– Has visto que he intentado conseguir un hotel para ella, pero me arranco el telefono de la mano.
Isabel palmeo el hombro de Steffie.
– Ya basta de insecticida, carino. Dame el bote antes de que todos contraigamos un cancer.
Steffie se lo dio a su pesar y se miro los pies con aprension en busca de mas aranas.
Ren le dijo a la nina de ocho anos:
– Estamos en septiembre, ?no deberiais estar todos en el colegio?
– Mama sera nuestra profesora hasta que volvamos a Connecticut.
– Tu madre apenas sabe sumar.
– Suma bien, pero tiene problemas con las divisiones largas, por eso Jeremy y yo tenemos que ayudarla. - Steffie fue hasta el sofa y levanto con reparos uno de los cojines para mirar debajo-. ?Puedes devolverme el insecticida, por favor?
La atencion de Isabel se centro en la nina pequena. Le paso el bote de insecticida a Ren y despues se sento junto a la nina y la abrazo.
– ?Sabes una cosa, Steffie? Las cosas que creemos que nos dan miedo no son siempre las que realmente nos preocupan. Como las aranas. Casi todas son insectos muy amables, pero han pasado muchas cosas en tu familia ultimamente, y tal vez sea eso lo que te preocupa de verdad. Todos tenemos miedo a veces. No pasa nada.
Ren mascullo entre dientes algun tipo de maldicion. Mientras Isabel hablaba en voz baja con Steffi, observaba a Jeremy a traves de las puertas venecianas lanzar una pelota de tenis contra la pared de la casa. Era solo cuestion de tiempo que rompiese una ventana.
– ?Miradme todos! -Brittany entro en la estancia y empezo a dar volteretas en direccion a un gabinete cargado de porcelana de Meissen.
– ?Cuidado! -Ren corrio tras ella y la atrapo justo antes de que chocase contra el.
– Mirale el lado bueno -dijo Isabel-. Lleva las braguitas puestas.
– ?Pero se ha quitado todo lo demas!
– ?Soy la campeona! -La nina de cinco anos se puso en pie y extendio los brazos formando la V de victoria. Isabel sonrio y alzo los pulgares. En ese instante, el aire se lleno con el inconfundible ruido de cristales rotos, seguido del grito de Tracy en la planta de arriba:
– ?Jeremy Briggs!
Ren apunto el bote de insecticida y apreto el boton.
Fue una larga tarde. Ren amenazo a Isabel con cortarle la corriente para siempre si le abandonaba, asi que se quedo en la villa mientras Tracy permanecia encerrada en una habitacion. Jeremy se entretuvo torturando a Steffie con aranas fantasma. Brittany escondio su ropa y Ren no dejo de quejarse ni un solo segundo. Alli donde iba dejaba cosas tras de si -las gafas de sol, los zapatos, la camisa-, los habitos de un hombre acostumbrado a tener sirvientes que fuesen recogiendolo todo.
Como si fuese una nina, Anna sufrio un cambio de personalidad y no dejo de reir y de preparar comida para todo el mundo, incluso para Isabel. Ella y Massimo vivian en una casa a un par de kilometros de la villa, con sus dos hijos mayores y su nuera. Cuando se fue a casa despues de cenar, le pidio a Marta que subiese ala villa para pasar la noche. Tambien Marta parecia una mujer diferente en presencia de los ninos, y no tardo en adoptar a Connor como su mascota, que no se apartaba de su lado excepto cuando desaparecia tras un rincon para llenar su panal. Para tener solo tres anos, penso Isabel, el nino disponia de un excelente vocabulario. Su expresion favorita era: «El orinal es muy muy malo.»
A pesar de que Ren no animaba a los ninos, no dejaban de exigir su atencion. Los ignoro todo lo que pudo, pero finalmente tuvo que ceder a las peticiones de Jeremy para que le ensenase algunos movimientos de artes marciales. Eso fue bien entrada la noche, antes de que todos se fuesen a la cama. Isabel se las ingenio para irse a su casa mientras Ren hablaba por telefono.
Se tumbo en la cama y se durmio al instante, pero la desperto un ruido seguido de una maldicion, a la una de la madrugada. Se incorporo de golpe en la cama.
La luz del pasillo estaba encendida, y al poco Ren asomo la cabeza por la puerta.
– Lo siento. Le di un golpe a la comoda con la bolsa y tire una lampara.
Ella parpadeo y tiro de la sabana para cubrirse los hombros.
– ?Que estas haciendo aqui?
– No creerias que iba a quedarme alli arriba, ?verdad? -exclamo indignado.
– Bueno, no puedes mudarte aqui.
– Reza por mi. -Y se marcho.
Ella salio de la cama, con su bata de seda ondeando a su espalda, y le siguio.
El lanzo la bolsa sobre la cama de la habitacion de al lado, mas pequena que la de ella pero igualmente sencilla. Los italianos no gastaban dinero en decorar espacios de soledad como los dormitorios, pudiendolo gastar en lugares de reunion como las cocinas y los jardines. Cuando ella aparecio, el dejo de deshacer su bolsa lo suficiente como para ver el canesu de encaje color marfil y la delicada camisa que le llegaba hasta la mitad de los muslos.
– ?Tienes delfines debajo de eso?
– No es asunto tuyo. Ren, tu villa es enorme, pero esta casa es pequena. No puedes…
– No lo bastante enorme. Si crees que podria quedarme bajo el mismo techo que una mujer embarazada y sus cuatro hijos psicoticos, estas mas loca que ellos.
– Pues entonces vete a otro sitio.
– Eso es exactamente lo que estoy haciendo. -Sus ojos le dieron otro repaso. Ella esperaba que el dijese algo provocativo, pero la sorprendio-. Aprecio que te quedases conmigo esta noche, aunque podria haber pasado sin tus consejos.
– Me amenazaste con cortarme la electricidad si me iba.
– No puedes culparme, doctora. Te habrias quedado de todas formas, porque adoras arreglar los problemas de los demas. -Saco de la bolsa unas camisetas arrugadas-. Tal vez por eso te guste pasar el rato conmigo, aunque en mi caso se trate de una batalla perdida.
– No me gusta pasar el rato contigo. Me he visto forzada a pasar el rato contigo. De acuerdo, tal vez me guste un poco. -Alargo el brazo para recoger una de las camisetas que habian caido al suelo, pero se arrepintio-. Puedes dormir aqui esta noche, pero manana volveras a la villa. Tengo que trabajar, y tu solo me distraerias.
El apoyo un hombro contra el marco de la puerta, recorriendo con la mirada el cuerpo de Isabel, de los muslos a los pechos.
– Una distraccion demasiado grande, ?eh?
Ella sintio como se le calentaba la piel. Era el demonio hecho carne. Asi era como arrastraba a las mujeres a la perdicion.
– Digamos que necesito concentrarme en lo espiritual -replico.
– Hazlo. -Le dirigio su sonrisa mas siniestra-. Y no te preocupes por lo que le sucedio a Jennifer Lopez cuando durmio en la habitacion contigua a la mia.
Ella replico con una mirada que dejaba a las claras lo infantil que lo consideraba, y despues le dio la espalda. Cuando iba por la mitad del pasillo, se percato de la pequena lampara encendida sobre el aparador que habia justo enfrente. E incluso antes de oir su maligna risa, supo que el la estaba viendo al contraluz.
– Ya veo que no tienes delfines. Me matas, Fifi.
– Es una posibilidad.
A la manana siguiente, Isabel se preparo un zumo de naranja, salio fuera y se sento en una silla en una zona soleada cerca de la casa. Sobre las ramas de los olivos todavia pendian finos retazos de neblina en el valle. Rezo una corta oracion de gratitud -era lo menos que podia hacer- y bebio el primer sorbo de zumo justo cuando Ren salia de la casa.
– Tenia que madrugar si queria correr un poco antes de que hiciese demasiado calor -dijo entre bostezos.
– Son casi las nueve.
– Pues eso.
Ella observo como empezaba a hacer estiramientos. Se le marcaban los abdominales, y una linea de vello