color rosa, y a veces sonaba en mitad de la clase, aunque los profesores no se enojaban nunca con ella.
Cuando la emparejaron con Courtney en la clase de ciencias sociales para hacer un cuadro cronologico de la guerra de la independencia, Josie refunfuno, porque estaba segura de que le iba a tocar hacer todo el trabajo. Pero Courtney la invito a su casa para organizarse, y la madre de Josie le dijo que, si no iba, entonces si cargaria con el peso de todo. Asi que alli estaba, sentada en la cama de Courtney, comiendo galletas de chocolate y organizando fichas de anotaciones.
– ?Que?-dijo Courtney, poniendose en jarras delante de ella.
– ?Que de que?
– ?Por que pones esa cara?
Josie se encogio de hombros.
– Por nada. Es que tu habitacion es muy diferente de la mia.
Courtney echo una ojeada a su alrededor, como si viera su habitacion por primera vez.
– ?Diferente en que?
En la habitacion de Courtney habia una alfombra de un color purpura chillon y lamparas bordadas con cuentas que colgaban envueltas en vaporosos panuelos de seda, para crear ambiente. Tenia la parte superior de un tocador dedicada por entero a productos de maquillaje; un poster de Johnny Depp colgado de la parte de atras de la puerta y un equipo estereo a la ultima en un estante. Tenia tambien su propio reproductor de DVD.
En comparacion, la habitacion de Josie era de lo mas espartano. Habia en ella una estanteria de libros, un escritorio, un tocador y una cama. Su edredon parecia la colcha de una vieja dama comparada con la de saten de Courtney. Si Josie tenia algun estilo, seria algo asi como Soso Americano Primitivo.
– Pues diferente, solo eso-dijo Josie.
– Mi mama es decoradora. A ella le parece que esto es con lo que sonaria cualquier quinceanera.
– ?Y a ti tambien te parece?
Courtney se encogio de hombros.
– No lo se. A mi mas bien me parece como un burdel o algo asi, pero no quiero estropearle el capricho. Deja que vaya a buscar mi carpeta y nos ponemos…
Cuando se fue escalera abajo, Josie se quedo mirandose al espejo. Inclinada hacia el tocador, con todos los potes de maquillaje encima, se puso a agarrar y mirar frasquitos y tubos que le eran completamente desconocidos, como un arqueologo que examinara sus hallazgos. Su madre raramente se maquillaba; se pintaba los labios tal vez, pero eso era todo. Josie levanto un tubito de rimel y desenrosco el tapon, pasando el dedo por el negro cepillo. Destapo un botellin de perfume y lo olio.
En la imagen reflejada en el espejo, vio a una chica identica a ella que agarraba una barra de lapiz de labios («?Absolutamente arrebatador!», se leia en la etiqueta), y se la aplicaba. Su rostro se ilumino de color, como si hubiera cobrado vida.
?Tan facil era convertirse en otra persona?
– ?Que haces?
Josie se sobresalto al oir la voz de Courtney. Vio por el espejo como esta se acercaba a ella y le quitaba el lapiz de labios de las manos.
– Yo…yo…lo siento-balbuceo Josie.
Ante su sorpresa, Courtney Ignatio la miro con una sonrisa ladeada.
– La verdad es que te favorece.
Joey sacaba mejores notas que su hermano pequeno; tambien era mejor deportista que Peter. Era mas gracioso; mas sensato; mas imaginativo; era el centro de atencion en las fiestas. Solo habia una cosa, que Peter supiera (y las habia contado todas), de la que Joey no fuera capaz: no podia soportar la vision de la sangre.
Cuando Joey tenia siete anos y su mejor amigo se cayo de la bicicleta saltando por encima del manubrio y abriendose una brecha en la frente, fue Joey el que se desmayo. Siempre que daban un reportaje de medicina por television, tenia que salir de la sala. Por esta causa no habia ido nunca a cazar con su padre, a pesar de que Lewis les habia prometido a sus hijos que en cuanto cumplieran doce anos podrian salir con el al bosque y aprender a disparar.
A Peter le parecia que habia estado esperando todo el otono la llegada de aquel fin de semana. Se habia informado leyendo cosas sobre el rifle que su padre le iba a dejar utilizar, un Winchester modelo 94 de palanca 30-30 que habia sido de su padre antes de comprar el Remington 721 de cerrojo 30.06 que usaba ahora para cazar venados. A las cuatro y media de la manana, Peter apenas podia creer que estuviera sosteniendolo en sus manos, con el seguro puesto. Avanzaba entre los arboles, detras de su padre, mientras el vaho de su respiracion se cristalizaba en el aire.
Habia nevado durante la noche, razon por la cual las condiciones eran perfectas para la caza del venado. Habian salido el dia anterior para buscar marcas frescas, senales dejadas en los arboles que indicaran que algun macho se habia frotado en ellos la cornamenta repetidamente para marcar su territorio. Ahora era cuestion de encontrar esos lugares y rastrear las huellas frescas, para comprobar si el ciervo habia pasado ya por alli o aun no.
El mundo era muy diferente cuando no habia nadie en el. Peter intentaba seguir las pisadas que iba dejando su padre, pisando en las mismas huellas. Se imaginaba que estaba en el ejercito, enfrascado en una mision guerrillera. El enemigo podia estar detras de cualquier arbol. De un momento a otro podia verse envuelto en un tiroteo.
– Peter-susurro su padre por encima del hombro-. ?Manten el rifle apuntado!
Se acercaban al circulo de arboles en los que el dia anterior habian visto las marcas de cuernos. En esos momentos, las senales de cornamenta eran frescas; la blanca madera del arbol y las palidas tiras verdes del tronco pelado estaban al desnudo. Peter miro a sus pies. Habia tres tipos de huellas diferentes, unas mucho mayores que las otras dos.
– Ya ha pasado por aqui-dijo el padre de Peter en voz baja-. Seguramente va siguiendo a las ciervas.
Los ciervos en celo perdian instinto de conservacion. Estaban tan concentrados en las hembras que perseguian, que se olvidaban de los seres humanos que pudieran ir a su caza.
Peter y su padre caminaban con paso quedo a traves del bosque, siguiendo las huellas que les llevaban hacia la zona pantanosa. De pronto, su padre levanto la mano para senalarle que se detuviera. Al levantar la vista, Peter pudo distinguir dos ciervas, una adulta, la otra primal. Su padre se volvio hacia el y, moviendo los labios, articulo: «Quedate quieto».
Cuando el macho salio de detras de un arbol, a Peter se le corto la respiracion. Era imponente, majestuoso. Su recio cuello sostenia el peso de una cornamenta de seis puntas. El padre de Peter le hizo un imperceptible gesto con la cabeza, senalandole el rifle. «Disparale».
Peter maniobro a duras penas con el rifle, que parecia como si le pesase veinte kilos. Lo elevo hasta apoyarselo en el hombro y apunto al ciervo. El pulso le latia con tal fuerza, que el arma le temblaba.
Aun le parecia estar oyendo las instrucciones de su padre, como si se las estuviera repitiendo en voz alta: «Dispara a la parte baja del cuerpo, por debajo de las piernas delanteras. Si le aciertas en el corazon, lo mataras al instante. Y si no le das al corazon, entonces lo habras herido en los pulmones, de modo que quiza pueda correr cien metros o poco mas, antes de caer abatido».
Entonces el ciervo se volvio y le miro, clavando los ojos en el rostro de Peter.
Peter apreto el gatillo. El disparo salio desviado.
A proposito.
Los tres ciervos se agacharon al unisono, sin saber a ciencia cierta de donde les llegaba el peligro. Mientras Peter se preguntaba si su padre se habria dado cuenta de que se habia arredrado, o si habria pensado que era un pesimo tirador, restallo un segundo disparo procedente del rifle de su padre. Las ciervas salieron en estampida, en tanto el macho caia a plomo en el suelo.
Peter se acerco al venado, contemplando como le salia sangre del corazon.
– No ha sido por robarte la pieza-le dijo su padre-, pero si esperaba a que volvieras a cargar el rifle, hubieran oido el ruido y se habrian escapado.
– No-dijo Peter, que no podia apartar los ojos del ciervo-. Si no pasa nada.
Se dio la vuelta y se puso a vomitar entre unos arbustos.
Oia a su padre hacer algo detras de el, pero no se volvio. Peter se quedo mirando una porcion de nieve que