– ?Eso piensas de mi?

El jugueteo con el lobulo de la oreja.

– Lo intento, pero no funciona.

– Bien.

– Dios, Isabel, lanzas mas interferencias que una radio estropeada. -Dejo caer las manos con frustracion.

Ella se humedecio los labios.

– Eso es… porque estoy en conflicto.

– Tu no tienes ningun conflicto. Quieres que suceda tanto como yo, pero no sabes como incluirlo en cualesquiera que sean los planes de vida que te has trazado, asi que vas arrastrando los talones. Los mismos talones que yo quiero sentir en mis hombros.

Isabel tenia la boca seca.

– ?Me estas volviendo loco! -exclamo el.

– ?Y acaso crees que tu no me vuelves loca a mi?

– Las primeras buenas noticias del dia. Entonces, ?por que seguimos asi?

El se inclino hacia ella, pero Isabel dio un saltito atras.

– Yo… yo necesito orientarme. Tenemos que orientarnos. Sentarnos y hablar antes de nada.

– Eso es exactamente lo que no quiero. -Ahora fue el quien retrocedio-. ?Maldita sea! No quiero que vuelvan a interrumpirme, y si te toco seguro que aparece alguien. Que llevas para comer, necesito distraerme.

– Creia que lo del picnic era cosa de chicas.

– El hambre me pone en contacto con mi lado femenino. La frustracion sexual, por otro lado, me pone en contacto con mis instintos asesinos. Dime que no has olvidado el vino.

– Estamos de vigilancia, no en una fiesta. Utiliza los prismaticos mientras preparo la comida.

Por una vez, el no replico, y mientras vigilaba, ella saco lo que habia preparado por la manana. Habia traido bocadillos con finas lonchas de jamon entre rebanadas de pan de focaccia recien hecho. La ensalada era de tomates, albahaca y farro, un grano parecido a la cebada que suele estar presente en la cocina toscana. Lo dejo todo en una zona sombreada junto al muro desde donde podia verse la casa, despues saco una botella de agua y las peras que quedaban.

Ambos sabian que no podrian resistir mas jugueteo verbal, por lo que empezaron a hablar de comida y libros mientras comian. Ren era inteligente, sorprendente y estaba de lo mas informado en una gran variedad de temas.

Ella estiro la mano para coger una pera cuando el anuncio:

– Al parecer, la fiesta ha empezado.

Ella saco sus pequenos binoculares de opera y vio como el jardin y el olivar se iban llenando progresivamente de gente. Los primeros en aparecer fueron Massimo y Giancarlo, junto a un hombre que ella reconocio como el hermano de Giancarlo, Bernardo, que era el poliziotto, o policia, local. Anna ocupo un lugar junto al muro con Marta y otras mujeres de mediana edad. Todas empezaron a dirigir la actividad de los jovenes que iban llegando. Isabel reconocio a la bonita pelirroja a la que le habia comprado flores el dia anterior, al atractivo muchacho que trabajaba en la tienda de fotografia y al carnicero.

– Mira quien ha venido -dijo Ren.

Ella enfoco sus binoculares y vio a Vittorio entrando en el jardin con Giulia. Se unieron a un grupo que estaba retirando las piedras del muro una a una.

– No deberia sentirme decepcionada por ellos -dijo Isabel-, pero lo estoy.

– Si, yo tambien.

Marta saco a empellones de su rosal a uno de los muchachos mas jovenes.

– ?Que estaran buscando? ?Y por que han esperado a que me instalara en la casa para intentar encontrarlo?

– Tal vez antes no sabian que buscar -aventuro Ren, y dejo los prismaticos a un lado para meter la basura en una bolsa-. Creo que es el momento de pasar ala accion.

– No estas autorizado a utilizar nada con filo o gatillo.

– Solo como ultimo recurso.

La sujeto por el brazo mientras descendian camino del coche. Tardaron unos pocos segundos en colocarlo todo dentro y arrancar. Ren piso el acelerador del Panda.

– Les atacaremos por sorpresa -dijo mientras rodeaban Casalleone en lugar de cruzar el pueblo-. Todo el mundo en Italia tiene telefonos moviles, y no quiero que nadie sepa que volvemos.

Dejaron el coche en una carretera cercana a la villa y se aproximaron entre los arboles. El le quito una hoja del pelo cuando estaban atravesando el olivar en direccion a la casa.

Anna fue la primera en verlos. Dejo en el suelo los cantaros de agua que estaba acarreando. Alguien apago una radio en la que sonaba musica pop. Poco a poco, el rumor de las conversaciones se fue apagando, y la gente empezo a moverse. Giulia se acerco a Vittorio y le cogio la mano. Bernardo, vestido con su uniforme de poliziotto, estaba al lado de su hermano Giancarlo.

Ren se detuvo en el linde de la arboleda, le echo un vistazo al lio que habian formado y despues a la multitud. Jamas habia parecido hasta tal punto un asesino nato como en ese momento, y todo el mundo capto el mensaje.

Isabel dio un paso atras para dejarle libertad de movimientos.

Ren se tomo su tiempo, y fue posando sus ojos de actor en todos y cada uno de los presentes, dandoselas de chico malo como solo el sabia hacerlo. Cuando el silencio se hizo insoportable, hablo. En italiano.

Ella tendria que haber supuesto que la conversacion no seria en ingles, pero no habia pensado en ello. Se sintio tan frustrada que quiso gritar.

Cuando Ren dejo de hablar, todos quisieron responder al mismo tiempo. Fue como observar a una brigada de directores de orquesta hiperactivos. Gestos hacia el cielo, hacia la tierra, hacia sus propias cabezas o sus pechos. Sonoros gritos, encogimientos de hombros. Le fastidiaba no saber que estaban diciendo.

– En ingles -dijo ella en un susurro, pero el estaba demasiado ocupado abroncando a Anna como para prestarle atencion.

El ama de llaves se coloco al frente de la multitud y le respondio con los dramaticos aires de una diva representando un aria.

El la corto y dijo algo ala multitud. Tras sus palabras, empezaron a dispersarse, murmurando.

– ?Que han dicho? -pregunto Isabel.

– Mas tonterias sobre el pozo.

– Encuentra su punto debil.

– Ya lo he hecho. -Se adentro en el jardin-. Giulia y Vittorio, vosotros no vais a ninguna parte.

14

Vittorio y Giulia, incomodos, se miraron y a su pesar regresaron al jardin. Anna y Marta desaparecieron, dejandolos solos a los cuatro. Ren parecia dispuesto a matar.

– Quiero saber que esta pasando en mi propiedad. Y no me insulteis con mas tonterias sobre problemas con el agua.

Vittorio parecia tan inquieto que Isabel casi sintio lastima por el.

– Es muy complicado -dijo.

– Simplificalo para que podamos entenderlo -replico Ren.

Vittorio y Giulia se miraron. Pudo apreciarse un deje de contrariedad en el gesto de la mujer.

– Tenemos que contarselo, Vittorio.

– No -dijo-. Vete al coche.

– ?Vete tu al coche! -Giulia gesticulo-. Tu y tus amigos no habeis sido capaces de hacerlo. Ahora me toca a mi.

– Giulia… -le advirtio Vittorio, pero ella lo ignoro.

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