—?Krystal?

Era su corpulenta tia Cheryl, con una falda vaquera y una camiseta blanca muy ajustada. Llevaba el pelo tenido de un rubio amarillo canario y se le veian las raices negras. Iba tatuada desde los nudillos hasta la parte superior de los gruesos brazos, y de las orejas le colgaban varios aros dorados semejantes a argollas de cortina. Sostenia una lata de Coca-Cola en una mano.

—Le ha dado igual, ?eh? —dijo.

Con las desnudas piernas separadas y firmemente plantadas en el suelo parecia un centinela.

—?A quien?

—A Terri. No ha venido, ?no?

—Todavia no lo sabe. Yo me acabo de enterar. Me ha llamado Danielle para decirmelo.

Cheryl tiro de la anilla y bebio un sorbo de Coca-Cola. Con sus ojillos hundidos en una cara achatada y una piel moteada como carne en salmuera, escudrino a su sobrina por encima del borde de la lata.

—Le dije a Danielle que te llamara. Se paso tres dias tirada en el suelo de su casa, hasta que la encontraron. No veas como estaba. Hecha una mierda.

Krystal no le pregunto por que no se habia acercado a Foley Road para avisar ella misma a Terri. Por lo visto, las dos hermanas se habian peleado de nuevo. Era imposible mantenerse al dia.

—?Donde esta? —pregunto Krystal.

Cheryl la guio chancleteando por el pasillo.

—Oye —dijo mientras andaban—, me ha llamado una periodista preguntando por ti.

—?Ah, si?

—Me ha dejado un numero.

Krystal le habria hecho mas preguntas, pero acababan de entrar en una sala muy silenciosa y de pronto sintio miedo. No le gustaba como olia alli.

La abuelita Cath estaba casi irreconocible. Tenia la mitad de la cara completamente torcida, como si se la hubieran tensado tirando con un cable; la boca desplazada hacia un lado y el ojo medio caido. Tenia varios tubos conectados y sujetos con esparadrapo, y una via en el brazo. Alli tumbada, la deformidad de su pecho resultaba aun mas evidente. La sabana subia y bajaba en sitios insolitos, como si aquella cabeza grotesca, unida al cuerpo por un cuello escualido, sobresaliera de un tonel.

Cuando Krystal se sento a su lado, la anciana no se movio, se limito a mirarla fijamente. Una de sus pequenas manos temblo apenas.

—No habla, pero anoche dijo tu nombre dos veces —apunto Cheryl, mirando con pesimismo por encima de la lata.

Krystal noto una opresion en el pecho. Temia hacerle dano si le cogia la mano. Acerco timidamente los dedos hasta dejarlos a solo unos centimetros de los de la anciana, pero no los levanto de la colcha.

—Ha venido Rhiannon —dijo Cheryl—. Y John y Sue. Sue esta intentando hablar con Anne-Marie.

Krystal se animo.

—?Donde esta?

—Donde los franchutes o por ahi. ?Sabes que ha tenido un hijo?

—Si, algo me dijeron. ?Nino o nina?

—Ni idea —contesto Cheryl, y bebio otro sorbo.

Se lo habia contado alguien en el instituto: «?Eh, Krystal, tu hermana esta prenada!» Esa noticia la habia emocionado. Iba a ser tia, aunque nunca viera a aquel bebe. Toda su vida habia idealizado a Anne-Marie, a la que se habian llevado antes de nacer ella; habia desaparecido como por arte de magia y se habia trasladado a otra dimension, como un personaje de cuento de hadas, hermosa y misteriosa como aquel cadaver en el cuarto de bano de Terri.

La abuelita Cath movio los labios.

—?Que? —dijo Krystal, y se acerco mas a la cama, entre asustada y euforica.

—?Quieres algo, abuelita Cath? —pregunto Cheryl en voz tan alta que los acompanantes que hablaban en susurros junto a otras camas les lanzaron miradas de desaprobacion.

Krystal solo oyo un resuello vibrante, pero daba la impresion de que la anciana intentaba articular una palabra. Cheryl estaba inclinada sobre la cama desde el otro lado, agarrada con una mano a la barandilla metalica.

—Eh… mmm… —murmuro la abuelita Cath.

—?Que? —preguntaron Krystal y Cheryl a la vez.

Habia movido los ojos unos milimetros: unos ojos leganosos y empanados que escrutaban la cara tersa y joven y la boca entreabierta de Krystal, que, inclinada sobre el lecho de su bisabuela, la miraba confundida, ansiosa y asustada.

—…emar… —articulo con voz cascada.

—No sabe lo que dice —informo Cheryl, por encima del hombro y a voz en grito, a la timida pareja que visitaba al paciente de la cama contigua—. Se ha pasado tres dias tirada en el suelo. Normal, ?no?

Pero a Krystal las lagrimas le nublaron la vision. La sala, con sus altas ventanas, se disolvio en una masa de sombras y luz blanca; le parecio ver el sol reflejado en la lamina verde oscuro del agua y como esta se descomponia en fragmentos brillantes al atravesarla unos remos que subian y bajaban.

—Si —le susurro—. Si, voy a remar, abuelita.

Pero eso ya no era cierto, porque el senor Fairbrother habia muerto.

VI

—?Que cono te ha pasado en la cara? ?Has vuelto a caerte de la bici? —pregunto Fats.

—No —contesto Andrew—. Simoncete me ha cascado. Intente decirle a ese hijoputa que se habia equivocado con lo de Fairbrother.

Estaba con su padre en la lenera, llenando los cestos que se dejaban a ambos lados de la estufa de lena de la sala. Simon le habia arreado en la cabeza con un tronco, y el chico habia caido sobre el monton de lena y se habia rasgunado la mejilla cubierta de acne.

—?Te crees que sabes mas que yo, mocoso? Si me entero de que has dicho una sola palabra de lo que pasa en esta casa…

—Yo no he…

—… te despellejo vivo, ?me oyes? ?Y como sabes que Fairbrother no sacaba su tajada, eh? ?Y que solo pillaron a ese otro capullo porque era el mas idiota de los dos?

Y entonces, ya fuera por orgullo o por rebeldia, o quiza porque sus fantasias de ganar dinero facil se habian afianzado demasiado en su imaginacion para que la realidad las sacara de alli, Simon habia enviado sus formularios de candidatura. La humillacion, por la que sin duda pagarian todos los miembros de la familia, era cosa segura.

«Sabotaje.» Andrew cavilaba sobre esa palabra. Queria hacer caer a su padre de las alturas hasta las que lo habian encumbrado sus suenos de dinero facil; y queria hacerlo, a ser posible (porque no tenia ninguna prisa por morir), de forma que Simon nunca llegara a saber quien era el responsable de las maniobras que harian fracasar sus ambiciones.

No confiaba en nadie, ni siquiera en Fats. A este se lo contaba casi todo, pero los pocos temas que omitia eran precisamente los mas complicados, esos que ocupaban casi todo su espacio interior. Una cosa era pasarse la tarde en la habitacion de Fats empalmados, viendo escenas de sexo lesbico por internet, y otra muy diferente confesar lo obsesivamente que sopesaba diferentes maneras de entablar conversacion con Gaia Bawden. Asimismo, resultaba facil sentarse en el Cubiculo y llamar hijoputa a su padre, pero jamas habria reconocido que los ataques de furia de Simon le producian nauseas y sudor frio.

Pero entonces, un buen dia, cambio todo. Empezo con poco mas que un anhelo de nicotina y belleza. Por fin habia parado de llover, y el debil sol primaveral iluminaba la escamosa capa de polvo de las ventanillas del autobus escolar, que avanzaba a sacudidas por las estrechas calles de Pagford. Andrew iba sentado en los asientos de atras y no veia a Gaia, que estaba en la parte delantera del vehiculo con Sukhvinder y las hermanas

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