—Si —repuso ella, abatida, y tiro de Robbie hacia el supermercado—. Ya lo se.
«No pienso ir a Pagford —penso mientras cogia unas galletas de un estante—. Ni hablar.»
Se habia hecho casi inmune a las criticas y evaluaciones constantes, a las miradas de soslayo de los transeuntes, al desprecio de los vecinos; pero no pensaba ir a aquel pueblecito pretencioso a que le dieran una racion doble de todo aquello; no pensaba viajar en el tiempo una vez por semana hasta el sitio donde la abuelita Cath le habia dicho que se la quedaria para luego abandonarla. Tendria que pasar por delante de aquella bonita escuela que le habia enviado unas cartas horribles sobre Krystal, diciendo que iba sucia, que la ropa le venia pequena y su comportamiento era inaceptable. Temia que salieran de Hope Street esos parientes a los que ya habia olvidado, y que ahora se peleaban por la casa de la abuelita Cath, y lo que diria Cheryl si se enteraba de que Terri se relacionaba voluntariamente con la paqui de mierda que habia matado a la abuelita. Otro hito en su lista de afrentas a la familia que la odiaba.
—No van a conseguir que vaya a ese pueblo de mierda —mascullo, tirando de Robbie hacia la caja.
II
—Agarrate. Mama esta a punto de colgar los resultados en la pagina web —anuncio jocosamente Howard Mollison el sabado a mediodia—. ?Quieres esperar a que sean publicos, o te los digo ahora?
Instintivamente, Miles le dio la espalda a Samantha, que estaba sentada frente a el en la isla de la cocina. Tomaban un ultimo cafe antes de que madre e hija se marcharan a la estacion para coger el tren a Londres. Se pego bien el auricular a la oreja y dijo:
—A ver, dime.
—Has ganado. Comodamente. Has conseguido casi el doble de votos que Wall.
Miles miro hacia la puerta de la cocina y sonrio.
—Vale —dijo tan inexpresivamente como pudo—. Me alegro.
—Espera. Mama quiere decirte algo.
—Felicidades, querido —lo felicito Shirley con regocijo—. Es una noticia absolutamente maravillosa. Sabia que lo conseguirias.
—Gracias, mama.
Esas dos palabras fueron suficientes para Samantha, pero habia decidido no mostrarse sarcastica ni desdenosa. Tenia su camiseta del grupo musical en la maleta; habia ido a la peluqueria y se habia comprado unos zapatos de tacon. Solo deseaba irse de una vez.
—Concejal Mollison, ?eh? —dijo cuando Miles colgo el telefono.
—Pues si —repuso el con cierta cautela.
—Felicidades. Asi, lo de esta noche sera una celebracion por todo lo alto. Que pena perdermela —mintio, inspirada por la emocion de su inminente escapada.
Conmovido, Miles se inclino hacia ella y le dio un apreton en la mano.
Libby aparecio en la cocina hecha un mar de lagrimas y sosteniendo el movil.
—?Que pasa? —pregunto Samantha, asustada.
—?Puedes llamar a la mama de Harriet? ?Por favor!
—?Por que?
—?Por favor!
—Pero ?por que, Libby?
—Pues porque quiere hablar contigo. —Se froto los ojos y la nariz con el dorso de la mano—. Harriet y yo hemos discutido. ?Puedes llamarla, por favor?
Samantha se llevo el telefono a la sala. Solo tenia una vaga idea de quien era esa mujer. Desde que las ninas iban al internado, apenas tenia contacto con los padres de sus amigas.
—Lamento muchisimo todo esto —dijo la madre de Harriet—. Le he dicho a Harriet que hablaria con usted, pues quiero convencerla de que no se trata de que Libby no quiera que ella vaya… Ya sabe lo buenas amigas que son, y no soporto verlas asi…
Samantha miro la hora. Tenian que salir al cabo de diez minutos a mas tardar.
—A Harriet se le ha metido en la cabeza que a Libby le sobra una entrada, pero que no quiere que vaya con ella. Ya le he dicho que eso no es verdad, que esa entrada es para usted porque no quiere que Libby vaya sola, ?verdad?
—Por supuesto —dijo Samantha—. Sola no puede ir.
—Lo sabia —dijo la otra mujer con un extrano deje de triunfo—. Y le aseguro que entiendo su actitud protectora. Ni siquiera se me ocurriria proponerle esto si no creyera que iba a ahorrarle muchas molestias. Pero es que las ninas son tan buenas amigas, y Harriet esta como loca con ese grupo, y creo, por lo que acaba de decirle Libby a Harriet por telefono, que Libby se muere de ganas de que mi hija vaya tambien. Entiendo perfectamente que usted quiera vigilar a su hija, pero el caso es que mi hermana va a llevar a sus dos hijas al concierto, de modo que habria un adulto con ellas. Yo podria llevar a Libby y Harriet en coche esta tarde, nos encontrariamos con las demas fuera del estadio y luego todas podriamos pasar la noche en casa de mi hermana. Le aseguro que o mi hermana o yo estaremos con Libby en todo momento.
—Pues… se lo agradezco mucho. Pero mi amiga nos espera… —dijo Samantha con un extrano zumbido en los oidos.
—No se preocupe. Si usted quiere visitar a su amiga de todas formas… Lo unico que digo es que no hay necesidad de que usted vaya al concierto, ?no?, ya que habra otro adulto con las ninas. Y Harriet esta desesperada, absolutamente desesperada. Yo no pensaba inmiscuirme, pero creo que esto puede afectar a la amistad entre las ninas… —Y con un tono menos efusivo, anadio—: Le pagariamos la entrada, por supuesto.
No habia escapatoria, no habia donde esconderse.
—Ya —dijo Samantha—. Claro. Es que a mi me apetecia ir con ella…
—Ellas prefieren ir solas —decidio la madre de Harriet con vehemencia—. Asi usted no tendra que agacharse para esconderse en medio de tanto quinceanero, ?ja, ja! A mi hermana no le importa, la pobre no llega al metro sesenta de estatura.
III
Para gran desilusion de Gavin, todo parecia indicar que al final tendria que asistir a la fiesta de cumpleanos de Howard Mollison. Si Mary, clienta del bufete y viuda de su mejor amigo, le hubiera pedido que se quedara a cenar, habria considerado mas que justificado escaquearse, pero ella no se lo habia pedido. Habian ido a visitarla unos parientes, y cuando Gavin se presento en su casa, le parecio que se agobiaba un poco.
«No quiere que lo sepan», se dijo, mientras ella lo acompanaba hasta la puerta, y atribuyo esa actitud a su timidez.
Asi que volvio a The Smithy; por el camino iba recordando su conversacion con Kay.
—Creia que era tu mejor amigo. ?Solo hace unas semanas que murio!
—Si, y yo me he ocupado de ella —replicaba el—, porque eso es lo que el habria querido. Ninguno de los dos esperaba que pasara esto. Pero Barry esta muerto. Ahora ya no puede dolerle.
A solas en The Smithy, busco un traje limpio para ir a la fiesta, porque en la invitacion se especificaba «traje oscuro», y trato de imaginarse como disfrutarian los corrillos de Pagford con el cotilleo de su relacion con Mary.
«?Y que? —penso, asombrado de su propia valentia—. ?Acaso tiene que pasar sola el resto de su vida? Estas cosas ocurren. Lo unico que he hecho ha sido cuidarla.»
Y pese a su reticencia a asistir a una fiesta que sin duda resultaria aburrida y agotadora, sintio que una pequena burbuja de emocion y felicidad le levantaba el animo.
En Hilltop House, Andrew Price se arreglaba el pelo con el secador de su madre. Nunca habia tenido tantas ganas de ir a una discoteca o una fiesta como de ir a la recepcion de esa noche. Howard los habia contratado a