ahogado, que estaban metiendo en la ambulancia. El hombre del perro que la habia sacado del rio estaba bastante sordo; hizo su declaracion a la policia en la habitacion contigua, y a Sukhvinder su relato a voz en cuello le parecio insoportable. Atado a un arbol al otro lado de la ventana, el perro no cesaba de aullar.

Luego, la policia llamo a sus padres, que no tardaron en acudir. Parminder volco una mesita y rompio uno de los objetos decorativos de la anciana cuando cruzo la habitacion precipitadamente, con una muda de ropa para su hija bajo el brazo. En el diminuto cuarto de bano quedo al descubierto el profundo y sucio corte en la pierna de Sukhvinder, que salpico la mullida alfombrilla de manchitas oscuras. Cuando vio la herida, Parminder le grito a Vikram, quien estaba dando profusas gracias a todos en el pasillo, que tenian que llevar a Sukhvinder al hospital.

En el coche, Sukhvinder volvio a vomitar, y su madre, que iba con ella en el asiento trasero, la limpio. Tanto Parminder como Vikram hablaron sin cesar durante todo el trayecto; el repetia cosas como «le hara falta un sedante» y «habra que ponerle puntos en la herida»; y Parminder, junto a su temblorosa hija, insistia: «Podrias haber muerto. Podrias haber muerto.»

Sukhvinder tenia la sensacion de seguir en el agua, de estar en algun sitio donde no podia respirar. Trato de hacerse oir por encima de todo aquello.

—?Sabe Krystal que su hermano ha muerto? —pregunto, pero le castaneteaban los dientes y Parminder tuvo que pedirle que lo repitiera varias veces.

—No lo se —contesto por fin su madre—. Pero tu podrias haber muerto, Jolly.

En el hospital, la hicieron desvestirse de nuevo, pero esta vez su madre estaba con ella tras la cortina, y Sukhvinder comprendio demasiado tarde su error cuando vio la expresion de espanto de Parminder.

—Dios mio —dijo, y le cogio el antebrazo—. Dios mio, pero ?que te has hecho?

La muchacha no encontro palabras para explicarselo, solo pudo echarse a llorar y temblar de forma incontrolable, y Vikram les grito a todos, incluida Parminder, que la dejaran en paz, pero tambien que espabilaran, porque habia que limpiarle la herida y ponerle puntos y darle un sedante y hacerle radiografias…

Despues, Sukhvinder se encontro en una cama con su padre a un lado y su madre al otro, ambos acariciandole una mano. Se sentia calentita y adormecida, y la pierna ya no le dolia. Detras de las ventanas, el cielo estaba oscuro.

—A Howard Mollison le ha dado otro infarto —oyo que su madre le decia a su padre—. Miles me ha pedido que lo atendiera.

—Vaya caradura —repuso Vikram.

Para la sonolienta sorpresa de Sukhvinder, no hablaron mas de Howard Mollison. Se limitaron a seguir acariciandole las manos hasta que, poco despues, se quedo dormida.

En el otro extremo del edificio, en una sordida sala azul con sillas de plastico y una pecera en el rincon, Miles y Samantha estaban sentados flanqueando a Shirley, a la espera de noticias del quirofano. Miles todavia iba en zapatillas.

—No puedo creer que la doctora Jawanda se haya negado a atenderlo —comento Miles por enesima vez, con voz cascada.

Samantha se levanto, paso por delante de Shirley, rodeo con los brazos a su marido y lo beso en el espeso cabello salpicado de gris, aspirando su familiar olor.

—No me sorprende que se haya negado —repuso Shirley con una vocecilla entrecortada—. No me sorprende, y es absolutamente horroroso.

Lo unico que le quedaba de su antigua vida, de sus antiguas convicciones, eran esos ataques a objetivos familiares. La conmocion se habia llevado casi todo lo demas: ya no sabia que creer, ni siquiera que esperar. El hombre que estaba en el quirofano no era el hombre con quien se habia casado. Ojala pudiera volver a aquella feliz certeza de antano, de antes de haber leido aquel horrible mensaje.

Quiza deberia cerrar la web definitivamente. Eliminar todos los foros de mensajes. Temia que el Fantasma apareciera de nuevo, que volviera a escribir cosas espantosas…

Tuvo ganas de irse a casa en ese preciso momento e inutilizar la pagina, y de paso destruir la EpiPen de una vez por todas…

«El la vio… Se que la vio… Pero yo nunca lo habria hecho. No lo habria hecho. Estaba muy alterada. Jamas habria hecho una cosa asi…»

?Y si Howard sobrevivia? ?Y si sus primeras palabras eran: «Cuando me vio, salio corriendo. No llamo a la ambulancia de inmediato. Y llevaba una inyeccion en la mano…»?

«Entonces dire que todo esto le ha afectado al cerebro», se dijo Shirley con actitud desafiante.

Y si Howard moria…

A su lado, Samantha abrazaba a Miles. A Shirley aquello no le gusto: el centro de atencion debia ser ella, era su marido el que estaba alli dentro, luchando por su vida. Ella habia querido ser como Mary Fairbrother, una heroina tragica, mimada y admirada. No era asi como habia imaginado…

—?Shirley? —Ruth Price, vestida de enfermera, habia entrado agitadamente en la sala, con su afilada cara transida de compasion—. Acabo de enterarme… Tenia que venir… Shirley, que horror, cuanto lo siento.

—Ruth, querida. —Shirley se puso en pie y dejo que la abrazara—. Que amable por tu parte, que amable.

Shirley presento a Miles y Samantha a su amiga enfermera, y le gusto ser objeto de la compasion y la amabilidad de Ruth delante de ellos. Fue una breve muestra de la viudedad tal como ella se la imaginaba…

Pero Ruth tuvo que volver al trabajo, y Shirley a su silla de plastico y a sus incomodos pensamientos.

—Se recuperara —le murmuro Samantha a Miles, que apoyaba la cabeza en el hombro de ella—. Se que saldra adelante. La ultima vez lo consiguio.

Shirley observo los pececitos brillantes como el neon que nadaban raudos de aqui para alla en su pecera. Era el pasado lo que desearia poder cambiar; el futuro era una hoja en blanco.

—?Ha llamado alguien a Mo? —pregunto Miles al cabo de un rato, y se froto los ojos con el dorso de una mano; la otra cogia el muslo de Samantha—. Mama, ?quieres que llame…?

—No —repuso Shirley con brusquedad—. Esperaremos… hasta saber algo.

En el quirofano del piso de arriba, la humanidad de Howard Mollison desbordaba la mesa de operaciones. Tenia el pecho abierto en canal, revelando los restos de la obra de Vikram Jawanda. Diecinueve personas se afanaban en reparar el dano, mientras las maquinas a las que estaba conectado emitian suaves sonidos implacables, confirmando que seguia vivo.

Y mucho mas abajo, en las entranas del hospital, Robbie Weedon yacia en la morgue, blanco y helado. Nadie lo habia acompanado al hospital, nadie lo habia visitado en su cajon metalico.

III

Andrew habia dicho que no hacia falta que lo llevaran a Hilltop House, de modo que en el coche solo iban Tessa y Fats.

—No quiero ir a casa —dijo Fats.

—De acuerdo —repuso Tessa, y siguio conduciendo mientras hablaba con Colin por el movil—. Esta conmigo… Lo ha encontrado Andy. Volveremos dentro de un rato… Si… Si, lo hare…

Fats tenia el rostro surcado de lagrimas; su cuerpo lo traicionaba, exactamente igual que aquella vez, cuando la orina caliente le habia corrido por la pierna hasta el calcetin, cuando Simon Price lo habia hecho orinarse encima. Las lagrimas saladas le resbalaban por la barbilla y le caian en el pecho como gotas de lluvia.

No cesaba de imaginar el funeral. Un feretro diminuto.

El no habia querido hacerlo con el crio alli cerca.

?Dejaria de pesarle alguna vez en la conciencia el nino muerto?

—O sea, que has salido corriendo —dijo Tessa friamente, ignorando sus lagrimas.

Le habia pedido a Dios encontrarlo vivo, pero ahora lo que sentia era sobre todo indignacion. Las lagrimas de Fats no la ablandaban. Estaba acostumbrada a ver llorar a un hombre. Una parte de ella se avergonzaba de que, a pesar de todo, Fats no se hubiera arrojado al rio.

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