hombre al que solia echarle los tejos. El le conto toda la historia de su relacion fracasada y luego se fue con ella a casa, al piso que Kay tenia en Hackney. Habia mostrado interes mientras la aventura amorosa se mantenia a distancia, visitandola los fines de semana y llamandola con regularidad; pero cuando milagrosamente ella consiguio aquel empleo en Yarvil —aunque por menos dinero— y puso a la venta el piso de Hackney, Gavin por lo visto se habia asustado.)

—Esta comunicando. ?Quiere esperar?

—Si, gracias —contesto Kay con abatimiento.

(Si lo de ella y Gavin no funcionaba… Pero tenia que funcionar. Se habia mudado por el, habia cambiado de trabajo perdiendo dinero por el, desarraigado a su hija por el. Gavin no habria dejado que pasara todo eso si sus intenciones no fueran serias, ?no? Debia haber pensado en las consecuencias si rompian, en lo horrible e incomodo que seria toparse continuamente en un pueblecito como Pagford, ?no?)

—Le paso —dijo la secretaria, y las esperanzas de Kay renacieron.

—Hola —dijo Gavin—. ?Como estas?

—Bien —mintio Kay, dado que Alex y Una estaban con las antenas desplegadas—. ?Que tal tu dia?

—Con mucho trabajo. ?Y el tuyo?

—Si, tambien.

Kay espero, con el telefono apretado contra la oreja, fingiendo que el le hablaba, escuchando el silencio.

—Me preguntaba si te apetece que nos veamos esta noche —dijo por fin, sintiendo un leve mareo.

—Pues… no creo que pueda.

«?Como puedes no saberlo? ?Que te traes entre manos?»

—Probablemente este ocupado. Mary, la mujer de Barry, quiere que sea uno de los portadores del ataud. Asi que igual tengo que… bueno, ya sabes, averiguar que hay que hacer y tal.

A veces, si se limitaba a quedarse callada y dejaba que la incongruencia de sus respuestas reverberara en el aire, Gavin se avergonzaba y daba marcha atras.

—Aunque supongo que no me llevara toda la noche —anadio—. Podemos vernos despues, si quieres.

—Muy bien, de acuerdo. ?Quieres venir a mi casa? Como es dia de colegio…

—Pues… si, vale.

—?A que hora? —pregunto Kay, deseosa de que tomara una decision.

—No se… ?Sobre las nueve?

Cuando el hubo colgado, Kay mantuvo el telefono contra la oreja unos instantes mas, y entonces, para los oidos de Alex y Una, dijo:

—Yo a ti tambien. Nos vemos luego, carino.

V

Como orientadora escolar, los horarios de Tessa eran mas variables que los de su marido. Solia esperar a que acabaran las clases para llevarse a su hijo a casa en el Nissan, dejando a Colin (a quien —aunque sabia como lo llamaba el resto del mundo, incluidos casi todos los padres, contagiados por sus hijos— nunca llamaba Cuby) para que los siguiera, un par de horas despues, en su Toyota. Ese dia, sin embargo, Colin se encontro con su mujer en el aparcamiento a las cuatro y veinte, cuando los alumnos aun salian en manada por las puertas hacia los coches de sus padres o los autobuses escolares.

El cielo estaba de un frio gris metalico, como el reverso de un escudo. Un viento cortante levantaba faldas y agitaba las hojas de los arboles jovenes; helado y perverso, atacaba en los sitios mas debiles, como la nuca y las rodillas, y negaba el consuelo de sonar, de alejarse un poco de la realidad. Incluso despues de haberse sentado en el coche, Tessa se sentia alterada y molesta, como se habria sentido si alguien hubiese chocado contra ella sin disculparse.

A su lado, en el asiento del acompanante, con las rodillas ridiculamente levantadas en el estrecho espacio de su coche, Colin le contaba lo que el profesor de informatica habia ido a decirle a su despacho veinte minutos antes.

—… y no estaba. No ha aparecido en toda la clase de dos horas. Ha pensado que debia venir derecho a contarmelo. O sea que manana sera la comidilla de toda la sala de profesores. Es exactamente lo que el quiere —anadio Colin, furioso, y Tessa supo que ya no hablaba del profesor de informatica—. Me esta haciendo un corte de mangas, como de costumbre.

Su marido estaba palido de agotamiento, con los ojos enrojecidos y profundas ojeras, y las manos se le crispaban levemente en el asa del maletin. Unas manos bonitas, de nudillos grandes y dedos largos y finos, no muy distintas de las de su hijo. Tessa se lo habia senalado a ambos recientemente, pero ninguno de los dos habia mostrado la menor satisfaccion ante la idea de tener un ligero parecido fisico.

—No creo que este… —empezo, pero Colin estaba hablando otra vez.

—… o sea que le caera una sancion como a cualquier otro, y en casa le impondre un castigo prusiano. Ya veremos si eso le gusta. Veremos si le da risa. Podemos empezar por una semana sin salir de casa, a ver si lo encuentra muy divertido.

Mordiendose la lengua, Tessa recorrio con la mirada el mar de estudiantes vestidos de negro que caminaban cabizbajos, temblando, cinendose los delgados abrigos y apartandose el pelo de la cara. Un chico mofletudo y un poco desconcertado de primer curso escudrinaba con la mirada en busca de un coche que no habia llegado. Se hizo un claro entre la riada y aparecio Fats, acompanado por Arf Price como de costumbre, el viento apartandole el pelo del rostro flaco y adusto. A veces, desde ciertos angulos y bajo segun que luz, no costaba adivinar que aspecto presentaria Fats de viejo. Durante un instante, desde el fondo de su cansancio, a Tessa le parecio un completo desconocido y penso que era una extrana casualidad que se encaminara a su coche, y que ella tuviera que salir de nuevo a aquel viento espantoso y sobrenatural para dejarlo subir. Pero cuando llego hasta ellos y esbozo aquella mueca suya que pasaba por sonrisa, volvio a convertirse de inmediato en el chico que ella tanto queria a pesar de todo, y se apeo y espero estoicamente al viento cortante a que Stuart se embutiera en el coche con su padre, que no se habia ofrecido a moverse.

Salieron del aparcamiento por delante de los autobuses escolares y emprendieron el camino cruzando Yarvil, para pasar por las feas y desvencijadas casas de los Prados y continuar hacia la carretera de circunvalacion que los llevaria rapidamente de vuelta a Pagford. Tessa observo a Fats por el retrovisor. Iba repantigado en el asiento mirando por la ventanilla, como si sus padres fueran dos personas que lo hubiesen recogido haciendo autoestop, ligadas a el meramente por la casualidad y la proximidad.

Colin espero a que hubiesen llegado a la circunvalacion, y entonces pregunto:

—?Donde estabas esta tarde a la hora de la clase de informatica?

Tessa no pudo resistirse y volvio a mirar por el retrovisor. Vio bostezar a su hijo. A veces, aunque siempre le negaba a Colin que fuera asi, se preguntaba si en realidad Fats no estaria librando una guerra sucia y personal contra su padre, con el colegio entero como publico. Ella sabia cosas sobre su hijo que no habria sabido de no trabajar como orientadora; los alumnos le contaban cosas, a veces inocentemente, a veces con malicia.

«Senorita, ?no le importa que Fats fume? ?Le deja fumar en casa?»

Tessa guardaba a buen recaudo ese pequeno botin clandestino, obtenido sin pretenderlo, y nunca lo comento con su marido ni con su hijo, aunque le pesaba enormemente.

—He ido a dar un paseo —respondio Fats con calma—. Tenia ganas de estirar un poco las piernas.

Colin se retorcio en el asiento para echarle un vistazo y empezo a gritar y gesticular, contenido por el cinturon, con los impedimentos anadidos del abrigo y el maletin. Cuando perdia el control, su tono se agudizaba cada vez mas y acababa gritando casi en falsete. Fats permanecio en silencio, con un insolente asomo de sonrisa en los labios, hasta que su padre acabo insultandolo a grito pelado, aunque atemperado por el desagrado innato que Colin sentia hacia los insultos y su timidez a la hora de utilizarlos.

—?Pedazo de gallito egoista! ?No eres mas que un… un imbecil! —chillo, y Tessa, con los ojos tan lacrimosos que apenas veia la carretera, tuvo la certeza de que, a la manana siguiente, Fats repetiria la apocada ristra de insultos en falsete de Colin para deleite de Andrew Price.

«Fats imita de maravilla la forma de andar de Cuby, senorita, ?no lo ha visto?»

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