—Llega tarde, senorita Jawanda —dijo, y recobro la compostura al ver que Sukhvinder venia presurosa hacia ella, aturullada.
Desde su punto de vista, aquella joven demostraba cierta insolencia al presentarse alli, despues de lo que su madre le habia dicho a Howard en aquella misma sala. La contemplo mientras iba a reunirse con Andrew y Gaia, y penso en decirle a Howard que tenian que prescindir de Sukhvinder. Era un poco corta, y probablemente el eccema que ocultaba bajo la camiseta negra de manga larga entranaba un problema de higiene; comprobaria si era contagioso en su web medica favorita.
A las ocho en punto empezaron a llegar los invitados. Howard le pidio a Gaia que se pusiera a su lado y recogiera los abrigos, para que todos vieran como daba ordenes y llamaba por su nombre a aquella chica tan guapa del vestidito negro y el delantal con volantes. Pero al poco rato, Gaia ya no podia hacerse cargo de tantos abrigos, asi que Howard llamo a Andrew para que la ayudara.
—Pilla una botella y escondela en la cocina —le pidio Gaia a Andrew mientras colgaban los abrigos, de tres en tres y luego de cuatro en cuatro, en el pequeno guardarropa—.Podemos ir turnandonos para echar un trago.
—Vale —contesto el, euforico.
—?Gavin! —exclamo Howard al ver entrar al socio de su hijo por la puerta, solo, a las ocho y media.
—?Y Kay, Gavin? ?No ha venido? —pregunto Shirley al instante. (Maureen se estaba poniendo unos zapatos brillantes de tacon de aguja detras de la mesa de caballetes, de modo que tenia muy poco tiempo para sacarle ventaja.)
—No; es una pena pero no ha podido venir —dijo el interpelado; y entonces, horrorizado, se encontro de frente con Gaia, que esperaba para cogerle el abrigo.
—Mi madre podria haber venido —tercio la chica en voz clara y dura y mirandolo a la cara—. Pero Gavin la ha dejado, ?verdad, Gav?
Howard le dio unas palmadas en el hombro a Gavin y, fingiendo no haber oido nada, bramo:
—Me alegro de verte. Ve a buscarte algo para beber.
Shirley mantuvo una expresion imperturbable, pero la emocion del momento no desaparecio enseguida y al saludar a los siguientes invitados seguia un poco aturdida. Cuando Maureen se acerco tambaleante con su horroroso vestido para unirse al comite de bienvenida, Shirley sintio un inmenso regocijo y, en voz baja, le dijo:
—Acabamos de presenciar una escenita muy desagradable. Verdaderamente muy desagradable. Gavin y la madre de Gaia… Ay, querida, si lo hubieramos sabido…
—?Que? ?Que ha pasado?
Pero Shirley se limito a negar con la cabeza y saborear el exquisito placer que le procuraba la frustrada curiosidad de Maureen. Abrio los brazos al ver entrar a Miles, Samantha y Lexie.
—?Por fin! ?El concejal Miles Mollison!
Samantha tuvo la impresion de que veia a Shirley abrazar a Miles desde una gran distancia. Habia pasado tan bruscamente de la felicidad y la expectacion al pasmo y la decepcion que sus pensamientos se habian convertido en un rumor confuso que le obstaculizaba percibir el mundo exterior.
(—?Estupendo! —dijo Miles—. Asi podras venir a la fiesta de papa. Acababas de decirme que…
—Si —respondio ella—. Ya lo se. Que bien, ?verdad?
Pero cuando Miles vio que se enfundaba en los vaqueros y la camiseta del grupo musical que ella llevaba mas de una semana sonando con ponerse, se quedo perplejo.
—Es una fiesta formal.
—En el centro parroquial de Pagford, Miles.
—Si, pero en la invitacion…
—Pues yo voy a ir asi.)
—Hola, Sammy —la saludo Howard—. ?Vaya, vaya! ?No hacia falta que te arreglaras tanto!
Pero el abrazo que le dio fue mas lascivo de lo habitual, y lo acompano con unas palmaditas en el trasero, prieto bajo los cenidos vaqueros.
Samantha le dedico una fria y tensa sonrisa a Shirley y paso por su lado camino del bar. En su cabeza, una vocecilla impertinente le pregunto: «Pero a ver, ?que esperabas que ocurriera en el concierto? ?Que pretendias? ?Que buscabas?»
«Nada. Solo un poco de diversion.»
El sueno de unas risas y unos brazos jovenes y fuertes, que esa noche deberia haber experimentado en una especie de catarsis; su delgada cintura rodeada otra vez, y el sabor intenso de lo nuevo, lo inexplorado; su fantasia habia perdido las alas y caia en picado…
«Solo queria ver el ambiente.»
—Estas muy guapa, Sammy.
—Gracias, Pat.—Hacia mas de un ano que no veia a su cunada. «Eres la que mejor me cae de esta familia, Pat.»
Miles, que ya la habia alcanzado, le dio un beso a su hermana.
—?Como estas? ?Como esta Mel? ?No ha venido?
—No, no ha querido —respondio Patricia. Estaba bebiendo champan, pero por su expresion se habria dicho que era vinagre—. En la invitacion ponia «Pat y acompanante». Tuvimos una discusion tremenda. Mama se ha anotado un punto.
—Anda, no seas asi, Pat —dijo Miles, sonriente.
—?Que no sea asi, dices? ?Y como cono quieres que sea, Miles?
Una oleada de intenso placer inundo a Samantha: ya tenia un pretexto para atacar.
—Me parece una forma muy grosera de invitar a la pareja de tu hermana, y tu lo sabes, Miles. A tu madre le vendrian bien unas lecciones de buenos modales, la verdad.
Desde luego, estaba mas gordo que hacia un ano. Y la papada le sobresalia por el cuello de la camisa. Enseguida le olia mal el aliento. Ultimamente tenia la costumbre de balancearse sobre las puntas de los pies, como hacia su padre. Samantha sintio una subita repugnancia fisica y se dirigio hacia un extremo de la mesa, donde Andrew y Sukhvinder se afanaban llenando y repartiendo vasos.
—?Hay ginebra? —pregunto—. Preparame un gin-tonic. Fuertecito.
Apenas reconocio a Andrew. El empezo a prepararle el coctel e intento no mirarle los enormes pechos, cuyo esplendor realzaba la camiseta, pero era como tratar de no entornar los ojos cuando el sol te daba de lleno en la cara.
—?Los conoces? —pregunto Samantha tras beberse medio gin-tonic de un trago.
Andrew se ruborizo antes de poner en orden sus pensamientos. Y aun se horrorizo mas cuando Samantha, soltando una risita socarrona, anadio:
—Al grupo. Me refiero al grupo.
—Si. Si, he oido hablar de ellos. Pero no… no son mi estilo.
—?Ah, no? —dijo ella, y se acabo la copa—. Sirveme otro, anda.
Entonces cayo en la cuenta de quien era: aquel chico insignificante de la tienda de delicatessen. Con el uniforme parecia mayor. Quiza un par de semanas trajinando cajas por la escalera del sotano le habian fortalecido la musculatura.
—Ah, mira —dijo, al fijarse en una persona que iba hacia el grueso de los invitados, en continuo aumento—, ahi esta Gavin. El segundo hombre mas aburrido de Pagford. Despues de mi marido, claro.
Se fue con la cabeza alta, satisfecha consigo misma, con otra copa en la mano; la ginebra le habia dado donde ella mas lo necesitaba, anestesiandola y estimulandola al mismo tiempo, y mientras se alejaba penso: «Le han gustado mis tetas, veamos que opina de mi culo.»
Gavin vio que Samantha se acercaba y solo podia esquivarla uniendose a alguna conversacion, la de quien fuera; la persona que tenia mas cerca era Howard, asi que se introdujo precipitadamente en el grupo que rodeaba al anfitrion.
—Me arriesgue —les estaba diciendo Howard a los otros; agitaba un puro en el aire y un poco de ceniza le habia caido en las solapas del esmoquin de terciopelo—. Me arriesgue y trabaje duro. Asi de sencillo. No hay ninguna formula magica. Nadie me regalo… Ah, aqui esta Sammy. ?Quienes son esos jovencitos, Samantha?
Los cuatro ancianos se quedaron mirando al grupo de musica pop desplegado sobre sus pechos, y