Andrew se dijo que, si tuviera un alambre a mano, podria estrangularlo alli mismo.

—Alguien se ha enterado a traves de la imprenta —declaro Simon, como si hubiese llegado por si mismo a esa conclusion sin haber oido a su mujer y su hijo insistirle en esa hipotesis. Puso las manos en el teclado y se volvio hacia Andrew—. ?Como lo quito?

—?Que?

—?Tu estudias informatica, joder! ?Como quito esto de ahi?

—No puedes entrar en… No puedes. Tiene que ser el administrador.

—Pues hazte administrador —replico Simon levantandose e indicandole la silla giratoria.

—No puedo hacerme administrador —dijo Andrew, temiendo que su padre estuviera al borde de un segundo ataque de violencia—. Hay que introducir el nombre de usuario correcto y las contrasenas.

—Pues vaya desperdicio de espacio que eres, joder.

Simon le dio un empujon en el esternon al pasar cojeando a su lado y lo hizo caer de espaldas contra la repisa de la chimenea.

—?Pasame el telefono! —le grito a su mujer cuando hubo vuelto a sentarse en la butaca.

Ruth cogio el telefono y recorrio el par de metros que la separaban de el, que se lo arranco de las manos y marco un numero.

Andrew y Ruth esperaron en silencio mientras Simon llamaba, primero a Jim y luego a Tommy, los tipos con los que habia llevado a cabo los trabajos clandestinos. La ira de Simon y las sospechas que abrigaba respecto a sus propios complices se canalizaban por la linea telefonica en frases cortas llenas de juramentos.

Paul no habia vuelto. Quiza siguiera lidiando con su hemorragia nasal, pero era mas probable que estuviera muerto de miedo. A Andrew le parecio poco prudente. Era mas seguro desaparecer solo cuando Simon te daba permiso para hacerlo.

Cuando hubo acabado, Simon le tendio el telefono a Ruth sin decir palabra; ella lo cogio y se apresuro a colgarlo en su sitio.

El se quedo sentado, pensando, con el dedo lastimado latiendole y sudando al calor de la estufa, henchido de rabia e impotencia. La paliza que les habia dado a su mujer y su hijo no tenia la mas minima importancia, no dedico un solo segundo a pensar en ellos; acababa de ocurrirle algo terrible y lo natural era que su explosion de ira alcanzara a sus allegados mas cercanos; la vida funcionaba asi. En cualquier caso, la estupida cabrona de Ruth habia admitido haberselo contado a Shirley…

Simon estaba construyendo su propia cadena de pruebas a partir de los acontecimientos que en su opinion habrian tenido lugar. Algun capullo (y sospechaba del conductor de la carretilla, el del chicle, con su expresion de cabreo cuando Simon lo habia dejado tirado en los Prados) les habia hablado de el a los Mollison (aunque no tuviera mucha logica, la admision de Ruth de que le habia mencionado el ordenador a Shirley lo volvia mas probable), y ellos (los Mollison, las altas esferas, los hipocritas y los cabrones que eran los guardianes del acceso al poder) habian colgado ese mensaje en su pagina web (aquella vieja estupida de Shirley era la administradora, y eso le ponia el broche a su teoria).

—Ha sido tu amiga de los cojones —le dijo a su llorosa mujer de labios temblorosos—. Tu amiga de los cojones, Shirley. Ha sido ella. Ha reunido unos cuantos trapos sucios sobre mi para apartarme de la carrera de su hijo. Ha sido ella.

—Pero Simon…

«Callate, callate, no seas idiota», penso Andrew.

—Conque sigues de su parte, ?eh? —bramo Simon haciendo ademan de levantarse.

—?No! —chillo Ruth, y el volvio a dejarse caer en la butaca, pues no queria forzar su dolorido pie.

A los directivos de Harcourt-Walsh no iba a gustarles mucho lo de esos trabajos fuera de horario, penso Simon. Tampoco le extranaria que apareciera la policia, husmeando en busca del ordenador. Lo asalto el impulso urgente de hacer algo.

—Tu —dijo senalando a Andrew—. Desenchufa ese ordenador. Los cables y todo lo demas. Te vienes conmigo.

VI

Cosas negadas, cosas nunca dichas, cosas veladas y disimuladas.

Las turbias aguas del rio Orr fluian ahora sobre los restos del ordenador robado, que habian arrojado a medianoche desde el viejo puente de piedra. Simon llego al trabajo cojeando con su dedo roto y les dijo a todos que habia resbalado en el jardin. Ruth se puso hielo en los moretones y los disimulo torpemente con un viejo tubo de maquillaje; en el labio de Andrew se cerro una costra, como la de Dane Tully, y a Paul le sobrevino otra hemorragia nasal en el autobus y tuvo que ir directamente a la enfermeria del instituto.

Shirley Mollison, que habia estado de compras en Yarvil, no respondio a las repetidas llamadas de Ruth hasta media tarde, y para entonces los hijos de Ruth ya habian vuelto del colegio. Andrew escucho la conversacion incompleta desde la escalera, fuera de la sala de estar. Sabia que Ruth trataba de ocuparse del problema antes de que llegara Simon, porque el era mas que capaz de arrancarle el telefono y ponerse a insultar a gritos a su amiga.

—… solo son absurdas mentiras —iba diciendo alegremente—, pero te agradeceriamos mucho que lo quitaras, Shirley.

Andrew fruncio el entrecejo, y el corte del labio amenazo con volverse a abrir. Odiaba oir a su madre pidiendole un favor a aquella mujer. Durante un instante le produjo una rabia irracional que no hubiesen quitado ya el mensaje; y entonces se acordo de que lo habia escrito el, de que el habia sido la causa de todo: la cara magullada de su madre, su propio labio partido y el ambiente de panico que impregnaba la casa ante el inminente regreso de Simon.

—Comprendo muy bien que tienes un monton de cosas en marcha… —decia Ruth con cobardia—, pero sin duda entenderas que podria hacerle mucho dano a Simon que la gente creyera…

Andrew penso que era asi como Ruth le hablaba a Simon las pocas veces que se sentia obligada a contradecirlo: con actitud servil, de disculpa, vacilante. ?Por que no le exigia a aquella mujer que quitara el mensaje de inmediato? ?Por que se mostraba siempre tan acobardada, tan contrita? ?Por que no abandonaba a su padre de una maldita vez?

Andrew siempre habia visto a Ruth como un ente separado, una mujer buena e intachable. De nino, sus padres le habian parecido la noche y el dia: el, malo y aterrador, y ella, buena y carinosa. Pero a medida que se hacia mayor, iba percatandose de la ceguera voluntaria de Ruth, de su constante defensa de Simon, de la inquebrantable lealtad que sentia por su falso idolo.

La oyo colgar y entonces continuo bajando ruidosamente la escalera para encontrarse con ella cuando salia de la sala.

—?Hablabas con la mujer de la pagina web?

—Si. —La voz de Ruth denotaba cansancio—. Va a quitar eso que han colgado sobre papa, y esperemos que la cosa acabe ahi.

Andrew sabia que su madre era una mujer inteligente, y desde luego mas manosa en los arreglos domesticos que el torpe de su padre. Y ademas se ganaba la vida con su trabajo.

—?Por que no quito el mensaje inmediatamente, si sois amigas? —pregunto, entrando en la cocina tras ella.

Por primera vez en su vida, la lastima que sentia por Ruth se mezclaba con una sensacion de frustracion muy parecida a la ira.

—Estaba muy ocupada —solto Ruth.

Tenia un ojo inyectado en sangre por el punetazo de Simon.

—?No le has dicho que puede meterse en lios por dejar cosas difamatorias ahi colgadas, si es ella quien modera los foros? Nos lo ensenaron en la clase de infor…

—Ya te he dicho que va a quitarlo, Andrew —lo interrumpio ella de malos modos.

No le daba miedo sacar el genio con sus hijos. ?Por que? ?Porque no le pegaban, o habia otra razon? Andrew sabia que la cara tenia que dolerle tanto como a el.

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