Genial. Los ladridos pararon mientras cogia un par de Tylenol. Se quito la ropa, entro en la ducha y puso el agua tan caliente como pudo resistir.

Jack estaba esperandolo en el dormitorio cuando salio. La casa estaba tranquila. Riley y Puffy debian estar ya acostadas. Jack senalo el pasillo con la cabeza.

– Quiero hablar contigo. Abajo. -Se fue sin esperar respuesta.

Dean solto la toalla y metio las piernas humedas en unos vaqueros. Habia llegado el momento de dejar las cosas claras.

Encontro a Jack en la sala desierta, con las manos metidas en los bolsillos traseros.

– La oi gritar -dijo, mirando por la ventana-. Parecia estar en problemas.

– Caramba, me alegro de que al final te acordaras de que la habias dejado sola. Buen trabajo, Jack.

– Se cuando jodo las cosas. -Jack se giro y dejo caer las manos a los costados-. No se muy bien como comportarme con ella, y algunas veces meto la pata… como esta noche. Cuando eso ocurre, intento arreglarlo.

– Genial. Jodidamente genial. Me siento humillado.

– ?Nunca te has equivocado?

– Caramba, si. Deje que me interceptaran diecisiete veces la ultima temporada.

– Ya sabes lo que quiero decir.

Dean engancho el pulgar en la cinturilla de los vaqueros.

– Bueno, tengo la mala costumbre de coleccionar multas por exceso de velocidad, y puedo llegar a ser un hijo de perra muy sarcastico cuando me lo propongo, pero no he dejado a ninguna tia embarazada si te refieres a eso. No tengo bastardos correteando por ahi. Me averguenza decirlo, Jack, pero no soy como tu. -Jack parecia afectado, pero Dean queria aniquilarle; queria destruirle-. Solo para que lo entiendas bien, la unica razon por la que permito que te quedes aqui es Riley. Para mi no eres mas que un donante de esperma, colega, asi que mantente fuera de mi camino.

Jack no se amilano.

– No hay problema. Soy bueno en eso. -Se acerco mas -. Solo voy a decirtelo una vez. Se que no lo has pasado bien, y lo siento mas de lo que te imaginas. Cuando April me dijo que estaba embarazada, puse pies en polvorosa. Si hubiera sido por mi, jamas habrias nacido, asi que tenlo en cuenta la proxima vez que le digas cuanto la odias.

Dean se sintio mareado, pero se nego apartar la mirada y Jack anadio con desden:

– Tenia veintitres anos, hombre. Era demasiado crio para asumir responsabilidades. Todo lo que me importaba era la musica, colocarme y follar. Era mi abogado quien cuidaba de ti cuando April no estaba. Era el quien se aseguraba de que tuvieras una ninera por si tu madre tomaba una raya de mas y se olvidaba de volver a casa despues de pasar la noche con una glamurosa estrella de rock con pantalones de lame dorado. Era mi abogado quien estaba al tanto de tus notas. Era el quien llamaba al colegio cuando estabas enfermo. Yo estaba demasiado ocupado intentando olvidar que existias.

Dean se habia quedado paralizado. Jack curvo los labios en una mueca.

– Pero tienes tu venganza, colega. Debere pasarme el resto de mi vida viendo al hombre en el que te has convertido y sabiendo que si hubiera sido por mi, jamas habrias venido al mundo. ?Que te parece?

Dean no pudo soportarlo mas, y se dio la vuelta, pero Jack le lanzo un ultimo misil a la espalda.

– Puedo prometerte una cosa. Jamas te pedire que me perdones. Al menos te debo eso.

Dean salio precipitadamente al vestibulo, y atraveso la puerta principal. Antes de saber donde iba, habia alcanzado la caravana.

Blue acababa de dormirse cuando la puerta de su tranquilo habitat se abrio de golpe. Palpo a su alrededor buscando la linterna hasta que finalmente la encontro y la levanto iluminando delante de ella. El estaba sin camisa, y los ojos le brillaban tan intensamente como el hielo de medianoche.

– Ni una palabra -dijo el, cerrando la puerta con un golpe tan fuerte que temblo toda la caravana-. Ni una palabra.

Bajo otras circunstancias, ella habria tomado cartas en el asunto, pero el parecia tan torturado -tan magnifico en su dolor- que se quedo muda. Se acomodo sobre las almohadas, ese seguro refugio que ya no era tan seguro. Algo lo habia contrariado profundamente, y por una vez, no habia sido ella. Dean avanzo y se dio con la cabeza contra el techo curvo de la caravana. Una abrasadora blasfemia surco el aire tras la sacudida que sufrio el vehiculo.

Ella se humedecio los labios.

– Hum, no creo que sea aconsejable tomar el nombre de Dios en vano cuando hace tan buen tiempo.

– ?Estas desnuda? -exigio el.

– En este preciso momento, no.

– Entonces, quitate lo que sea. No me importa que mierda de ropa lleves puesta, solo quitatela. -Los rayos de luna que entraban por la ventana dividian su rostro en planos de luces y sombras-. Este juego ya ha durado suficiente. Desnudate.

– ?Asi de golpe?

– Como lo oyes -dijo el con rotundidad-. Desnudate, o te desnudo yo.

Si cualquier otro hombre le hubiera hablado de esa manera, hubiera comenzado a gritar, pero el no era cualquier hombre. Algo habia roto su brillante fachada, y lo habia herido. Y aunque era ella la que estaba sin hogar, sin trabajo y sin dinero, era el quien mas consuelo necesitaba. El no lo habia admitido, claro. Ninguno de los dos habia llegado a ese punto todavia.

– Se que estas tomando la pildora. -La semana anterior habian mantenido una conversacion sobre analisis de sangre y salud sexual, y el ya lo sabia.

– Si, pero… -De nuevo, se abstuvo de aclarar que la tomaba mas por la piel que por su vida sexual. Dean se acerco a la alacena. Abrio un cajon de la parte inferior, y saco un paquete de condones que ella no habia metido alli. A Blue no le gusto su premeditacion, pero al mismo tiempo, aprecio su sentido comun.

– Dame eso -le arranco la linterna de la mano, y dejo la caja de condones al lado de la almohada. El rayo de luz ilumino su camiseta MI CUERPO POR UNA CERVEZA-. Si crees que ver esa camiseta me va hacer cambiar de idea, estas muy equivocada. Aun sigo esperando.

– Quejate a la poli de la moda.

– ?Y si me tomo la justicia por mi mano?

Ella se preparo psicologicamente… ?Para que?… ?Para que le desgarrara la camiseta?, pero el la decepciono deslizando la luz de la linterna por sus piernas desnudas.

– Muy bonitas. Deberias lucirlas mas a menudo.

– No son largas.

– Pero son preciosas. Y hacen bien su trabajo. -Le levanto el dobladillo de la camiseta. Solo unos centimetros. Lo justo para dejar a la vista la otra prenda que llevaba puesta, unas sencillas bragas de color carne-. Te comprare un tanga -dijo-. Rojo.

– Que no veras nunca.

– ?Lo crees de veras? -Movio el haz de la linterna sobre las bragas de una cadera a la otra, luego se centro en la base de operaciones.

– Si hago esto…

– Oh, lo haras, puedes estar segura.

– Si lo hago -dijo ella-. No se repetira. Y estare encima.

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