juguetear. -Se recreo en la palabra, manteniendola en los labios-. Lo que propongo es que no dejemos de hablar de sexo. Que no dejemos de pensar en el sexo. Que no dejemos de hacer…

– Estas improvisando o forma parte de un guion?

– … el amor hasta que no puedas caminar ni ponerte de pie. -Su voz era puro fuego-. Que hagamos el amor hasta gritar. Que hagamos el amor hasta que hayan desaparecido todos tus problemas sexuales y el unico objetivo sea el orgasmo.

– Mi dia de suerte. Obscenidades gratis. -Se subio las gafas de sol sobre la nariz-. Gracias por la invitacion, pero creo que no me interesa.

Displicente, Ren bordeo su copa de vino con el dedo indice y su sonrisa adquirio un tono de conquista.

– Ya lo veremos, ?no crees?

9

A pesar del duro trabajo de la manana, Ren no habia perdido su inagotable energia. Bebio de la botella de agua y observo la pila de arbustos cortados que Anna queria sacar del jardin de la villa. Habia previsto pedirselo a su marido, Massimo, que se encargaba de los vinedos, o a su hijo Giancarlo, pero Ren necesitaba actividad y se ofrecio a hacerlo.

El dia habia sido caluroso, con un cielo azul sin nubes, pero a pesar del ritmo de trabajo Ren no habia podido dejar de pensar en Karli. Si hubiese intentado con mas ahinco echarle una mano tal vez ella seguiria viva; pero el siempre preferia el camino facil. Nunca se preocupaba de las mujeres, ni de los amigos, ni de nada mas alla de su trabajo.

«No quiero que estes cerca de mi», le habia dicho su padre cuando Ren tenia doce anos. Ese fue el castigo por haberle robado la cartera.

Hacia ya diez anos que habia enmendado su camino, pero resultaba dificil librarse de los viejos habitos, y siempre tendria corazon de pecador. Tal vez ese era el motivo por el cual se sentia tan relajado con Isabel. Ella exhibia su bondad a modo de armadura. Podia parecer vulnerable, pero era dura como el hierro, incorruptible.

Volvio a cargar la carretilla y la llevo hasta el lindero del vinedo, donde la vacio en unos bidones que se utilizaban para quemar rastrojos. Cuando los prendio, miro en direccion a la casa de abajo. ?Donde estaria ella? Habia pasado un dia desde su visita a Volterra y seguia sin disponer de electricidad, en gran medida porque Ren no se habia molestado en pedirle a Anna que solucionase el problema. Los buenos actos no estaban a su alcance ese dia, y ademas le parecia una manera de poner a dona perfecta en su sitio.

Se preguntaba si llevaria puesto su sombrero cuando, finalmente, subiese para echarle en cara la falta de electricidad, o bien si dejaria que volasen libres aquellos rizos que ella tanto detestaba. Estupida pregunta. Nada en Isabel Favor volaria nunca libremente. Llegaria con un vestido abotonado hasta arriba, con su imagen de mujer sofisticada y capaz, y probablemente traeria consigo algun papelajo legal para amenazarle con una condena a cadena perpetua por incumplimiento de contrato. En cualquier caso, ?donde se habria metido?

Barajo la posibilidad de bajar hasta la casa y ver si estaba alli, pero desecho la idea. No, el queria que dona perfecta fuese a buscarlo. Los malvados siempre prefieren traer a la heroina a su terreno.

En un cubo Isabel encontro una pequena lampara con forma de candelabro y decorada con flores de metal. La pintura se habia desconchado con el paso del tiempo, y los brillantes colores originales se habian convertido en polvorientos tonos pastel. Saco las viejas bombillas y coloco velas en los portalamparas, encontro una cuerda y colgo la lampara del magnolio.

Cuando acabo con eso, miro alrededor en busca de alguna otra tarea para mantenerse ocupada. Ya habia lavado su ropa a mano, ordenado los libros en los estantes del salon, y tambien intentado banar a los gatos. Su agenda habia pasado a la historia. No podia concentrarse lo suficiente como para escribir, y la meditacion era poco menos que un futil ejercicio. Todo lo que escuchaba en su cabeza era aquella voz grave atrayendola hacia la perdicion: «Hacer el amor hasta gritar… Hacer el amor hasta que hayan desaparecido todos tus problemas sexuales…»

Cogio el trapo de secar los vasos y considero la posibilidad de telefonear a Anna Vesto otra vez, pero sospechaba que Ren ya la habria puesto al corriente. Subir a la villa para enfrentarse a el era justo lo que Ren deseaba que hiciese: queria que bailase al son de su musica. Pero la electricidad no era tan importante. Tal vez el tuviese la astucia de su parte, pero ella disponia de las Cuatro Piedras Angulares.

Acaso el suponia que ella perderia la cabeza y le permitiria arrastrarla lado oscuro? No tenia ningun sentido. Ella habia vendido su alma en ocasion, pero no tenia la menor intencion de volver a hacerlo. Un movimiento fuera de la casa llamo su atencion. Se asomo por la puerta de la cocina y vio a dos hombres en el olivar. No queria mas sorpresas, por lo que fue hasta alli para saber que ocurria.

– ?Estan aqui por lo de la electricidad?

El mayor de los hombres tenia la cara surcada de arrugas y el pelo gris, el otro era fornido, de ojos oscuros y piel cetrina. Dejo el pico y la pala en suelo cuando ella se aproximo.

– ?Electricidad? -La miro por encima del hombro al estilo de los hombres italianos-. No, signora. Hemos venido por el problema con el pozo.

– Pense que el problema tenia que ver con los desagues.

– Si -dijo el hombre mayor-. Mi hijo no habla bien ingles. Soy Massimo Vesto. Me ocupo de las tierras. Y el es Giancarlo. Vamos a comprobar si se puede excavar.

Ella echo un vistazo al pico y la pala. Extrano equipo de comprobacion. O tal vez Massimo tampoco hablaba demasiado bien ingles.

– Haremos mucho ruido -dijo Giancarlo-. Mucho polvo.

– Podre sobrellevarlo.

Regreso a la casa. Pocos minutos despues, aparecio Vittorio, con su neo pelo suelto meciendose con la brisa.

– ?Signora Favor! Hoy es su dia de suerte.

Cuando el calor del mediodia lo obligo a entrar, Ren estaba de mal humor. Segun palabras de Anna, Isabel habia subido a un Fiat rojo y se habia ido con un hombre llamado Vittorio. ?Quien demonios era Vittorio? ?Y por que Isabel se iba si Ren tenia planes para ella?

Tomo una ducha y despues llamo a su agente. Los de Jaguar querian que pusiese la voz a uno de sus anuncios de automoviles, y la revista Beau Monde estaba interesada en realizar el reportaje de portada sobre su persona. Y lo mas importante, el guion para la pelicula de Howard Jenks estaba finalmente acabado.

Ren habia hablado largo y tendido con Jenks acerca del papel de Kaspar Street. Este era un asesino en serie, un hombre oscuro y complejo que liquidaba a las mujeres de las que se enamoraba. Ren habia firmado el proyecto sin conocer el final del guion, pues Jenks, que era famoso por el secretismo que mostraba respecto a su trabajo, no habia acabado de retocarlo. Ren no recordaba haber estado nunca tan nervioso respecto a una pelicula de lo que estaba con Asesinato en la noche. Aunque no tanto como para olvidar que Isabel se habia marchado con un hombre en un Fiat rojo.

?Donde estaria ahora?

– Gracias, Vittorio. He pasado una tarde estupenda.

– El placer ha sido mio. -Le dedico su sonrisa mas encantadora-. Pronto la llevare a Siena, y entonces podra decir que ha estado en el cielo.

Ella sonrio mientras el se marchaba. Todavia no sabia si el habia aportado su granito de arena en alejarla de la casa. Su comportamiento habia estado por encima de todo reproche, encantador y suficientemente galante como para halagarla sin llegar a incomodarla. Le dijo que los clientes que le habian contratado para ese dia habian cancelado el tour, e insistio en llevarla a ver el pequeno pueblo de Monteriggioni.

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