– Esta empezando a andar -le explico Cleo agarrando a su hija Calah-. No se que va a ser de nosotros cuando sepa correr -se lamento riendo-. Bueno, de momento, me parece que tenemos que ir a cambiarle el panal, ?verdad, pequena? -anadio tomando a la nina en brazos y alejandose.
– ?Como te encuentras? -le pregunto el rey una vez a solas, tomandole la mano derecha entre las suyas.
De haberle agarrado la izquierda, se habria dado cuenta de que no lucia el anillo que Murat le habia entregado al hacerla su esposa porque lo habia dejado en la habitacion.
– Fisicamente, me encuentro mucho mejor, pero, emocionalmente, estoy bastante mal -contesto Daphne sinceramente -. ?De verdad que Murat se ha casado conmigo mientras estaba inconsciente?
– Si.
Daphne sintio que el aire no le llegaba a los pulmones y temio desmayarse.
– ?Estas bien? -le pregunto el rey Hassan.
– Si, pero… no entiendo como ha permitido que hiciera esto. Lo que ha hecho su hijo es terrible.
– Mi hijo es incapaz de hacer nada terrible.
– No me puedo creer que lo apoye. Y tampoco me puedo creer que este convencido de que vamos a ser felices porque de este matrimonio es imposible que salga nada bueno.
– Confio en que sabras hacer feliz a mi hijo.
– Y yo confio en que entienda que necesito que este matrimonio se anule.
– Daphne, prefiero que no hablemos de esto. ?Por que no hablamos de lo bonito que es Bahania? Si no me equivoco, la ultima vez que estuviste por aqui te encanto el pais. Ahora, podras explorar hasta el ultimo rincon, conocer a su gente. Por lo que me ha dicho Murat, eres veterinaria. Ejercer fuera del palacio va a ser un poco dificil, pero yo creo que podrias dar clases. Ademas, yo tengo un monton de gatos y me vendra muy bien que te encargues de ellos.
Daphne se sintio como si estuviera hablando con un muro.
– Majestad, por favor, ayudeme.
El rey sonrio.
– Daphne, yo creo que hay una razon por la que no te has casado. Te fuiste de Bahania hace diez anos y no te has casado. ?Por que no compartiste tu vida con nadie?
– Porque no encontre al hombre adecuado. He estado muy ocupada estudiando y trabajando -le explico Daphne-. Desde luego, no ha sido porque no me haya podido olvidar de Murat.
– Eso dices. El dice lo mismo, pero el tampoco ha encontrado a una mujer. Ahora estais juntos, como deberia haber sido desde el principio.
Daphne no se podia creer lo que estaba sucediendo.
– Me ha enganado, me ha tendido una trampa y no me puedo creer que usted lo apoye.
– Dale tiempo, conoce a mi hijo. Te gustara, ya lo veras.
Daphne se puso en pie.
– Perdon, tengo cosas que hacer -se excuso alejandose.
Se encontraba rota de pies a cabeza. Nadie la escuchaba ni la queria ayudar. La situacion era tan caotica que se sentia un pobre insecto atrapado en una red de arana. Al final, tendria que ceder y rendirse.
– Jamas. Sere fuerte.
Al doblar la esquina, se encontro con una joven doncella uniformada.
– Alteza, sus padres quieren hablar con usted – sonrio la mujer-. Por favor, sigame.
Claro, sus padres se habrian enterado de la boda y debian de estar encantados.
– Esto es maravilloso, estamos encantados – le dijo su madre, como era de esperar, cuando Daphne se puso al telefono.
– Lo has hecho muy bien, pequena -anadio su padre desde el otro auricular.
Daphne sintio que las lagrimas le abrasaban los ojos. Era la primera vez en su vida que oia a su padre decir algo asi y lo decia porque se habia casado por la fuerza con un hombre al que no amaba.
– Nos habria encantado que hubierais celebrado una gran boda, pero hemos leido que dentro de unos meses se celebrara una enorme recepcion, asi que fenomenal. En cuanto sepas la fecha, nos lo dices, ?eh? Para sacar el billete de avion y esas cosas… Ay, hija, que contentos estamos. Supongo que tu estaras encantada, ?no? Claro, como no vas a estar encantada.
Su madre siguio en su monologo personal y su padre lo salpicaba con comentarios parecidos mientras Daphne miraba por la ventana al horizonte.
– Y dentro de unos meses, un ano como mucho, oiremos los pasitos de una princesita o de un principito. ?Oh, eso si que sera maravilloso! – anadio su madre.
En ese momento, Daphne recordo que habia hecho el amor con Murat en el oasis sin ningun tipo de proteccion y sintio que el terror se apoderaba de ella.
– Os tengo que dejar -se despidio de sus padres.
Oh, no. De haberse quedado embarazada, su destino si que estaria unido para siempre al de Murat y Bahania porque Daphne sabia que, segun las leyes de aquel pais, no se permitia que ninguna mujer divorciada abandonara el territorio nacional con sus hijos y, menos, la reina.
«Solo ha sido una vez», se dijo para calmarse mientras volvia a sus habitaciones.
Era imposible que una se quedara embarazada asi de facilmente.
– Alteza, la estaba esperando -le dijo otra doncella cuando salio del ascensor.
Daphne sonrio a pesar de lo mal que se encontraba.
– Me han encargado que la lleve a sus nuevos aposentos.
– ?Mis nuevos aposentos? -se sorprendio Daphne -. ?Con el principe? -anadio al comprender.
La doncella sonrio encantada.
– ?Y mis cosas?
– Ya las han llevado.
Claro, Murat se habia hecho cargo ya de todo.
– Muy bien -contesto Daphne manteniendo la compostura.
A continuacion, siguio a la doncella por un vericueto de pasillos hasta llegar frente a unas enormes puertas de madera labrada.
Una vez dentro, miro a su alrededor. Se encontraba en una estancia espaciosa y luminosa desde cuyos ventanales se veia el oceano.
Dentro, los muebles y los cuadros eran impresionantes y el tamano de la sala, gigantesco. Ademas, habia varias puertas cerradas a los lados y Daphne supuso que serian comedores, salones y dormitorios.
Daphne se sentia tan mal que temia desmayarse asi que, tras despedir a la doncella, se dirigio hacia lo que esperaba que fuera el dormitorio.
De repente, se dio cuenta de que Murat estaba sentado en un rincon.
?Esperandola?
Ignorandolo, se metio en la cama, se acurruco y cerro los ojos.
– No te encuentras bien -comento el principe poniendose en pie-. Voy a llamar al medico.
– Dejame en paz -contesto Daphne.
– No puedo.
Daphne se dio la vuelta haciendo un esfuerzo para no llorar. Ya estaba harta de llorar. Llevaba varios dias llorando.
Sin embargo, el estres era tan fuerte que no pudo evitar que una lagrima le recorriera la mejilla. Murat se dio cuenta, se sento en el borde de la cama y la tomo entre sus brazos.
– No pasa nada -intento consolarla.
– Claro que pasa. Pasa mucho y el culpable eres tu -protesto Daphne.
Murat le acaricio el pelo y la espalda y la acuno. Daphne queria decirle que no era una nina pequena, que no podia darle un abrazo y decirle que todo iba bien, pero en aquellos momentos no podia hablar.
Daphne no sabia cuanto tiempo la habia tenido Murat en brazos, pero, al final, el dolor desaparecio y dejo de llorar.
– He hablado con tu padre -le conto-. No quiere ayudarme.
– ?Y te sorprende?
– No, pero me decepciona -contesto Daphne apartandose-. Jamas te perdonare lo que me has hecho.