rimel y la brillante sombra azul. Un diminuto lunar, que alguna vez pudo ser seductor, salpicaba una de las comisuras de los labios pintados de un rosa brillante. Los anchos zapatos ortopedicos Oxford, que soportaban sus tobillos hinchados, era la unica concesion que habia hecho a la edad.
Nadie parecio feliz de verla, pero Blue la observo con interes. La mujer examino el local abarrotado, su mirada repaso con desden a los clientes habituales, luego se detuvo en Blue y Riley. Pasaron unos segundos mientras clavaba la mirada en ellas sin disimulo. Por fin, se acerco, la camisa rosa ocultaba unos formidables pechos que debian su colocacion a un buen sujetador.
– ?Quienes -dijo cuando llego a su mesa- sois vosotras?
– Soy Blue Bailey. Ella es mi amiga Riley.
– ?Que estais haciendo aqui? -En su voz se apreciaba un leve acento de Brooklyn.
– Estabamos comiendo. ?Y usted?
– Por si no lo habeis notado, tengo una cadera mal. ?No vais a pedirme que me siente con vosotras?
Sus modales prepotentes divirtieron a Blue.
– Claro.
La horrorizada expresion de Riley indicaba que no queria a esa mujer cerca de ella, asi que Blue se deslizo hacia la esquina para hacerle sitio. Pero la mujer senalo a Riley con la mano.
– Hazte a un lado.
Dejo un enorme bolso de paja sobre la mesa y se sento con lentitud. Riley coloco la mochila entre las dos, intentando poner la mayor distancia posible.
La camarera aparecio con un plato y un vaso de te helado.
– Lo que suele pedir llegara enseguida.
La mujer la ignoro para centrarse en Blue.
– Cuando pregunte que estabais haciendo aqui, me referia en el pueblo.
– Estamos de paso -contesto Blue.
– ?De donde sois?
– Bueno, yo no pertenezco a ningun sitio en particular. Riley es de Nashville. - Ladeo la cabeza-. Nosotras ya nos hemos presentado, ahora es su turno.
– Todos saben quien soy -se quejo la mujer.
– Nosotras no. -Aunque Blue lo sospechaba.
– Soy Nita Garrison, por supuesto. Soy la duena del pueblo.
– Ah, genial. Llevo tiempo queriendo saber algo respecto a eso.
La camarera aparecio de pronto con un plato donde habia un poco de queso fresco y una pera en almibar troceada en cuatro partes sobre una hoja de lechuga.
– Aqui tiene, senora Garrison. -Su tono amable contradecia la aversion de sus ojos-. ?Puedo hacer algo mas por usted?
– Si, darme un cuerpo de veinte anos -dijo la anciana con sarcasmo.
– Si, senora. -La camarera desaparecio a toda velocidad.
La senora Garrison examino el tenedor, despues pincho un trozo de pera como si estuviera buscando un gusano.
– ?Como es posible que alguien sea el dueno de un pueblo? -pregunto Blue.
– Lo herede de mi marido. Tienes un aspecto muy extrano.
– Tomare eso como un cumplido.
– ?Bailas?
– Cada vez que puedo.
– Yo era una excelente bailarina. Imparti clases en el Arthur Murray Studio de Manhattan durante los anos cincuenta. Incluso llegue a conocer al senor Murray. Tenia un programa de television, pero no lo recordaras, claro. -Su tono arrogante sugeria que se debia mas a una cuestion de estupidez por parte de Blue que a su edad.
– No, senora -contesto Blue-. Y cuando heredo este pueblo de su marido, ?fue todo el pueblo o solo una parte?
– Solo las partes que interesan. -Pincho el queso con el tenedor-. Estas con ese estupido jugador de futbol americano, ?no? El que compro la granja Callaway.
– ?No es estupido! -exclamo Riley-. Es el mejor
– No estaba hablando contigo -le espeto la senora Garrison-. Eres una maleducada.
Riley palidecio, y el despotismo de Nita Garrison ya no le parecio divertido a Blue.
– Riley tiene muy buenos modales. Y esta en lo cierto. Dean tiene sus defectos, pero la estupidez no se encuentra entre ellos.
La expresion aturdida de Riley indicaba que no estaba acostumbrada a que nadie diera la cara por ella, lo que entristecio a Blue. Observo que otros clientes escuchaban sin disimulo su conversacion.
En lugar de retroceder, Nita Garrison se revolvio como una gata rabiosa.
– Eres una de esas personas que consiente que los ninos se comporten como les salga de las narices, ?no? Que les deja hacer cualquier cosa que quieran. Bueno, pues no le estas haciendo un favor precisamente. Mirala. Esta gorda, pero la dejas sentarse ahi y atiborrarse de patatas fritas.
La cara de Riley adquirio un tono escarlata. Avergonzada, inclino la cabeza y miro el tablero de la mesa. Blue ya habia tenido de sobra.
– Riley es perfecta, senora Garrison -dijo quedamente-. Y sus modales son bastante mejores que los suyos. Ahora apreciaria que se buscara otra mesa. Nos gustaria terminar de comer a solas.
– No pienso moverme de aqui. Este lugar es mio.
Aunque no habian terminado de comer, a Blue no le quedo mas remedio que levantarse.
– Ya hemos terminado. Vamos, Riley.
Por desgracia, Riley estaba atrapada por la senora Garrison que no se movio. Al contrario, se burlo de ellas, dejando al descubierto unos dientes manchados con lapiz de labios.
– Eres tan irrespetuosa como ella.
Blue ya se habia levantado. Senalo el suelo con el dedo.
– Vamos, Riley. Ya.
Riley pillo la indirecta y logro meterse debajo de la mesa con la mochila a cuestas. Los ojos de Nita Garrison se convirtieron en dos rendijas furiosas.
– Nadie me deja plantada. Lo lamentareis.
– Genial, porque yo no me asusto de nadie. No me importa lo vieja o lo rica que sea, senora Garrison. Es usted una mujer muy mezquina.
– Te arrepentiras de esto.
– No, no creo que lo haga. -Dejo caer el billete de veinte, algo que la mataba, pues la comida solo costaba doce cincuenta. Paso el brazo por los hombros de Riley y la condujo por el restaurante, ahora en silencio, hasta la acera.
– ?Crees que podriamos regresar ya a la granja? -susurro Riley cuando estaban lo suficientemente lejos de la puerta para que no las oyeran.
Blue habria querido seguir buscando trabajo, pero tendria que esperar. Abrazo a Riley.
– Claro que podemos. No dejes que esa anciana te moleste. Disfruta siendo mezquina. Se le ve en la cara.
– Supongo.