—No creo que yo…

—?Que no crees? ?No haberselo contado a nadie?

—No, no creo que se lo haya contado a…

—Oh, muy interesante —dijo Simon, caminando de aqui para alla delante de Paul—. Esto es interesantisimo.

De un manotazo, le arranco el libro de las manos y lo lanzo lejos.

—Pues intenta pensarlo, pedazo de mierda —gruno—. Piensalo de una vez, cono. ?Le has contado a alguien que tenemos un ordenador robado?

—No, que es robado no —contesto Paul—. Nunca le he contado a nadie… Ni siquiera creo haberle dicho a nadie que teniamos uno nuevo.

—Ya veo —repuso su padre—. Y la noticia se ha difundido por arte de magia, ?verdad? —Senalaba la pantalla del ordenador—. ?Pues alguien se ha ido de la lengua, joder! —exclamo—. ?Porque esta en el internet de los cojones! ?Y ya puedo considerarme afortunado si no me-quedo-en-la-puta-calle!

Con cada una de esas ultimas palabras fue dandole un golpe con el puno en la cabeza. Paul se encogio y retrocedio; por la nariz le broto un hilillo oscuro; sufria frecuentes hemorragias nasales.

—??Y tu que?! —le grito Simon a su mujer, que seguia petrificada junto al ordenador, con los ojos muy abiertos detras de las gafas y la mano tapandole la boca como un velo—. Has estado cotilleando por ahi, ?eh?

Ruth se quito la mordaza.

—No, Simon —susurro—. La unica persona a la que le conte que teniamos un ordenador nuevo es Shirley y ella nunca…

«Que tonta eres, que tonta, joder, ?por que tenias que decirle eso?»

—?Que hiciste que? —siseo.

—Se lo conte a Shirley —gimoteo Ruth—. Pero no le dije que era robado, Simon. Solo le dije que ibas a traerlo a casa…

—Bueno, pues ya sabemos de donde viene esta mierda, joder —solto Simon, y empezo a gritar—: ?Su puto hijo se presenta a las elecciones, cono, y por supuesto ella me quiere sacar los trapos sucios!

—Pero si es ella quien me lo ha dicho hace un momento, Simon, ella no habria…

Simon se abalanzo sobre su mujer y le pego en la cara, como deseaba hacer desde que habia visto su expresion tonta y asustada. Las gafas de Ruth volaron y se hicieron anicos contra la estanteria. Simon volvio a pegarle y ella cayo sobre la mesa de ordenador que con tanto orgullo habia comprado con su primer sueldo del South West General.

Andrew se habia hecho una promesa. Le dio la sensacion de que se movia a camara lenta, todo parecia frio y humedo y ligeramente irreal.

—No le pegues —dijo, interponiendose entre sus padres—. No le…

El labio se le partio contra los incisivos, aplastado por los nudillos de Simon. Andrew cayo hacia atras encima de su madre, aun desplomada sobre el teclado. Simon lanzo otro punetazo, que alcanzo a Andrew en los brazos, con que se protegia la cara. El muchacho trato de incorporarse, con su madre forcejeando debajo, pero su padre estaba en pleno ataque, golpeandolos con sana.

—?No te atrevas a decirme lo que tengo que hacer, joder!… ?No te atrevas, gilipollas, cobarde, pedazo de mierda!…

Andrew se dejo caer de rodillas para quitarse de en medio y Simon le dio una patada en las costillas.

—?Basta! —exclamo Paul con voz lastimera.

Simon lanzo otra patada a las costillas de su hijo, pero este la esquivo y su progenitor estrello el pie contra la chimenea de ladrillo, y de pronto empezo a soltar ridiculos aullidos de dolor.

Andrew se escabullo a cuatro patas mientras Simon se aferraba los dedos del pie, dando saltitos sin moverse del sitio y chillando maldiciones. Ruth, desplomada en la silla giratoria, sollozaba tapandose la cara con las manos. Andrew se puso en pie; notaba el sabor de su propia sangre.

—Cualquiera pudo irse de la lengua con lo de ese ordenador —resollo casi sin aliento, esperando otro estallido de violencia; ahora que habia empezado, que estaban en plena trifulca, se sentia mas valiente; era la espera lo que lo sacaba de quicio, ver a su padre adelantar la barbilla y oir el ansia creciente de violencia en su voz—. Nos dijiste que le habian dado una paliza a un vigilante jurado. Cualquiera pudo irse de la lengua. No hemos sido nosotros…

—?Gilipollas de mierda, no te atrevas…! ?Me he roto el dedo, joder! —jadeo Simon, y se dejo caer en una butaca, todavia agarrandose el pie. Esperaba compasion, por lo visto.

Andrew imagino que empunaba un arma y le disparaba a la cara, que sus facciones estallaban y sus sesos salpicaban las paredes.

—?Y Pauline vuelve a tener la regla! —le grito Simon a Paul, que trataba de contener la sangre de la nariz que le goteaba entre los dedos—. ?Sal de la alfombra! ?Cono, sal de la alfombra, mariquita!

Paul huyo corriendo de la habitacion. Andrew se apretaba el dolorido labio con el borde de la camiseta.

—?Y todos esos trabajos en negro? —gimoteo Ruth, con la mejilla encarnada y las lagrimas goteandole de la barbilla.

Andrew detestaba verla asi, patetica y humillada; pero tambien la despreciaba un poco por haberse metido en aquel lio, cuando cualquiera lo habria visto venir.

—Ahi mencionan los trabajos en negro —prosiguio ella—. Shirley no sabe nada de eso, ?como iba a saberlo? Eso lo ha colgado alguien de la imprenta. Ya te lo dije, Simon, ya te dije que no debias hacer esos trabajos, siempre he temido que…

—?Cierra la puta boca, joder! ?Ahora te quejas, pero no te importaba una mierda gastarte el dinero! — bramo Simon adelantando otra vez la barbilla.

Andrew quiso gritarle a su madre que se callara: parloteaba cuando cualquier imbecil habria visto que debia mantener la boca cerrada, y callaba cuando habria hecho bien en hablar; no aprendia, nunca veia lo que se avecinaba.

Transcurrio un minuto sin que ninguno hablara. Ruth se enjugaba los ojos con el dorso de la mano y sorbia por la nariz de forma intermitente. Simon seguia aferrandose el pie, con los dientes apretados y respirando con dificultad. Andrew se lamia la sangre del labio, que ya notaba hinchado.

—Esto va a costarme mi puto trabajo —mascullo Simon, recorriendo la habitacion con ojos de loco, como si pudiera haber alguien a quien hubiera olvidado pegar—. Ya andan hablando de que hay exceso de personal, joder. Solo faltaba esto. Esto va a ser…

Tumbo de un manotazo la lampara de la mesita, que rodo por el suelo sin romperse. La recogio, tiro del cable para desenchufarlo de la pared, la blandio por encima de la cabeza y se la arrojo a Andrew, que se agacho para esquivarla.

—??Quien cono se ha chivado?! —grito cuando la lampara se hizo anicos contra la pared—. ?Porque alguien se ha chivado, joder!

—?Habra sido algun cabron de la imprenta, ?no?! —contesto Andrew a gritos; notaba el labio grueso y palpitante, como un gajo de mandarina—. ?De verdad crees que nosotros…? ?De verdad crees que a estas alturas no sabemos tener la boca cerrada?

Era como tratar de comprender a un animal salvaje. Andrew veia moverse la mandibula de su padre y advirtio que estaba considerando sus palabras.

—??Cuando han colgado eso?! —le grito a Ruth—. ?Miralo! ?Que fecha pone?

Todavia sollozando, Ruth miro la pantalla; tuvo que acercarse casi hasta tocarla con la punta de la nariz, ahora que sus gafas estaban rotas.

—El quince —susurro.

—El quince… Domingo. Era domingo, ?no?

Ni Andrew ni Ruth lo sacaron de su error. Andrew no podia creerse su suerte, aunque seguro que no duraria.

—Domingo —continuo Simon—, de manera que cualquiera habra podido… ?Joder, mi pie! —exclamo al levantarse, y se acerco a Ruth cojeando exageradamente—. ?Aparta!

Ruth se apresuro a dejarle la silla y lo observo volver a leer el parrafo, soltando bufidos como una fiera.

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