McAfee solo hace su trabajo.-Poso la mano sobre el hombro de Mark y bajo el tono de voz-. ?Por que no vamos usted y yo a tomar una taza de cafe?

Mientras Patrick se llevaba a Mark Ignatio hacia la salida, Jordan recordo lo que habia querido decir.

– Yo tambien vivo aqui-comenzo.

Mark se volvio en redondo.

– No por mucho tiempo.

Alex no era el diminutivo de Alexandra, como todo el mundo pensaba. Sencillamente, su padre le habia puesto el nombre del hijo que habria preferido tener.

La habia criado el, despues de que su esposa muriese de cancer de mama cuando Alex tenia cinco anos. No era la clase de padre que ensena a su hija a montar en bicicleta, o a brincar por encima de las rocas; el le habia explicado la procedencia latina de palabras como «halcon», «aguila» o «puercoespin», o la Declaracion de Derechos Humanos. Alex se esforzaba por destacar en los estudios para atraer su atencion: ganando certamenes de ortografia y pruebas de geografia; encadenando sobresalientes; siendo aceptada en todas las facultades a las que pedia acceso.

Ella queria ser como su padre, el tipo de hombre al que, cuando caminaba por la calle, los tenderos saludaban con un reverencial asentimiento de cabeza: «Buenas tardes, jueza Cormier». Queria percibir el cambio en el tono de voz de una recepcionista cuando oia que era la jueza Cormier la que estaba al aparato.

Si su padre no la habia tenido nunca en el regazo, si nunca le habia dado un beso de buenas noches, si nunca le habia dicho que la queria…en fin, todo eso formaba parte de su personaje, nada mas. De su padre, Alex aprendio que todas las cosas podian destilarse en hechos. La comodidad, la paternidad, el amor…todo eso podia reducirse por coccion a su forma mas sencilla, y explicarse mas que experimentarse. Y la ley…bueno, la ley era el sosten del sistema de creencias de su padre. Cualquier sentimiento que uno tuviera, en el contexto de la sala de un tribunal encontraba una explicacion. Se podia ser emotivo, pero dentro de unos limites. Lo que se le demostraba a un cliente no era necesariamente lo que se sentia, o al menos se podia fingir asi, de modo que nadie pudiera acercarse lo bastante como para hacernos dano.

El padre de Alex habia sufrido un derrame cerebral cuando ella estaba en segundo de derecho. Alex se habia sentado en el borde de la cama del hospital y le habia dicho que lo queria.

– Oh, Alex-suspiro el-. No nos preocupemos por esas cosas.

Ella no lloro en su funeral, porque sabia que asi le habria gustado a el.

?Habria deseado su padre, tal como ella lo deseaba ahora, que la base de su relacion hubiera sido diferente? El hecho de convertir en una relacion de profesor y alumna lo que en un principio debia ser una relacion de padre e hija ?habia sido una forma de renunciar a sus esperanzas personales? ?Durante cuanto tiempo puedes seguir un camino paralelo al de tu hija antes de perder toda opcion a interactuar con ella?

Habia leido incontables paginas de Internet dedicadas al dolor y la tristeza y a sus etapas; habia estudiado las secuelas de otros casos similares de tiroteos en centros escolares. Se sentia capacitada para realizar ese tipo de investigacion, pero cuando se trataba de conectar con Josie, su hija la miraba como si no la reconociera. En otras ocasiones, Josie se echaba a llorar. Alex no sabia como enfrentarse a ninguna de las dos reacciones. Se sentia incompetente, entonces se recordaba a si misma que la cuestion no era ella, sino Josie, y ello le producia un mayor sentimiento de fracaso.

A Alex no se le escapaba la gran ironia que habia en todo aquello: se parecia a su padre mucho mas de lo que jamas hubiera sospechado. Se sentia muy comoda en su sala del tribunal, y en cambio parecia no reconocerse dentro de los limites de su propio hogar. Sabia muy bien que decirle a un imputado que se presentara ante ella por tercera vez por conducir bajo los efectos del alcohol, pero era incapaz de sostener una conversacion de cinco minutos con su hija.

Diez dias despues de la tragedia del Instituto Sterling, Alex entro en la habitacion de Josie. Era media tarde, y las cortinas estaban corridas. Su hija se habia refugiado en el nido hecho con el edredon de su cama. Aunque su primer instinto fue subir las persianas y dejar que entrara la luz del sol, Alex opto por tumbarse en la cama, abrazando el bulto bajo el que se ocultaba Josie.

– Cuando eras pequena-le dijo Alex-, a veces me metia en esta cama a dormir contigo.

Se produjo un movimiento, y las sabanas se apartaron del rostro de Josie. Tenia los ojos enrojecidos, la cara hinchada.

– ?Por que?

Ella se encogio de hombros.

– Nunca me han entusiasmado los truenos y las tormentas.

– ?Y como es que yo nunca me desperte? No recuerdo haberte encontrado nunca aqui metida.

– Siempre me volvia a mi cama antes de que tu te despertaras. Se suponia que la fuerte era yo…No queria que supieras que habia algo que me asustaba.

– Supermama-susurro Josie.

– Pero hay cosas que me asustan, como perderte-dijo Alex-. Me asusta pensar que ya te he perdido.

Josie la miro unos segundos.

– Yo tambien tengo miedo de perderme.

Alex se incorporo y le coloco a Josie el pelo por detras de la oreja.

– Vamos, salgamos de aqui-propuso.

Josie se quedo inmovil.

– No quiero salir.

– Cielo, es por tu bien. Es como una terapia fisica, pero para el cerebro. Hay que ponerse en marcha, seguir la rutina diaria, aunque sea por inercia. Al final volveras a hacerlo todo de una forma natural.

– Tu no lo entiendes…

– Jo, si no lo intentas-le dijo-, es como concederle la victoria a el.

Josie levanto la cabeza con brusquedad. Alex no necesitaba explicarle a quien se referia con el.

– ?Llegaste a imaginarlo?-pregunto Alex sin pensar.

– Imaginar…?el que?

– Que pudiera hacer algo asi.

– Mama, no tengo ganas de…

– No puedo dejar de pensar en el cuando era un nino pequeno-prosiguio Alex.

Josie sacudio la cabeza a un lado y a otro.

– De eso hace mucho tiempo-murmuro-. La gente cambia.

– Ya lo se. Pero a veces aun lo veo colocandote aquel rifle en las manos…

– Eramos pequenos-la interrumpio Josie con los ojos llenos de lagrimas-. Pequenos y tontos.-Aparto las sabanas con repentina premura-. ?No querias que fueramos a algun sitio?

Alex se quedo mirandola. Un abogado habria seguido hurgando en aquel punto debil. Una madre, sin embargo, no debia.

Al cabo de unos minutos, Josie estaba sentada en el asiento del pasajero del coche, junto a Alex. Se abrocho el cinturon de seguridad, se lo solto y volvio a ajustarselo. Alex observo como daba un tiron del cinturon para comprobar que se bloqueaba.

Iban comentando obviedades durante el trayecto. Que si los primeros narcisos asomaban sus valientes yemas por entre la nieve de la mediana de la avenida. Que si los regatistas del equipo universitario de Sterling estaban entrenando en el rio Connecticut, las proas de sus barcas abriendose paso a traves del hielo residual. Que si el indicador de temperatura del coche senalaba que estaban a mas de diez grados. Alex dio un rodeo intencionado por la carretera que no pasaba junto al instituto. Josie solo giro la cabeza una vez para mirar por la ventanilla, y fue cuando pasaron a la altura de la comisaria de policia.

Alex dejo el coche en un estacionamiento, enfrente del bar-restaurante. La calle estaba repleta de personas que aprovechaban la hora de la comida para ir a comprar y de transeuntes atareados, cargados con cajas destinadas a la oficina de correos, o hablando por el telefono movil mientras miraban los escaparates de las tiendas. Para alguien no avisado, era un dia mas en Sterling.

– Bueno-dijo Alex, volviendose hacia Josie-. ?Como lo llevas? Josie bajo los ojos, mirandose las manos en el regazo.

– Bien.

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