con los brazos.
—?Estas bien? —le pregunto Andrew.
De no haber estado Fats alli, tambien se habria sentado.
—Estoy borracha —murmuro ella.
—Deberias meterte los dedos en la garganta —le recomendo Patricia, observandola imperterrita.
—Bonito coche —comento Fats, mirando el BMW.
—Si —dijo Patricia—. Es nuevo. Gano el doble que mi hermano —anadio—, pero Miles es el Nino Jesus. Miles el Mesias… El concejal Mollison segundo… del Concejo Parroquial de Pagford. ?Te gusta Pagford? —le pregunto a Fats mientras Andrew observaba a Gaia, que respiraba hondo con la cabeza entre las rodillas.
—No. Es un pueblo de mierda.
—Ya… Yo estaba deseando largarme de aqui. ?Conocias a Barry Fairbrother?
—Un poco.
Algo en su tono hizo que Andrew se pusiera en guardia.
—Era mi guia de lectura en St. Thomas —dijo Patricia con la vista fija en el extremo de la calle—. Un tipo encantador. Me habria gustado asistir a su funeral, pero Melly y yo estabamos en Zermatt. ?Que es todo ese rollo del que hablaba mi madre? Eso del Fantasma de Barry.
—Alguien que colgaba cosas en la pagina web del concejo parroquial —se apresuro a contestar Andrew, temiendo lo que pudiera decir Fats—. Rumores y tal.
—Ya. A mi madre le encantan esas cosas.
—Me pregunto que sera lo proximo que diga el Fantasma —comento Fats, mirando de soslayo a Andrew.
—Seguramente dejara de colgar mensajes ahora que se han celebrado las elecciones —mascullo el.
—Bueno, no esta tan claro. Si todavia hay cosas que al Fantasma de Barry le cabrean…
Sabia que estaba poniendo nervioso a Andrew, y se alegraba. Ultimamente, su amigo dedicaba todo su tiempo libre a aquel punetero empleo, y pronto se mudaria. El no le debia nada. La autenticidad verdadera no podia coexistir con el sentimiento de culpa y la obligacion.
—?Estas bien? —le pregunto Patricia a Gaia, que asintio con la cabeza sin descubrirse la cara—. ?Que ha sido lo que te ha mareado, el alcohol o el dueto?
Andrew rio un poco, por educacion y porque queria que dejaran de hablar del Fantasma de Barry Fairbrother.
—A mi tambien me ha revuelto el estomago —continuo Patricia—. Maureen y mi padre cantando juntos. Cogidos del brazo. —Dio una ultima e intensa calada al cigarrillo y tiro la colilla, que luego aplasto con el tacon—. Cuando tenia doce anos, la sorprendi haciendole una mamada. Y el me dio un billete de cinco para que no se lo contara a mi madre.
Andrew y Fats se quedaron petrificados, sin atreverse siquiera a mirarse. Patricia se paso el dorso de la mano por la cara: estaba llorando.
—No tendria que haber venido —dijo—. Ha sido un error.
Subio al BMW, y los dos chicos se quedaron mirandola embobados mientras encendia el motor, salia del aparcamiento marcha atras y se perdia en la noche.
—Joder —dijo Fats.
—Me parece que voy a vomitar —susurro Gaia.
—El senor Mollison quiere que entreis. Para ocuparnos de las bebidas.
Una vez transmitido el mensaje, Sukhvinder desaparecio otra vez.
—Yo no puedo —susurro Gaia.
Andrew la dejo sentada en la acera y entro. Al abrir la puerta, el barullo de la sala lo golpeo como una bofetada. La pista de baile estaba muy animada. Tuvo que apartarse para dejar pasar a Aubrey y Julia Fawley, que ya se iban. Los dos, de espaldas a la fiesta, parecian aliviados de marcharse de alli por fin.
Samantha Mollison no bailaba, sino que estaba apoyada en la mesa donde, hasta hacia poco, habia hileras y mas hileras de bebidas. Mientras Sukhvinder iba de un lado para otro recogiendo vasos, Andrew abrio la ultima caja de vasos limpios, los puso en la mesa y empezo a llenarlos.
—Llevas la pajarita torcida —le dijo Samantha; se inclino por encima de la mesa y se la enderezo.
Abochornado, Andrew se metio en la cocina en cuanto ella lo solto. Mientras metia los vasos en el lavavajillas, iba dando sorbos de la botella de vodka que se habia agenciado. Queria emborracharse tanto como Gaia; queria recuperar aquel momento en que habian reido a carcajadas juntos, antes de que apareciera Fats.
Pasados diez minutos, volvio a salir para ver como estaba la mesa de las bebidas; Samantha seguia apoyada en ella, con la mirada vidriosa, y todavia habia muchos vasos llenos a su alcance. Howard se contoneaba en medio de la pista de baile, con el sudor resbalandole por la cara, riendo a carcajadas de algo que le habia dicho Maureen. Andrew se abrio paso entre la multitud y salio a la calle.
Al principio no la veia, pero luego los vio a los dos: Gaia y Fats estaban abrazados a unos diez metros de la puerta, contra la verja, apretados el uno contra el otro, morreandose.
—Mira, lo siento, pero no puedo hacerlo todo yo sola —dijo Sukhvinder, desesperada, a sus espaldas.
Entonces vio a Fats y Gaia y solto algo entre un grito y un sollozo.
Andrew dio media vuelta y entro con ella en el centro parroquial, completamente aturdido. Fue derecho a la cocina, vertio el resto del vodka en un vaso y se lo bebio de un trago. Con movimientos mecanicos, lleno de agua el fregadero y se puso a lavar los vasos que no cabian en el lavavajillas.
El alcohol no era como el hachis. Lo hacia sentirse vacio, pero tambien despertaba en el el deseo de pegarle a alguien. A Fats, por ejemplo.
Al cabo de un rato, se dio cuenta de que el reloj de plastico de la pared de la cocina ya no marcaba las doce sino la una, y que los invitados empezaban a marcharse.
Se suponia que tenia que entregarles los abrigos. Lo intento un rato, pero luego volvio precipitadamente a la cocina y dejo a Sukhvinder a cargo de la tarea.
Samantha estaba apoyada en la nevera, sola, con un vaso en la mano. Andrew lo veia todo de forma extranamente entrecortada, como una serie de fotogramas. Gaia no habia vuelto; seguro que se habia ido con Fats. Samantha estaba diciendole algo; ella tambien estaba borracha. Andrew ya no se sentia intimidado ante su presencia; seguro que no tardaria en vomitar.
—… odio el maldito Pagford… —decia Samantha, y anadio—: Pero tu eres joven, todavia puedes largarte.
—Si —dijo el, y se dio cuenta de que no se notaba los labios—. Y me largare. Me largare.
Samantha le aparto el pelo de la frente y lo llamo «carino». La imagen de Gaia metiendole la lengua en la boca a Fats amenazaba con borrar todo lo demas. A Andrew le llegaba el perfume de Samantha, que rezumaba en oleadas de su piel caliente.
—Ese grupo es una mierda —dijo, senalandole el pecho, pero no le parecio que ella lo oyera.
Samantha tenia los labios agrietados y calientes, y sus pechos eran enormes, apretados contra el torso de Andrew; su espalda era tan ancha como la de el…
—?Que demonios…?
De pronto, Andrew se vio desplomado sobre el escurridero, y un hombre corpulento de pelo cano y muy corto arrastro a Samantha fuera de la cocina. Andrew tuvo la vaga percepcion de que habia pasado algo malo, pero aquel extrano parpadeo de la realidad se estaba acentuando, hasta que lo unico que pudo hacer fue tambalearse por la cocina y vomitar en el cubo de la basura, y vomitar y vomitar…
—?Lo siento, no se puede entrar! —oyo que Sukhvinder le decia a alguien—. ?Hay cosas amontonadas detras de la puerta!
Andrew anudo fuertemente la bolsa de la basura en la que habia vomitado. Sukhvinder lo ayudo a limpiar la cocina. Vomito dos veces mas, pero en ambas ocasiones consiguio llegar al lavabo.
Eran casi las dos de la madrugada cuando Howard, sudoroso pero sonriente, les dio las gracias y les deseo buenas noches.
—Buen trabajo, chicos —dijo—. Nos vemos manana. Muy bien… Por cierto, ?donde esta la senorita Bawden?
Andrew dejo que Sukhvinder se inventara algo. Fuera, en la calle, desato la bicicleta de Simon y se fue