Y mientras paseaban por la encantadora y pequena piazza del pueblo, le habia propuesto llegar hasta Casalleone. Fuera como fuese, se las habia ingeniado para mantenerla lejos de casa durante toda la tarde. La pregunta era: ?que habia pasado alli en su ausencia?

En lugar de entrar, dio un paseo por el olivar. No vio signo alguno de excavacion, pero habia pisadas en la tierra cerca de un cobertizo de piedra en la falda de la colina. Las huellas junto a la puerta de madera indicaban que habian estado alli, pero no podia decir si habian entrado o no, y cuando intento abrir la puerta comprobo que estaba cerrada con llave.

Oyo el crujido de la grava y alzo la vista para ver a Marta en el linde del jardin, observandola. Se sintio culpable, como si la hubiesen pillado fisgando. Marta no aparto sus ojos de ella hasta que Isabel se alejo de alli.

Esa misma noche, Isabel espero hasta que la vieja se fuese a sus dependencias para buscar la llave del cobertizo. Pero sin luz, no pudo mirar dentro de los cajones o el fondo de los armarios, asi que decidio intentarlo por la manana.

Mientras subia las escaleras en direccion a su habitacion, se pregunto que estaria haciendo Ren. Probablemente el amor con alguna hermosa signora del pueblo. La idea la deprimio mas de lo que le habria gustado.

Abrio las contraventanas que Marta insistia en cerrar todas las noches y vio la luz que se filtraba por las de las dependencias de la vieja. Al parecer, no todo el mundo en aquella casa se habia quedado sin electricidad.

No dejo de volverse en la cama toda la noche, obsesionada con la electricidad y con Ren y la guapa italiana. De ahi que no se despertase hasta cerca de las nueve, saltandose de nuevo todo lo que indicaba la agenda. Se dio una ducha rapida y, para entonces, su frustracion alcanzo un punto culminante, por lo que llamo a la villa y pregunto por Ren.

– El signore Gage no esta disponible -dijo Anna.

– ?Podria decirme que pasa con mi electricidad?

– Nos ocuparemos. -Y la comunicacion se corto.

Isabel tuvo ganas de subir hasta la villa, pero el era muy astuto y sin duda estaba intentando manipularla. Solo habia que ver como habia atraido a Jennifer Lopez hasta sus malvadas garras.

Salio al jardin, lleno un barreno con agua jabonosa y fue en busca de uno de los gatos. Si no se mantenia ocupada, se le iban a crispar los nervios.

Ren rebusco en su bolsillo el cigarrillo de emergencia, pero entonces recordo que ya se lo habia fumado, lo cual no era una buena senal, pues eran las once de la manana. Desde luego aquella mujer era mas dificil de manejar de lo que habia supuesto. Tal vez tendria que tener en cuenta el hecho de que era psicologa. Pero, maldita sea, queria que ella viniese a el, no al reves.

Tenia que esperar, pero no tenia la paciencia necesaria y no queria ceder. La idea le fastidiaba, pero a largo plazo ?cual era la diferencia? De un modo u otro tendrian que cumplir su destino sexual.

Decidio ir a su olivar, como si se tratase de un paseo casual. Si resultaba que ella estaba en el jardin, diria algo como: «Eh, Fifi, ?se ha solucionado ya el problema con la electricidad? ?Ah, no? Vaya, maldita sea… Veras, ?por que no subes y hablamos con Anna?»

Pero la suerte no estaba de su parte. Todo lo que vio en el jardin fue un trio de gatos hambrientos.

Tal vez un cafe y leer el periodico le calmasen un poco, aunque lo que realmente deseaba era otro cigarrillo. Al subirse al Maserati, las visiones del Fiat rojo danzaban en su cabeza. Con el entrecejo fruncido, puso el motor en marcha.

Estaba alcanzando el final del camino cuando la vio. Paro el coche y bajo de un salto.

– ?Que demonios estas haciendo? -le dijo.

Ella alzo la vista hacia el por debajo de su sombrero de paja. A pesar de los guantes, parecia mas digna que una reina.

– Estoy recogiendo la basura de los margenes del camino. -Metio una botella de limonada vacia en la bolsa de plastico que arrastraba.

– Por el amor de Dios, ?por que estas haciendo eso?

– Por favor, no invoques el nombre de Dios en vano. A ella no le gusta. Y las basuras arruinan el entorno, sin importar el campo en que esten.

El brazalete de oro brillo en su muneca a la luz del sol al estirar el brazo entre el hinojo para recoger un paquete de cigarrillos. Lucia un impoluto top blanco y unas impecables bermudas beige que dejaban a la vista sus bien torneadas piernas. Habida cuenta de lo que estaba haciendo, parecia demasiado bien vestida.

El cruzo los brazos y la miro, empezando ahora a disfrutar del asunto.

– No sabes relajarte, ?verdad?

– Claro que se. Esto me resulta muy relajante. Es contemplativo.

– Contemplativo, y un cuerno. Estas tan tensa que podrias romperte.

– Si, bueno, no disponer de las necesidades basicas de la vida moderna puede tensar un poco.

El recurrio a las tecnicas del Actor's Studio: una mirada en blanco seguida de un entrecerrar los ojos unido a un leve ceno.

– ?Estas intentando decirme que aun no tienes electricidad? No puedo creerlo. Maldita sea, le dije a Anna que se ocupase de ello. ?Por que no me has avisado que el problema seguia?

Ren no cobraba aquellas sustanciosas sumas de dinero por nada. Ella le estudio por un momento y despues replico:

– Di por supuesto que lo sabias.

– Muchas gracias. Supongo que eso demuestra lo que piensas de mi. -Saco su telefono movil y marco el numero de su ama de llaves, a la que hablo intencionadamente en ingles-: Anna, estoy con Isabel Favor. Aun no hay electricidad en la casa. Solucionalo antes de que se haga de noche, ?entendido? No me importa cuanto pueda costar.

Apago el movil y se apoyo en el coche.

– Con esto deberia bastar. Vayamos a dar un paseo mientras esperas. Lo comprobare para asegurarme de que se ha solucionado todo.

Ella vacilo unos segundos y observo el Maserati.

– De acuerdo, pero yo conducire.

– Olvidalo. Condujiste la ultima vez.

– Me gusta conducir.

– Y a mi, y es mi coche.

– Correras.

– Arrestame. ?Vas a subir de una vez, por Dios?

– La blasfemia no solo es sacrilegio -repuso ella con lo que el considero un grado innecesario de entusiasmo-. Es el signo de que no se tiene un adecuado dominio del lenguaje.

– No me importa. Y la razon por la que quieres conducir es que te gusta controlarlo todo.

– El mundo funciona mejor cuando lo hago. -Su deliberada sonrisa burlona le hizo reir.

Probablemente, ella estaba en lo cierto. Si la doctora Favor se hiciese cargo del mundo al completo, como minimo estaria mas ordenado.

– Primero ayudame a acabar de recoger las basuras -pidio ella.

El la fulmino con la mirada, porque no habia mujer en la tierra que mereciese semejante humillacion de su parte, pero entonces ella se inclino y sus pequenas bermudas se cineron a sus caderas, y lo siguiente que el vio fue que tenia ya un trozo de neumatico en una mano y una botella rota en la otra.

Escogio caminos secundarios que pasaban junto a casas pintorescas y se adentraban en los valles que llevaban a los vinedos de la region de Chianti. Cerca de Radda, se coloco una gorra y sus ridiculas gafas de sol y le pidio a Isabel que hablase ella cuando se detuvieron en una pequena bodega. El propietario les sirvio unas copas de su cosecha de 1999 en una mesa situada a la sombra de un granado.

En principio, nadie del pequeno grupo de turistas de las otras mesas les presto atencion, pero entonces una joven que llevaba aros en las orejas y una camiseta de la Universidad de Massachussets empezo a observarlos. El torcio el gesto cuando la chica se levanto de su silla, pero la gorra y las gafas habian hecho su trabajo: no era el a quien ella buscaba.

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