que eres una testaruda, pero insisto en que sigas a rajatabla los consejos del doctor. Tienes que descansar durante un par de dias. Al final de la semana podras volver a hacer tu vida normal. No voy a aceptar un «no» por respuesta -le advirtio.

A pesar de que le dolia la cabeza, Daphne no pudo evitar sonreir.

– Siempre dando ordenes, ?eh?

– Perdona, yo solo quiero que te pongas bien -contesto Murat tomandole la mano entre las suyas y besandole los dedos.

Aquella dulzura hizo que a Daphne le entraran unas tremendas ganas de llorar, lo que le hizo plantearse que el golpe que se habia dado en la cabeza debia de haberle danado el cerebro.

– ?Cuanto tiempo he estado inconsciente?

– Treinta y cinco horas -contesto Murat.

– Vaya. ?Que paso?

– Te caiste del caballo.

– De eso, me acuerdo -contesto Daphne tocandose la frente-. Supongo que debi de caer de cabeza.

– Asi es. Tenia miedo de que te hubieras hecho algo mas, pero no es asi. No te has roto nada ni tienes lesiones internas.

Daphne lo miro y le acaricio la mejilla.

– Tienes un aspecto terrible.

– Ha sido por una buena causa -sonrio Murat.

– Pero si llevas la misma ropa que cuando salimos a montar a caballo -se extrano Daphne.

– Si…

– ?No te has duchado ni afeitado desde entonces?

– No, queria estar contigo.

– No te entiendo.

– No me he separado de ti desde que llegamos del hospital -le explico Murat.

– ?Y has estado todo ese tiempo en esa silla? -pregunto Daphne intentando no sonar demasiado incredula.

– Si.

– A mi lado.

– Si.

– Porque estabas…

– Preocupado -concluyo Murat besandole la mano de nuevo.

Al instante, Daphne sintio que algo calido y brillante crecia en su pecho. Murat no tenia necesidad de estar a su lado cuidandola. Estaba en su palacio, completamente a salvo. Aquel hombre era el principe heredero y, de haberlo querido asi, habria podido tener a un equipo medico entero cuidandola, pero habia elegido hacerlo el.

– No se que decir -admitio Daphne.

– Entonces, no digas nada. Voy a llamar a la enfermera para que te traiga la medicacion.

En ese momento, a Daphne le sonaron las tripas, lo que hizo sonreir a Murat.

– Y algo de comer -anadio-. ?Sopa?

Daphne asintio.

Mientras lo veia ir hacia la puerta de la habitacion, se dijo que, tal vez, habia sido un poco dura a la hora de juzgarlo.

Aunque se hubiera comportado con ella de manera despota y marimandona, sus acciones hablaban de algo muy diferente e importante.

Estaba preocupado por ella, tal y como demostraba que se hubiera quedado a su lado porque la creia en peligro.

?Y que habria sido de sus reuniones y de sus responsabilidades principescas? ?Habria dejado todo de lado para estar con ella?

Daphne suspiro.

Habia puesto tanta energia en resistirse a sus demandas que jamas se habia tomado el tiempo de conocer al hombre que habia dentro del principe. Tal vez, habia llegado el momento de cambiar aquello. Tal vez…

Daphne escucho como Murat llamaba a la enfermera, que aparecio un minuto despues con un par de pastillas.

– Tomeselas mientras voy a por la sopa -le dijo la mujer.

Daphne asi lo hizo.

– Dentro de un rato te sentiras mucho mejor -le dijo Murat.

– Gracias.

Murat volvio a sentarse en la silla y volvio a agarrarla de la mano.

– Mi padre ha venido a verte. El tambien estaba preocupado.

– Muchas gracias.

– La comida llegara en diez minutos -anuncio la enfermera desde la puerta.

– Son las dos de la madrugada -recordo Daphne-. Habra tenido que despertar a alguien para que me preparen algo de comer… -se disculpo.

La enfermera, una bella mujer de cuarenta y tantos anos, sonrio encantada.

– El personal de servicio esta feliz porque Su Alteza ha recuperado la consciencia. Le aseguro que a ninguno de nosotros nos importa que sean las dos de la madrugada.

– Son ustedes muy amables -contesto Daphne-. Un momento -se extrano-. ?Como me ha llamado?

La enfermera fruncio el ceno.

– Alteza -repitio mirando Murat-. Creo que es el titulo correcto. ?Me equivoco, senor?

– No, no se equivoca -contesto Murat-. Si no le importa, salga a esperar la cena.

– Por supuesto.

Una vez a solas, Daphne sintio que varios pensamientos bombardeaban a la vez su danado cerebro, lo que le imposibilitaba pensar con claridad.

Algo iba mal.

Muy mal.

– Murat.

– Ahora no debes preocuparte por nada.

– La enfermera me ha llamado Alteza y tu le has dicho que es el titulo correcto.

– Asi es.

Daphne sintio panico e intento incorporarse, pero Murat se lo impidio.

– Tienes que descansar.

– Quiero saber la verdad -insistio Daphne mirandolo a los ojos y rezando para estar equivocada-. ?Por que me ha llamado asi?

Murat le tomo la mano izquierda y senalo el anillo de diamantes que lucia en su dedo anular, un anillo que Daphne no habia visto jamas.

– Porque ahora eres mi esposa.

Capitulo 9

A Daphne le entraron ganas de ponerse a gritar con todas sus fuerzas, pero no lo hizo porque era consciente de que, si lo hacia, lo unico que conseguiria seria empeorar su terrible dolor de cabeza.

– ?Te has casado conmigo mientras estaba inconsciente? – se indigno.

– No pierdas la calma.

– Ahora mismo, te mandaria guillotinar – continuo Daphne-. ?Se puede saber que bicho te ha picado? Lo que has hecho es horrible e ilegal.

– En teoria, no.

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