azules (para que no pudieran encontrarse las venas e inyectarse), se habia convertido en un sitio familiar, casi agradable. Ultimamente notaba que los empleados de la clinica se dirigian a ella de otra manera. Al principio todos daban por hecho que volveria a fracasar, pero habian empezado a hablarle como le hablaba Kay: como si supieran que dentro de aquel pellejo quemado y plagado de cicatrices vivia una persona de verdad.

—… es evidente que te afectara, pero la metadona puede suministrartela tu medico de cabecera. —Hojeo la abultada carpeta que contenia el historial de Terri—. Te corresponde la doctora Jawanda, del consultorio de Pagford, ?verdad? Pagford… ?Por que vas al consultorio tan lejos?

—Porque le pegue a una enfermera de Cantermill —contesto Terri casi sin pensar.

Cuando Mattie se fue, Terri permanecio un buen rato sentada en la sucia silla de la sala de estar, mordiendose las unas hasta que le sangraron.

Nada mas llegar Krystal a casa, despues de recoger a Robbie en la guarderia, Terri le conto que iban a cerrar Bellchapel.

—Todavia no lo han decidido —preciso su hija con autoridad.

—?Como cono lo sabes? La van a cerrar, y ahora dicen que tendre que ir a Pagford a ver a esa zorra que mato a la abuelita Cath. Pues va a ir su puta madre.

—Tienes que ir.

Krystal llevaba dias asi: mangoneando a su madre, comportandose como si ella fuera la adulta.

—?No tengo que hacer una puta mierda! —repuso Terri con furia—. Puta descarada —anadio, por si no habia quedado claro.

—Si vuelves a chutarte —le advirtio Krystal con la cara encendida—, se llevaran a Robbie.

El nino, que todavia sujetaba la mano de su hermana, rompio a llorar.

—??Lo ves?! —se chillaron ambas a la vez.

—?Le vas a joder la vida! —grito Krystal—. ?Y ademas, esa doctora no le hizo nada a la abuelita Cath! ?Solo son mentiras que se inventan Cheryl y los demas!

—?Mirala, la sabelotodo! —chillo Terri—. ?No tienes ni puta idea de…!

Krystal le escupio.

—?Largo de aqui! —grito Terri, y como su hija era mas alta y mas fuerte que ella, cogio un zapato del suelo y la amenazo con el—. ?Vete!

—?Si, me voy! ?Y me llevo a Robbie! ?Y tu puedes quedarte aqui y follarte a Obbo y tener otro hijo!

Antes de que su madre pudiera impedirselo, Krystal arrastro a Robbie, que lloraba, y salio de la casa.

Se llevo a su hermano a su refugio de siempre, pero no cayo en la cuenta de que a esa hora de la tarde Nikki no estaria en casa, sino dando una vuelta por ahi. La madre de Nikki le abrio la puerta vestida con su uniforme de Asda.

—El nino no puede quedarse —le dijo a Krystal, tajante, mientras Robbie gimoteaba e intentaba soltarse de la mano de esta—. ?Donde esta tu madre?

—En casa —contesto ella, y todo lo otro que queria decir se evaporo bajo la severa mirada de aquella mujer.

Asi que no tuvo mas remedio que volver a Foley Road con Robbie. Terri abrio la puerta y, con rencor triunfal, agarro a su hijo por el brazo, lo metio dentro y le cerro el paso a Krystal.

—Ya lo has tenido bastante, ?no? —se burlo por encima de los llantos de Robbie—. Ahora vete a la mierda.

Y cerro de un portazo.

Esa noche Terri acosto a Robbie a su lado en su colchon. Alli tumbada, despierta, penso en lo poco que le hacia falta Krystal, aunque la necesitaba tanto como a la heroina.

Su hija llevaba dias enfadada. Aquello que habia dicho sobre Obbo…

(«?Que te ha dicho que?», se habia reido el, incredulo, cuando se encontraron en la calle y Terri le dijo, entre dientes, que Krystal estaba disgustada.)

… no podia ser. El jamas haria eso.

Obbo era de las pocas personas que no la habian dejado en la estacada. Terri lo conocia desde los quince anos. Habian ido juntos al colegio, salian por Yarvil cuando ella estaba bajo tutela, bebian sidra juntos bajo los arboles del sendero que atravesaba los ultimos restos de tierras de cultivo lindantes con los Prados. Habian fumado juntos su primer porro.

A Krystal nunca le habia caido bien. «Son celos», penso Terri mientras observaba a Robbie, dormido, a la luz de la farola que atravesaba las finas cortinas. «Solo son celos. El me ha ayudado mas que nadie», se reafirmo, desafiante, porque cuando hacia recuento de los actos de generosidad descontaba los abandonos. Del mismo modo, todas las atenciones de la abuelita Cath habian sido fulminadas por su rechazo.

En cambio, Obbo la habia escondido de Ritchie, el padre de sus dos primeros hijos, cuando ella habia huido de la casa, descalza y ensangrentada. A veces le regalaba heroina, gestos que ella tambien consideraba de generosidad. Los refugios de Obbo eran mas fiables que la casita de Hope Street que, durante tres dias magnificos, ella habia creido que era su hogar.

Krystal no volvio el sabado por la manana, pero eso no era ninguna novedad; Terri sabia que debia de estar en casa de Nikki. Rabiosa porque se estaba acabando la comida, ya no le quedaba ni un cigarrillo y Robbie lloriqueaba preguntando por su hermana, fue a la habitacion de su hija y se puso a revolver entre su ropa en busca de dinero o algun cigarrillo suelto. Al lanzar el viejo y arrugado uniforme de remo de Krystal, algo hizo ruido y Terri vio el pequeno joyero de plastico, volcado, con la medalla de remo ganada por su hija y, debajo, el reloj de Tessa Wall.

Cogio el reloj y se quedo mirandolo. Era la primera vez que lo veia. Se pregunto de donde lo habria sacado Krystal. Lo primero que penso fue que lo habia robado, pero entonces penso que tal vez se lo habia regalado la abuelita Cath, incluso que quiza se lo hubiera dejado en su testamento. Ese pensamiento era mas perturbador que la idea del robo. Pensar que su hija lo atesoraba y lo tenia escondido, que no se lo habia mencionado…

Se guardo el reloj en el bolsillo de los pantalones de chandal y llamo a gritos a Robbie para que la acompanara a comprar. El nino tardo una eternidad en ponerse los zapatos, y Terri perdio la paciencia y le dio un cachete. Habria preferido ir a comprar sola, pero a las asistentes sociales no les gustaba que se dejara a los hijos en casa, aunque sin ellos se pudieran hacer mejor las cosas.

—?Donde esta Krystal? —lloriqueo Robbie mientras su madre se lo llevaba de malos modos por la puerta—. ?Quiero Krystal!

—No se donde esta esa zorra —le espeto Terri, arrastrandolo calle abajo.

Obbo estaba en la esquina, junto al supermercado, hablando con dos hombres. Al verla la saludo con la mano, y sus acompanantes se alejaron.

—?Que hay, Ter?

—Bastante bien —mintio ella—. Sueltame, Robbie.

El nino se le aferraba a una pierna.

—Oye —dijo Obbo—, ?podrias guardarme unas cosas unos dias?

—?Que cosas? —pregunto Terri, arrancando los dedos de Robbie de su delgada pierna y cogiendolo de la mano.

—Un par de bolsas de mierda. Me harias un gran favor, Ter.

—?Cuantos dias?

—No se, no muchos. Te las llevo esta noche, ?vale?

Terri penso en Krystal, y en que diria si se enteraba.

—Si, vale —concedio.

Entonces se acordo de otra cosa y se saco el reloj de Tessa del bolsillo.

—Voy a vender esto. ?Cuanto crees que me daran?

—No esta mal —dijo Obbo sopesandolo—. Yo puedo darte veinte. ?Te las llevo esta noche?

Terri habia calculado que el reloj valia mas, pero no quiso llevarle la contraria.

—Si, vale.

Siguio hacia la entrada del supermercado, con Robbie de la mano, pero de pronto se dio la vuelta.

—Pero no me chuto —dijo—. No me traigas…

—?Sigues tomando el jarabe ese? —dijo el sonriendo y mirandola a traves de sus gruesas gafas—. Ya sabes que van a cerrar Bellchapel, ?no? Lo dice el periodico.

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