
– ?Eres famoso?
Cameron sonrio modestamente.
– En mi mundo, si. Tengo algunos clientes muy conocidos y varios empresarios como Duncan, que quieren que mantenga sus vestidores a la moda sin ser demasiado llamativos. Aunque a Duncan le da igual la ropa, es un hombre muy normal.
– ?Como os conocisteis?
– Eramos companeros de facultad. Dormiamos en la misma habitacion.
Si Annie hubiera estado bebiendo agua en ese momento se habria atragantado.
– ?En serio?
– Si, lo se, resulta un poco raro. Pero por lo menos nunca queriamos ligar con la misma persona -rio Cameron-. Entonces yo estudiaba Historia del Arte, pero un ano despues me di cuenta de que lo mio era la moda, asi que me marche a Nueva York e intente ganarme la vida como disenador -anadio, con un suspiro-. Pero no tengo paciencia para crear y hay que coser tanto… no, definitivamente no es lo mio. Empece a trabajar como comprador personal en unos grandes almacenes y poco despues me dedicaba solo a los clientes mas exclusivos. El resto, como suele decirse, es historia.
Annie intento imaginar a Duncan y Cameron compartiendo habitacion en la universidad, pero le resultaba imposible.
– Ya veo.
– ?Y tu? ?Como has acabado saliendo con el lobo feroz?
– ?Es asi como lo llamas?
– No a la cara, me daria una paliza -respondio Cameron.
Pero lo decia sonriendo y en sus ojos veia un brillo de afecto, de modo que le conto el problema de su hermano.
– No podia dejar que Tim fuese a la carcel cuando tenia una posibilidad de salvarlo.
– Carino, eres demasiado buena. Ten cuidado con Duncan, de verdad es un ogro.
– No te preocupes por mi, no estoy interesada en el.
– Eso lo dices ahora, pero Duncan es muy carismatico -insistio Cameron-. Deja que te de un consejo: no te dejes enganar por ese amable exterior. Duncan es un luchador, tu no. Si hay una batalla, ganara el.
– Aunque me enamorase daria igual. En serio, no es mi tipo.
– Tu no eres Valentina.
– ?Quien?
– Valentina, su ex mujer. Era guapisima, pero mala como una serpiente. Y fria como un tempano. ?Te acuerdas de esa frase de
Le sorprendio saber que Duncan habia estado casado, aunque seguramente no deberia sorprenderla porque era un hombre muy atractivo, en la treintena y multimillonario… era normal que hubiese encontrado a alguien con quien compartir su vida.
– ?Desde cuando esta divorciado?
– Desde hace un par de anos. Y a mi Valentina me daba panico -Cameron fingio un escalofrio-. Bueno, pero olvidemonos de Duncan. ?Y tu que? ?Por que una chica tan estupenda como tu no esta casada?
Annie tomo una fresa del plato. Buena pregunta, penso.
– He tenido dos relaciones serias. Las dos veces me dejaron y los dos dijeron que me veian mas como una amiga que como el amor de su vida.
Lo habia dicho con una sonrisa, como si no importara, como si no le hubiera dolido. Aunque no los echaba de menos, ya no. Pero empezaba a preguntarse si habia algo raro en ella, si le faltaria algo.
Las dos relaciones habian durado un total de cuatro anos y medio y ella habia estado enamorada… o eso quiso creer. Desde luego, habia sido capaz de imaginar un futuro, una familia. Solo se habia acostado con esos dos hombres y para ella el
Sin embargo, no habia sido suficiente porque los dos la habian dejado. Y que los dos hubieran dicho practicamente lo mismo habia hecho que empezase a dudar de si misma.
– Yo no quiero ser «la mejor amiga» -murmuro. Cameron le dio una palmadita en la mano.
– Dimelo a mi, carino.
Annie estaba muy agradecida de que Hector, el genio de la peluqueria, la hubiese peinado para esa noche. Le habia secado el pelo, normalmente rizado, con un secador de mano, convirtiendolo en una cascada de ondas que llegaban por debajo de los hombros. Y el ayudante de Hector la habia maquillado, de modo que lo unico que tenia que hacer era ponerse el vestido y elegir los zapatos adecuados.
Cameron habia sugerido un vestido de coctel, pero Annie lo miraba preguntandose si tendria valor para ponerselo.
El vestido era muy sencillo, sin mangas y con cuello redondo. Ajustado, aunque no estrecho, pero muy por encima de la rodilla. Era esto ultimo lo que la tenia nerviosa mientras se miraba al espejo. Ensenaba demasiada pierna.
Y decirse a si misma que la mayoria de las chicas de su edad llevaban vestidos mucho mas cortos no ayudaba nada. Ella estaba acostumbrada a las faldas por debajo de la rodilla…
Desgraciadamente, las chicas no estaban en casa, de modo que no podia pedirles opinion. Se habian ido al cine, dejandola sola. Claro que podria ponerse otro vestido, pero no sabia que iria bien para la ocasion.
Antes de que pudiera decidirse sono el timbre y Annie miro el reloj de la mesilla. Duncan llegaba con diez minutos de adelanto, de modo que ya no habia tiempo de cambiarse.
A toda prisa, se puso los zapatos de tacon e, intentando mantener el equilibrio, fue a abrir la puerta.
Pero el hombre que estaba en el porche no era Duncan y no parecia contento.
– ?Se puede saber que has hecho? -le espeto Tim, entrando en la casa-. Maldita sea, Annie, no tienes ningun derecho a obligarme a ingresar en una clinica de rehabilitacion.
– Ah, veo que por fin te has decidido a hablar conmigo. Llevo tres dias dejandote mensajes en el contestador.