– Perdon. ?No es usted la doctora Isabel Favor?

El sintio una inusual oleada de desproteccion. Isabel se limito a asentir y sonreir.

– No me lo puedo creer -dijo la chica-. Siento molestarla, pero asisti a una de sus conferencias en la Universidad de Massachussets, y tengo todos sus libros. Solo queria decirle que usted me ayudo muchisimo cuando pase por la quimioterapia.

Entonces Ren se percato de lo delgada y palida que era aquella mujer. Y algo en su interior se tenso cuando vio la expresion de Isabel. Penso en los comentarios que le dedicaban sus propios admiradores: «Tio, nos encanta cuando estrangulas a la gente.»

– Cuanto me alegra -dijo Isabel.

– Lamento mucho sus problemas… -La chica se mordio el labio-. ?Le importaria…? Me llamo Jessica. ?Podria usted rezar por mi?

Isabel se puso en pie y la abrazo.

– Por supuesto que lo hare.

A Ren se le hizo un nudo en la garganta. Isabel Favor era un producto autentico. Y el tenia la intencion de corromperla.

La joven regreso a su mesa e Isabel se sento en su silla. Inclino la cabeza y miro su copa. Sorprendido, el se dio cuenta de que ella estaba rezando. Alli mismo, delante de todo el mundo… Busco un cigarrillo, pero recordo que ya se habia fumado su dosis diaria. Se conformo con beber de su copa.

Ella alzo la vista y le ofrecio una suave y confiada sonrisa.

– Se recuperara -dijo.

Bien podria haberle lanzado ella una bola de hierro a la cabeza, porque en ese momento Ren supo que no podia seducir a una mujer que rezaba por gente extrana, que recogia la basura del campo y que solo deseaba lo mejor para los demas. ?En que estaba pensando? Seria como seducir a una monja.

Una monja muy excitante, eso si.

Ya habia tenido suficiente. La llevaria de vuelta a la casa y se olvidaria de ella. Durante lo que le quedaba de vacaciones, actuaria como si no existiese.

Aquella idea le sumio en un profundo estado de decaimiento. Le gustaba estar con ella, y no solo porque le excitase y le hiciese reir, sino tambien porque su decencia resultaba extranamente atrayente, como una pared recien pintada esperando su primer grafiti.

Ella le dedico una sonrisa que no cumplio su cometido.

– Son mujeres como ella las que me han ayudado a superar los ultimos seis meses, haciendome saber que mis libros y mis conferencias significan algo para alguien. Por desgracia, no quedan suficientes para llenar un auditorio.

Ren se aparto de sus confusos pensamientos.

– Probablemente te has convertido en un placer pecaminoso. Les sigue gustando lo que dices, pero no eres el sabor del mes, y no quieren parecer pasadas de moda.

– Aprecio tu voto de confianza, pero creo que la mayoria de la gente prefiere ser aconsejada por alguien cuya vida no es un desastre.

– Bueno, eso tambien.

Permanecio callada durante el camino de vuelta, lo que a el le hizo sospechar que estaba rezando de nuevo, ?y no era eso un jodido motivo de inspiracion? Quiza deberia hacer las maletas y regresar a Los Angeles. Pero no queria irse de Italia.

Cuando llegaron a la casa, aparto de su cabeza aquellos pensamientos e hizo lo necesario para comprobar si habia electricidad. Las luces se encendieron, tal como habia supuesto. Salio al jardin para asegurarse de que las luces exteriores tambien funcionaban.

– Esto es muy bonito -comento observando el jardin.

– ?Nunca habias estado aqui?

– Hace mucho tiempo. Estuve en la villa un par de veces siendo nino. Mi tia me trajo aqui en una ocasion para presentarme a Paolo. Un malcarado hijo de puta, por lo que recuerdo.

Una serie de agudos chillidos hendieron el aire. El alzo la vista y vio a tres ninos bajando colina desde la villa. Dos ninas pequenas y un nino, todos dirigiendose hacia el y gritando con todas sus fuerzas:

– ?Papi!

10

Ren dio un paso atras al tiempo que las ninas se enredaban entre sus piernas, sus chillidos lo bastante agudos como para romper cristal. Solo el nino permanecio a distancia.

Isabel sintio un leve vahido. ?Papi? Ren nunca le habia dicho que tuviese hijos. Habia admitido un breve matrimonio cuando era joven, pero tres hijos no parecian el fruto de un breve matrimonio.

Alzo la vista y vio aparecer una mujer en lo alto de la colina. Su silueta se recortaba contra el cielo, con un bebe en brazos, y la brisa cinendo la falda de algodon sobre el vientre abultado de embarazada.

– ?Papi! ?Papi! ?Nos has echado de menos? – chillo la mayor de las ninas en ingles, en tanto la pequena no dejaba de reir.

Ren se aparto como si las ninas fuesen radiactivas y miro a Isabel con algo similar al panico.

– Juro por Dios que no las he visto en mi vida.

Isabel senalo con el menton hacia lo alto de la colina.

– Quiza seria mejor que se lo dijeses a ella.

Ren miro.

La mujer agito la mano, su largo pelo mecido por la brisa.

– ?Hola, carino!

El se hizo visera con la mano.

– ?Tracy? Maldita sea, Tracy, ?eres tu?

– Has dicho «maldita sea». -La menor de las ninas, de cuatro o cinco anos, le golpeo en las piernas.

– El puede decirlo, idiota -dijo el nino.

– Venid aqui, chicos -llamo la mujer-. Ya le hemos asustado suficiente.

– Parece que se ha vuelto loco, mama -dijo la menor de las ninas-. ?Se ha vuelto loco, senor?

– Ten cuidado -le advirtio el nino-. Mata a la gente. Incluso a ninas. Le arranca los ojos a las personas, ?a que si?

– ?Jeremy Briggs! -exclamo la mujer desde la colina-. Sabes muy bien que no puedes ver esa clase de peliculas.

– Era para mayores de trece anos.

– ?Y tu tienes once!

Isabel se volvio hacia Ren.

– ?Le arrancaste los ojos a alguien en una pelicula para mayores de trece anos? Muy bonito.

El le dedico una mirada que significaba que los proximos ojos que arrancaria serian los suyos.

– ?Que hifiste con ellos? -pregunto la nina pequena-. ?Te los jomiste? Yo me hife pipi en el avion.

Los dos ninos mayores se echaron a reir, pero Ren palidecio.

– Me lo hice en el brazo del asiento -prosiguio la nina como si tal cosa-. ?Quieres ver mis brajitas de delfines?

– ?No!

Pero ella ya se habia levantado la falda del vestidito.

– Tambien tiene ballenas -dijo senalando.

– Muy bonitas. -Isabel estaba empezando a pasarselo bien. Ver azorado al senor frio-como-el-acero era lo mas divertido que le habia pasado en todo el dia-. No creo que hubieses visto antes ballenas en la ropa interior de una mujer, Ren.

El junto sus oscuras cejas formando uno de sus gestos caracteristicos.

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