Los bufidos y risitas de Colin se extinguieron. Se miro las grandes manos, una sobre otra como si se las estuviese lavando.
—Colin, aun no ha terminado. Tu papel es importante. A la gente no le gustan los Mollison. Si entras en el concejo, estaremos en una posicion mucho mas fuerte para luchar. Por favor, Colin.
—De acuerdo —repuso el al cabo de unos instantes, sorprendido ante su propia audacia.
Recorrieron el breve trayecto con el aire fresco y limpio, cada uno con su tarjeta del censo en la mano. En el centro parroquial no habia otros votantes. Ambos marcaron con una cruz, con un lapiz grueso, la casilla en la papeleta junto al nombre de Colin, y se fueron con la sensacion de haber salido impunes de algo.
Miles Mollison no voto hasta mediodia. Cuando salia, se detuvo ante la puerta del despacho de su socio.
—Me voy a votar, Gav —anuncio.
Gavin le senalo el telefono que sujetaba contra la oreja; esperaba para hablar con la compania de seguros de Mary.
—Ah, vale. —Miles se volvio hacia la secretaria—. Me voy a votar, Shona.
Recordarles a ambos que necesitaba su apoyo no hacia ningun dano. Bajo con agilidad las escaleras y se dirigio a La Tetera de Cobre, donde, en una pequena charla poscoital, habia quedado en encontrarse con su mujer para ir juntos al centro parroquial.
Samantha se habia pasado la manana en casa, dejando a su ayudante al frente de la tienda. Sabia que ya no podia postergar mas decirle a Carly que cerraban y que se habia quedado sin trabajo, pero no habia tenido valor para hacerlo antes del fin de semana y el concierto en Londres. Cuando aparecio Miles y ella vio su sonrisita de excitacion, la inundo una oleada de furia.
—?Papa no viene? —fue lo primero que dijo su marido.
—Iran despues de cerrar la tienda —explico Samantha.
Cuando Miles y ella llegaron, en las cabinas para votar habia dos ancianas. Samantha espero, fijandose en la parte posterior de sus canosas permanentes, los gruesos abrigos y los tobillos, aun mas gruesos. La mas encorvada de las dos vio a Miles cuando salian, sonrio y exclamo:
—?Acabo de votarle a usted!
—?Vaya, pues muchas gracias! —contesto el sonriendo.
Samantha entro en la cabina y miro fijamente los dos nombres: Miles Mollison y Colin Wall, y el lapiz, atado al extremo de un cordel. Entonces garabateo «Odio este maldito pueblo» en la papeleta, la doblo, se acerco a la urna y la dejo caer por la ranura, sin sonreir.
—Gracias, carino —dijo Miles en voz baja, y le dio una palmadita en la espalda.
Tessa Wall, que jamas habia dejado de votar en unas elecciones, paso con el coche por delante del centro parroquial de vuelta del trabajo y no se detuvo. Ruth y Simon Price pasaron el dia hablando muy seriamente de la posibilidad de mudarse a Reading. Ruth tiro esa noche a la basura las tarjetas censales de los dos cuando recogio la mesa de la cocina tras la cena.
Gavin nunca habia tenido intencion de votar; de haber estado vivo Barry para presentarse, quiza lo habria hecho, pero no deseaba ayudar a Miles a conseguir otro de los objetivos de su vida. A las cinco y media cogio el maletin, irritable y deprimido por haberse quedado sin excusas para no cenar en casa de Kay. Le fastidiaba especialmente porque habia indicios esperanzadores de que la compania de seguros se decantara a favor de Mary, y habria preferido ir a decirselo. Eso significaba que tendria que guardarse la noticia hasta el dia siguiente; no queria desperdiciarla en una llamada de telefono.
Cuando Kay abrio la puerta, se lanzo de inmediato a hablar como una metralleta, lo que solia significar que estaba de mal humor.
—Lo siento, he tenido un dia espantoso —le explico, aunque el no se habia quejado y apenas se habian saludado—. He vuelto muy tarde, tenia intencion de tener la cena mas adelantada. Pasa.
Del piso de arriba llegaba el estruendo insistente de una bateria y un bajo. Gavin se sorprendio de que los vecinos no se quejaran. Kay lo vio levantar la vista hacia el techo.
—Gaia esta furiosa porque un chaval de Hackney que le gustaba ha empezado a salir con otra chica — explico.
Cogio la copa de vino que ya se habia servido y tomo un buen trago. Le habia remordido la conciencia al llamar a Marco de Luca «un chaval». Practicamente se habia mudado a su casa durante las semanas anteriores a su marcha de Londres. Kay lo encontraba encantador, considerado y servicial. Le habria gustado tener un hijo como Marco.
—Sobrevivira —anadio, y se quito el recuerdo de la cabeza para volver a las patatas que estaba cociendo —. Tiene dieciseis anos. A esa edad te recuperas rapido. Sirvete un poco de vino.
Gavin se sento a la mesa y deseo que Kay obligara a Gaia a bajar la musica. Practicamente tenia que hablarle a gritos para hacerse oir por encima la vibracion del bajo, el traqueteo de tapas de sarten y el ruidoso extractor. Volvio a anhelar la melancolica calma de la gran cocina de Mary, su gratitud y el hecho de que lo necesitara.
—?Como? —dijo en voz alta, porque advirtio que Kay acababa de preguntarle algo.
—He dicho si has votado.
—?Votado?
—?En las elecciones al concejo!
—Ah, no —contesto Gavin—. No puede importarme menos.
No tuvo la seguridad de que ella lo hubiese oido. Kay estaba hablando otra vez, y solo cuando se acerco a la mesa con los cubiertos fue capaz de oirla.
—… absolutamente repugnante, en realidad, la forma en que el concejo se esta confabulando con Aubrey Fawley. Supongo que, si Miles resulta elegido, se acabo Bellchapel…
Colo las patatas, y el ruido que hizo volvio a ahogar momentaneamente su voz.
—… si esa estupida mujer no hubiese perdido los estribos, quiza tendriamos mas posibilidades. Le di un monton de material sobre la clinica, y no creo que lo haya utilizado para nada. Se limito a gritarle a Howard Mollison que estaba demasiado gordo. Si eso no es ser poco profesional, ya me diras…
Gavin habia oido rumores sobre el exabrupto en publico de la doctora Jawanda. Lo habia encontrado ligeramente divertido.
—… toda esta incertidumbre le hace mucho dano a la gente que trabaja en esa clinica, y no digamos a los pacientes.
Pero Gavin era incapaz de experimentar lastima o indignacion: solo sentia consternacion ante el profundo conocimiento que Kay parecia tener de los entresijos y personalidades involucrados en ese intrincado asunto. Era otra senal de que echaba raices mas y mas profundas en Pagford. Ahora iba a costar mucho arrancarla de alli.
Volvio la cabeza y miro a traves de la ventana el crecido jardin. Se habia ofrecido a ayudar a Fergus ese fin de semana con el de su madre. Con un poco de suerte, se dijo, Mary volveria a invitarlo a quedarse a cenar y, si lo hacia, se libraria de la fiesta de cumpleanos de Howard Mollison, a la que Miles parecia pensar que estaba deseando ir.
—… yo queria seguir con los Weedon, pero no, Gillian dice que no podemos «andar escogiendo». ?Tu llamarias a eso «andar escogiendo»?
—Perdona, ?que? —pregunto Gavin.
—Mattie ha vuelto —explico Kay, y el tuvo que hacer un esfuerzo para recordar que era la colega de cuyos casos se habia estado ocupando—. Yo queria seguir trabajando con los Weedon, porque a veces notas un vinculo especial con una familia, pero Gillian no me lo permite. Es una locura.
—Debes de ser la unica persona en el mundo que quiere tener algo que ver con los Weedon —comento Gavin—. Por lo que he oido por ahi.
A Kay le hizo falta casi toda su fuerza de voluntad para no soltarle un bufido. Saco los filetes de salmon del horno. La musica de Gaia estaba tan alta que la sintio vibrar a traves de la bandeja, que dejo entonces con estrepito en la placa.
—?Gaia! —grito, haciendo dar un respingo a Gavin, y paso a su lado hacia el pie de las escaleras—. ???Gaia!!! ?Baja la musica! ?Lo digo en serio! ???Bajala!!!
El volumen disminuyo quiza un decibelio. Kay volvio a la cocina echando chispas. Poco antes de que llegara