hubiese alumbrado a su hijo. ?Le resultaba mas facil aceptarlo como un individuo independiente que si hubiera sido de su propia sangre? De su sangre alta en glucosa, contaminada…

Desde hacia poco, Fats ya no la llamaba «mama». Ella tenia que fingir que no le importaba, porque a Colin lo hacia enfadar muchisimo; pero cada vez que Fats decia «Tessa» era como si le clavaran una aguja en el corazon.

Los cuatro acabaron de comerse la fruta en silencio.

VII

En la casita blanca de lo alto de la colina, Simon Price se sentia inquieto y amargado. Iban pasando los dias. El mensaje acusador habia desaparecido del foro del concejo, pero el seguia paralizado. Retirar su candidatura podria interpretarse como una admision de culpabilidad. Sin embargo, la policia no se habia presentado en busca del ordenador; Simon casi se arrepentia de haberlo tirado desde el puente. Por lo demas, no conseguia determinar si habia imaginado o no la sonrisa complice en la cara del hombre de la estacion de servicio cuando le habia tendido la tarjeta de credito. En el trabajo se hablaba mucho sobre el exceso de personal y Simon seguia temiendo que aquel mensaje llegara a oidos de sus jefes y que decidieran ahorrarse la indemnizacion por cese despidiendolos a los tres: Jim, Tommy y el.

Andrew se mantenia a la expectativa, pero cada dia abrigaba menos esperanzas. Habia intentado mostrarle al mundo lo que era su padre, y el mundo, por lo visto, se habia limitado a encogerse de hombros. Habia imaginado que alguien de la imprenta o del concejo parroquial se levantaria para plantarle cara a Simon, para decirle que no era digno de competir con otras personas, que no estaba capacitado ni cumplia los requisitos para ello, y que no debia acarrearse su propia deshonra o la de su familia. Pero no habia pasado nada, excepto que Simon dejo de hablar del concejo y de hacer llamadas con la esperanza de cosechar votos, y que los panfletos que habia impreso fuera de jornada en el trabajo seguian en una caja en el porche.

Entonces, sin previo aviso y sin fanfarria alguna, llego la victoria. Cuando bajaba la escalera la noche del viernes, en busca de algo de comer, Andrew oyo a Simon hablar con rigidez por telefono en la sala, y se detuvo a escuchar.

—… retirar mi candidatura —decia—. Si. Bueno, mis circunstancias personales han cambiado. Si, eso es. Si, exacto. Muy bien, gracias.

Andrew lo oyo colgar.

—Bueno, ya esta —le dijo a Ruth—. Si esa es la clase de mierda que andan propagando, me quedo fuera.

Andrew oyo a su madre musitar algo para mostrar su aprobacion y, antes de que le diera tiempo a moverse, Simon aparecio en el pasillo. Su padre inspiro hondo y pronuncio la primera silaba de su nombre antes de percatarse de que lo tenia justo delante en la escalera.

—?Que haces? —El rostro de Simon quedaba en penumbra, iluminado tan solo por la luz que llegaba de la sala.

—Tengo sed —mintio Andrew; a su padre no le gustaba que comieran entre horas.

—Empiezas a trabajar con Mollison este fin de semana, ?verdad?

—Si.

—Vale, pues escuchame bien. Quiero cualquier cosa que puedas averiguar sobre ese cabron, ?me oyes? Toda la mierda que consigas destapar. Y sobre su hijo tambien, si te enteras de algo.

—Vale —repuso Andrew.

—Y lo colgare en esa pagina web de los cojones para que lo vean todos —concluyo Simon, y volvio a la sala—. El puto Fantasma de Barry Fairbrother.

Mientras seleccionaba cosas de comer que su padre no pudiera echar de menos, cortando rebanadas aqui y cogiendo punados alla, un tintineo de jubilo resonaba en el pensamiento de Andrew: «Te he jodido, cabron.»

Habia logrado exactamente lo que se proponia: Simon no tenia ni idea de quien habia echado por tierra sus ambiciones. El muy imbecil hasta le exigia que lo ayudara en su venganza; desde luego, era un cambio radical, porque cuando Andrew les habia contado a sus padres que tenia un empleo en la tienda de delicatessen, Simon habia montado en colera.

—Mira que eres gilipollas. ?Que pasa con tu alergia?

—Creia que debia evitar todos los frutos secos —le solto Andrew.

—No te hagas el listo conmigo, Carapizza. ?Y si te zampas uno sin querer, como en el St. Thomas? ?De verdad piensas que queremos pasar otra vez por toda esa mierda?

Pero Ruth habia apoyado a Andrew, diciendo que su hijo ya era mayor para andarse con cuidado en ese tema. Cuando Simon salio de la sala, intento decirle a Andrew que su padre solo estaba preocupado por el.

—Lo unico que le preocupa es perderse el maldito Partido de la Jornada por tener que llevarme al hospital —habia replicado el chico.

Andrew volvio a su dormitorio, donde se sento a embutirse comida en la boca con una mano y mandarle un SMS a Fats con la otra.

Penso que todo habia acabado, terminado, concluido. Hasta ahora, Andrew no habia tenido ningun motivo para observar alguna diminuta burbuja de levadura fermentada, la cual lleva en su interior una inevitable transformacion alquimica.

VIII

Mudarse a Pagford era lo peor que le habia pasado a Gaia Bawden. Con excepcion de las visitas ocasionales a su padre en Reading, ella nunca habia salido de Londres. Cuando Kay le dijo que queria irse a vivir a un pueblecito del West Country, Gaia no se lo creyo; tardo semanas en tomarse en serio la amenaza. Al principio supuso que se trataba de otra idea descabellada de su madre, como las dos gallinas que habia comprado para el minusculo jardin de Hackney (y que un zorro habia matado solo dos semanas mas tarde), o su decision de preparar mermelada de naranja, cuando ella casi nunca cocinaba, empeno en el que habia arruinado la mitad de las cacerolas y se habia quemado una mano.

Separada a la fuerza de quienes eran sus amigos desde la escuela primaria, de la casa donde vivia desde los ocho anos y de los fines de semana que, de forma creciente, ofrecian todo tipo de diversiones urbanas, Gaia se vio sumergida, pese a sus suplicas, amenazas y protestas, en una vida que jamas habia imaginado que pudiera existir. Un pueblo de calles adoquinadas y sin una sola tienda abierta pasadas las seis de la tarde, donde la vida comunitaria giraba alrededor de la iglesia y donde muchas veces lo unico que se oia era el canto de los pajaros: Gaia tenia la impresion de haber caido por un portal hacia un mundo perdido en el tiempo.

Kay y Gaia siempre se habian aferrado la una a la otra (el padre de Gaia nunca habia convivido con ellas, y las dos relaciones posteriores de Kay no habian llegado a formalizarse); discutian y se perdonaban continuamente y, con el paso de los anos, se convirtieron en algo parecido a companeras de piso. Sin embargo, ultimamente, cuando Gaia miraba a la mujer sentada con ella a la mesa de la cocina, solo veia a una enemiga. Su unica ambicion era regresar a Londres, por el medio que fuera, y vengarse de su madre haciendola tan desgraciada como pudiera. Todavia no sabia si a esta le doleria mas que suspendiera los examenes de GCSE o que los aprobara e intentara convencer a su padre de que la dejara irse a vivir con el y matricularse en un instituto de Londres para acabar los estudios de bachillerato. Entretanto, tenia que sobrevivir en territorio hostil, donde su aspecto y su acento, que en otros tiempos habian sido un pasaporte para acceder a los circulos sociales mas selectos, eran moneda extranjera.

Gaia no tenia ningun interes en convertirse en una de las alumnas populares de Winterdown: sus companeros de clase le parecian penosos, con aquel acento del West Country y aquellas pateticas ideas de lo que era pasarlo bien. Si buscaba con insistencia la compania de Sukhvinder Jawanda era, en parte, para demostrarles al grupito de los guays que los encontraba ridiculos, y tambien porque se sentia inclinada a identificarse con

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